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La historia del SMS: un sistema que se resiste a desaparecer

Los SMS parecen haber pasado a la historia, pero están viviendo una segunda juventud.

Los mensajes de texto o SMS parecen estar viviendo una nueva juventud. Nacidos en 1992, han llegado hasta nuestros días a pesar del uso masivo de apps de mensajería como WhatsApp o Telegram. Aunque su uso entre usuarios es prácticamente marginal, con alguna excepción, recibimos SMS para multitud de servicios. Por ejemplo, a la hora de realizar una autenticación en 2 pasos con nuestro banco. O bien, recibir notificaciones de entrega de paquetería o el recordatorio de una cita médica. También, por desgracia, se utiliza como medio para phishing.


¿Cómo nace el SMS?


Corrían los convulsos años 80, concretamente 1984, cuando un ingeniero finlandés tiene la idea de establecer un sistema de comunicación sencillo y rápido para redes móviles, que estaban en fase de desarrollo. Poco a poco la idea se va cocinando en el grupo de trabajo de Matti Makkonen, que así se llamaba, ya que falleció en 2015. Es el alemán Friedhelm Hillebran quien madura la idea en 1985 y con él  se establece el protocolo y se da forma a lo que son los SMS. 160 caracteres con los que poder realizar comunicaciones. La inclusión de esta cifra no es casual, ya que está adaptada a los tamaños de las pantallas y al concepto de sencillez e inmediatez. No se trata de enviar un mensaje largo, sino algo claro y conciso.
Pero de momento, hay que esperar a primeros de diciembre de 1992 para que se envíe el primer mensaje de texto, un escueto Merry Christmas por parte de un programador a un amigo, que lo recibe en su dispositivo. No, no pienses que era un teléfono precisamente portátil, sino un Orbitel 901. Para ello empleó su ordenador y la red de Vodafone en el Reino Unido.

No entre usuarios


Curiosamente, en un principio no era posible que los usuarios se enviaran SMS entre ellos, sino que estos mensajes estaban destinados a que los operadores comunicasen mediante información a los usuarios. Fue la finesa Nokia la que habilitó en 1993 el envío entre sus clientes, y posteriormente, en 1999, ya era posible comunicarse entre operadores diferentes. Las regulaciones en el campo de la telefonía no eran como ahora.
Los dorados años de los SMS vinieron con el cambio de milenio. Los utilizábamos para casi todo, generalmente para felicitar las fiestas, enviarnos chistes o bromas o comunicar sentimientos. Esto llevó a que se generase el lenguaje SMS, que se aprovechaba de las abreviaturas para condensar el máximo de información en un solo envío. Sí, los SMS tenían, y siguen teniendo en algunas operadoras, un coste económico.
El inicio de la nueva era también tuvo cambios en los SMS. Llegaron los conocidos como SMS Premium, que permitían el acceso a servicios especiales. Podías descargar un politono, una imagen o participar en un concurso televisivo. El coste de estos mensajes era unas 10 veces superior al de un SMS estándar, por lo que fueron objeto de polémicas. También aparecieron posteriormente los MMS, mensajes con contenido enriquecido, de precio superior al de los SMS, pero no tan desorbitado como los premium. Era una nueva vuelta de tuerca en las comunicaciones, previas a la implementación del  smartphone como medio de vida.

Hacia dónde caminan los SMS

Tras un periodo de algo de quietud, la llegada de WhatsApp en 2009 y el abaratamiento del precio de las llamadas a móviles. los SMS están teniendo un nuevo impulso. Por ejemplo, los usuarios de Apple utilizan un sistema de mensajería similar a los SMS y que se denomina iMessage, aunque ya cuenta con opciones en envío múltiples. Los Animojis o el envío de una ubicación son solo algunas de ellas.
Los SMS se resisten a desaparecer y podría decirse que están en buen estado de forma. A pesar de que WhatsApp y las propias llamadas parecen haberlos desplazado, hay una gran cantidad de servicios que los emplean. De hecho, por SMS podemos recibir hasta un enlace para tramitar la firma de documentos y contratos. Tal y como dijo su fundador poco antes de fallecer, los SMS vivirán para siempre.

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