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¿Por qué Bitcoin consume más electricidad que la mayoría de los países del mundo?

Debido al procesamiento imprescindible para la extracción y funcionamiento de Bitcoins, el consumo de electricidad se ha disparado enormemente en los últimos años, llegando a consumir más que todas las operaciones de Google juntas.

Impulsado por el debut de Coinbase en Wall Street, hace apenas unos días conocíamos un nuevo récord registrado por bitcoin, cuya cotización llegó a superar los 64.000 dólares (alrededor de 54.000 euros al cambio), con una subida próxima en torno al 7 por ciento.
Y es que, como hemos visto a lo largo de lo que llevamos de 2021, el éxito de Bitcoin ha sido imparable, revalorizándose un 123 por ciento, desde los 29.000 dólares en los que cotizaba a la finalización de 2020, hasta alcanzar los 60.000 dólares por primera vez en su historia el pasado 13 de marzo.
No en vano, ahora mismo el mercado de bitcoins supera el billón de dólares, y su precio ha llegado a multiplicarse por 10 en apenas un año. Pero este sistema requiere enormes cantidades de energía para poder sustentarlo, hasta el punto de encontrarnos con una noticia, cuanto menos, sorprendente: ahora mismo consume más energía que la mayoría de los países, incluyendo Noruega o Argentina.
De acuerdo al Índice de Consumo de Electricidad de Bitcoin de Cambridge (CBECI), la energía total consumida por el proceso de minería de bitcoins podría alcanzar pronto los 128 TWh (teravatios-hora), lo que representaría el 0,6 por ciento de la producción total de electricidad en el mundo, más que el consumo total de Noruega.
Solo para hacernos una sencilla idea, todas las operaciones de Google consumieron en 2019 12,2 TWh, diez veces menos que las criptomonedas. Es más, incluso todos los centros de datos del mundo, sin tener en cuenta los que se utilizan para extraer bitcoins, consumen en su conjunto alrededor de 200 TWh por año.

El problema con el consumo de bitcoins se debe a su funcionamiento

La infraestructura de Bitcoin consiste en una red de computadoras que ejecutan el código de Bitcoin y almacenan su blockchain, una cadena de bloques que podría verse metafóricamente como una serie de bloques, en cada uno de los cuales se incluye una secuencia de transacciones.
Nadie puede engañar al mecanismo, puesto que todas las máquinas que operan en la red tienen el mismo conjunto tanto de bloques como de transacciones, y es posible visualizar de manera transparente todos los últimos bloques cargados con nuevas transacciones de bitcoin. Es más, cualquier usuario puede utilizar estas transferencias en tiempo real.
Por otro lado, también nos encontramos con las claves públicas y privadas, que consisten en una serie de cadenas largas de números y letras vinculadas por el método de cifrado matemático que se usa para generarlas, y que son de enorme utilidad a la hora de rastrear los saldos de los tokens de bitcoins.
Así, mientras que la clave pública consiste en la dirección que se hace pública, a la que otros usuarios pueden transferir bitcoins, la clave secreta se encuentra principalmente destinada a ser usada para permitir transacciones de bitcoins (y debe mantenerse confidencial).
También debemos mencionar la existencia de la billetera de Bitcoin, que consiste en una interfaz física o digital comúnmente usada para el intercambio de bitcoins, ayudando a los usuarios a rastrear la posesión de las monedas.
De esta manera, la extracción o minería de bitcoins consiste en la generación de nuevos bloques para la red, permitiendo el mantenimiento de una red peer-to-peer basada en la tecnología blockchain, la cual es continuamente actualizada (y totalmente segura).
Cuando Bitcoin hizo su aparición, allá por el año 2009, el proceso para minar las primeras criptomonedas apenas necesitaba poco más que un ordenador doméstico, el cual no tenía por qué ser muy avanzado, moderno o rápido.
No obstante, en la actualidad, es esta “extracción” de criptomonedas lo que consume muchísima energía, dado que implica la realización de grandes cálculos informáticos con la finalidad de verificar las transacciones, al implicar la resolución de acertijos que, aunque no sean una parte integral de la verificación de los movimientos de dinero, sí se constituye como una garantía para garantizar que todas y cada una de las transacciones son debidamente registradas.
Como recompensa, los “mineros” en ocasiones reciben pequeñas cantidades de Bitcoin. Y, luego, para aumentar sus ganancias, posteriormente conectan una gran cantidad de computadoras a las redes.
Debido a la creciente popularidad de bitcoin, ethereum, la segunda criptomoneda más utilizada hasta el momento, está considerando pasar a un sistema que suponga un menor consumo de energía, evitando algunos de los procesos que más energía tienden a consumir.

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