Qué es un ecualizador y cómo funciona
Si te apasiona la música es muy probable que tengas experiencia a la hora de personalizar el sonido de tu teléfono móvil inteligente u ordenador a través del ecualizador. Y en caso de que nunca antes lo hayas usado, este es el mejor momento para aprender un poco más acerca de él.
Si dispones de un reproductor de música en el ordenador o en el teléfono móvil inteligente, es muy probable que en algún que otro momento hayas utilizado el ecualizador de la aplicación o del dispositivo con la finalidad de personalizar al máximo la experiencia auditiva, sobre todo a la hora de escuchar tu música favorita.
No en vano, una de las principales ventajas que nos proporciona el ecualizador en este tipo de dispositivos o aparatos es que, sin ser expertos y con un poco de conocimiento, podemos ajustar el audio de ese dispositivo en cuestión hasta mejorarlo y dejarlo a nuestro gusto.
¿Qué es y en qué consiste un ecualizador?
Un ecualizador consiste básicamente en un filtro de software o de hardware que ofrece la posibilidad de ajustar el volumen de frecuencias específicas, aunque la base la encontramos en el oído humano (como ocurre con la ingeniería de sonido).
Quizá recuerdes, de pequeño, aquellos pequeños deslizadores que encontrábamos en los aparatos de música más antiguos, y con los que tendíamos a jugar mientras nuestro padre o hermano mayor se enfadaba por desconfigurarlo. Efectivamente, este extraño artilugio es un ecualizador.
Algunas frecuencias tienden a ser más fuertes que otras para nuestros oídos, a pesar de tener incluso más energía o la misma detrás. En este sentido, nuestro rango se sitúa entre 20-20,000 Hz, por lo que cuanto más nos excedamos o acerquemos a estos límites, más suaves nos sonarán las cosas.
Comprender cómo funciona exactamente un ecualizador puede ser de mucha ayuda a la hora de conseguir personalizar el sonido a nuestro gusto, pero es necesario siempre llevar a cabo algunas pruebas, y descubrir qué opción nos gusta más: si preferimos un sonido donde los graves sean más potentes, o damos preferencia a los agudos.
¿Por qué podríamos necesitar usar un ecualizador?
Los fabricantes de productos electrónicos disponen de sus propias ideas acerca de cómo deberían sonar un equipo. Sin embargo, con la ayuda de un ecualizador podemos personalizar al máximo la experiencia.
Por ejemplo, puede que nos apasione la música y no nos guste el sonido que nos proporciona el reproductor. En caso de que el reproductor disponga de ecualizador, físico o digital, podríamos conseguir personalizar el sonido.
Es cierto que la música que estamos escuchando también influye, de manera que los sonidos naturales de esa pista en concreto no solo tienden a responder de forma única a distintos niveles de ecuación, sino que, en el caso de la música digital, es posible que también necesitemos cubrir las imperfecciones introducidas por ciertos formatos de compresión de archivos, que podrían afectar a la calidad general del audio.
Teniendo todo esto en cuenta, un ecualizador puede ser de muchísima utilidad a la hora de conseguir mejorar el sonido al máximo. Por ejemplo, nos ofrece la posibilidad de ayuda a suavizar la voz del narrador de nuestro audiolibro favorito, o conseguir que los sonidos graves retumben en nuestros oídos.
¿Cómo funciona un ecualizador?
En su definición más básica, un ecualizador se encarga de manipular frecuencias. Independientemente de que se trate de un ecualizador analógico o digital, un EQ es útil para ajustar distintos elementos de sonido, logrando un resultado final ligeramente diferente al original.
En este sentido, la mayoría de las personas conocen un total de tres niveles básicos de ecualización: graves, medios y agudos. Por tanto, si deseamos añadir un poco de brillo al sonido, lo ideal es añadir algunos agudos. O, al contrario, si deseamos más graves, deberemos dar preferencia a las frecuencias graves.
Por suerte, cuando no deseamos personalizar cada frecuencia, muchos reproductores multimedia, o aplicaciones de streaming musical, disponen de sus propios preajustes populares como “Jazz”, “Rock” o “Pop”, por citar algunos de los ejemplos más sencillos.
En lo que al ecualizador gráfico se refiere, nos encontramos ante un gráfico (nunca mejor dicho), con una serie de frecuencias en un eje y decibeles (dB) en el otro. Así, de izquierda a derecha, encontraremos una serie de controles deslizantes que nos permitirán ajustar determinadas bandas de frecuencia, hacia arriba o hacia abajo, a lo largo de la escala de dB.
Las frecuencias agudas comenzarán en el extremo derecho, mientras que las frecuencias graves empiezan a la izquierda. Finalmente, en el medio, encontraremos frecuencias de rango medio.