Cómo convertir tu disco duro antiguo en un disco duro externo
Si tienes algún que otro disco duro antiguo que ya no utilices, haciéndote con una carcasa externa compatible es perfectamente posible convertirlo en un disco duro externo para aprovecharnos de su capacidad de almacenamiento. Te explicamos cómo puedes hacerlo.
Si has actualizado recientemente el disco duro interno que tenía tu ordenador, es muy probable que ahora no sepas muy bien qué hacer con el que has sustituido, especialmente si funcionaba bien, pero simplemente necesitabas actualizar tecnología (por ejemplo, has optado por una unidad SSD), o ampliar la capacidad de almacenamiento.
Aunque una opción útil podría haber sido añadir un nuevo disco duro interno, para poder seguir usando los dos a la vez, también es posible que decidieras limpiarlo y retirarlo. Pero, con el paso del tiempo, puede ocurrir que necesites otra vez volver a usarlo.
¿Qué hacer en estos casos? Lejos de volver a cambiar la unidad, una buena idea es convertir nuestro disco duro antiguo en un disco duro externo, una opción excelente y muy útil a la hora de almacenar nuestros archivos adicionales, sobre todo aquellos que no deseemos que se encuentren en el disco duro interno que usamos cada día.

¿Por qué usar nuestro disco duro antiguo como una unidad externa?
Aunque es cierto que, de primeras, puede parecer mucho más sencillo dirigirnos a nuestra tienda de informática favorita y comprar un disco duro externo, es necesario que este tipo de dispositivos tienen un precio que oscila entre los 60 y los 150 euros (o incluso más), lo que dependerá de la marca, tamaño, características técnicas y capacidad de almacenamiento.Sin embargo, teniendo ya entre nuestras manos un disco duro interno, o incluso adquirido expresamente para la ocasión, únicamente tendremos que comprar aquellos elementos necesarios para convertirlo en una unidad externa.Por ejemplo, en caso de que dispongamos de un disco duro interno con datos que originalmente deseamos recuperar, podemos usar la carcasa externa para montar una nueva unidad de disco duro sin tener que volver a conectarlo internamente a nuestro ordenador, recuperando con ello los datos que necesitemos.Y lo que es aún mejor: la carcasa externa nos ofrece la posibilidad de poder sustituir el disco duro interno siempre que lo necesitemos, en muchos casos de forma rápida y sencilla, por lo que podremos usar una misma carcasa con distintos discos duros.

Seleccionando nuestra unidad
Tanto si dispones de una pila de discos duros viejos internos acumulando polvo en el cajón de nuestro escritorio, o si estamos pensando en la posibilidad de comprar uno nuevo, existen algunos aspectos que deberemos tener en cuenta.Por ejemplo, es importantísimo conocer el estado en que se encuentra el disco duro, algo fundamental si se trata de un disco duro interno antiguo. Para ello existen distintas aplicaciones que son de utilidad a la hora de descubrirlo.

Teniendo en cuenta el tamaño de nuestra unidad
Antes de hacernos con una carcasa externa, es conveniente fijarnos en el tamaño que tiene nuestro disco duro interno. Es posible que sepas que los discos duros vienen en dos tamaños diferentes.Por ejemplo, los discos duros mecánicos y los híbridos mecánicos / SSD, diseñados para ordenadores de escritorio, presentan un tamaño de 3.5”. Mientras que las unidades SSD y las destinadas a ordenadores portátiles tienden a tener un tamaño de 2.5”.

Capacidad de conducción y velocidad
Es bastante probable que conectemos nuestra nueva unidad externa a través de USB. Lo cierto es que, en términos de rendimiento, aunque las unidades de RPM suelen ser técnicamente más altas, teniendo una ligera ventaja incluso sobre las conexiones USB 3.0, en realidad para la mayoría de los usuarios esta diferencia no es muy importante.No ocurre lo mismo con la velocidad de conducción, que es un factor que se traduce en términos de desgaste de la unidad, puesto que las unidades más rápidas tienden a generar mayor calor.Curiosamente, los discos duros con una velocidad de rotación más lenta (como los de 5,400 RPM), podrían presentar una vida útil más larga, en comparación con los discos duros de 7,200 o 10,000 RPM.

Escogiendo nuestra carcasa externa
Hoy en día podemos encontrarnos en las tiendas con distintas opciones para integrar un disco duro externo en una carcasa externa, la cual, además, suele venir con todo lo necesario para su instalación y funcionamiento.En estos casos, sí es conveniente fijarnos bien en las conexiones que tenga la carcasa externa en sí, ya que una carcasa de 2.5” suelen venir con un conector micro-B, mientras que una carcasa un poco más amplia puede venir con una conexión USB 2.0 e incorporal incluso una conexión USB 3.0 tipo B.

Instalando nuestro disco duro interno en la carcasa externa
Muchas carcasas vienen con un diseño bastante simple, de manera que solo es necesario abrirla, deslizar la unidad de disco duro hasta que encaje en el lugar que corresponde, y volver a colocar la cubierta.En otros casos será necesario conectarla manualmente, y utilizar los tornillos necesarios para poder montar la unidad y completar el proceso. Por tanto, si buscas ahorrar tiempo y esfuerzo, lo mejor es optar por una carcasa externa que sea fácil de montar e instalar.