Así es la inteligencia artificial según Kai-Fu Lee
'Las superpotencias de la inteligencia artificial' es el último libro de Kai-Fu Lee, uno de los mayores expertos mundiales en IA. Ahora más que nunca es buen momento para leerlo.
Kai-Fu Lee es un empresario y escritor estadounidense nacido en Taiwán, considerado uno de los mayores expertos mundiales en inteligencia artificial (IA). Graduado en Informática por la Universidad de Columbia, obtuvo su doctorado en la Universidad de Carnegie Mellon donde, como parte de su tesis, desarrolló el que es considerado el primer sistema de reconocimiento del habla independiente: Sphinx. Ha trabajado para algunas de las compañías más importantes del sector como Apple, SGI, Microsoft o Google, donde desarrolló su carrera como presidente de la filial de la empresa en China. En 2009 funda Sinovation Ventures, un fondo de capital de riesgo orientado al desarrollo de la próxima generación de compañías chinas de alta tecnología. Es, además, autor de siete libros que se han convertido en bestsellers en China y tiene más de cincuenta millones de seguidores en las redes sociales.
Hace tan sólo unas semanas, antes de que estallara con virulencia el COVID-19, Lee estuvo en Madrid presentando su libro Superpotencias de la inteligencia artificial. Sí, no se equivocan, esas superpotencias son Estados Unidos y China. En el libro, Kai-Fu Lee pide a ambos países que acepten la gran responsabilidad que conlleva ostentar un poder tecnológico tan significativo y nos advierte que, debido a estos progresos sin precedentes, tendrán lugar grandes cambios mucho antes de lo que todos pensábamos. Muchos expertos ya dicen que la IA tendrá efectos devastadores para los trabajos manuales, pero Lee predice que los trabajos de oficina también sufrirán un fuerte impacto. Superpotencias de la inteligencia artificial ofrece una clara descripción de qué trabajos serán afectados y cuándo, cuáles pueden mejorar gracias a la IA y, lo más importante, cómo podemos aportar soluciones a algunos de los cambios más profundos de la historia de la humanidad, que están a punto de llegar.
La sabiduría del cáncer
En septiembre de 2013 le diagnosticaron al propio Lee un linfoma en estadio IV. En un instante, dice, su mundo de algoritmos mentales y logros personales se vino abajo. Ninguna de esas cosas podía salvarle, ni proporcionarle consuelo y sentido. Como tantas personas obligadas a enfrentarse de repente a su propia mortalidad, le invadió el miedo por el futuro y un profundo arrepentimiento por la forma en que había vivido su vida. No obstante, el autor del libro aprovechó esta confrontación personal con la muerte, como él la define, para reorganizar sus prioridades y cambiar su forma de ver la vida. Y señala que “dejé de ver mi vida como un algoritmo que se optimiza para influenciar”. Pero a la vez definió que tenía que construir el futuro sobre las capacidades de pensamiento de la IA y la de amar de los seres humanos. “Si podemos crear esta sinergia, podremos aprovechar el innegable poder de la inteligencia artificial para generar prosperidad al mismo tiempo que abrazamos nuestra humanidad esencial”.
¿Hay espacio para la humanidad en un mundo dirigido por máquinas inteligentes? “Si los robots lo hacen todo, ¿qué haremos nosotros entonces?” Esa fue la pregunta que le hizo un niño de preescolar al reconocido experto en inteligencia artificial Kai-Fu Lee, y el libro que sostienes en tus manos es su respuesta. Porque, cuando se trata de entender el futuro de la inteligencia artificial, todos somos como niños curiosos: llenos de preguntas que no podemos contestar e intentando asomarnos continuamente al futuro. Todos queremos saber qué significará la automatización de la IA para nuestros trabajos y cómo afectará a nuestras metas en la vida. Superpotencias de la inteligencia artificial explora estas cuestiones y ofrece soluciones a los cambios que traerá esta nueva era de la tecnología. El futuro de la inteligencia artificial ya está aquí y debemos aprender a adaptarnos si queremos sobrevivir.
Algunos extractos de la obra
“Parte de la razón por la que resulta tan difícil predecir el final de la historia de la IA es porque no se trata sólo de una historia sobre máquinas. Es también una historia sobre seres humanos, personas con libre albedrío que les permite tomar sus propias decisiones y conformar sus propios destinos”.
“No soy un oráculo que pueda predecir a la perfección nuestra IA futura, pero al analizar estas cuestiones puedo aportar mi experiencia como investigador de inteligencia artificial, ejecutivo de tecnología y ahora inversor de capital riesgo, tanto en China como en Estados Unidos. Mi esperanza es que este libro arroje algo de luz sobre cómo llegamos hasta aquí, y también inspire nuevas conversaciones acerca de hacia dónde nos dirigimos a partir de ahora”.
“Lo que realmente representan los últimos avances en IA es la aplicación de las increíbles facultades de reconocimiento de patrones y de predicción del aprendizaje profundo en diferentes esferas, como el diagnóstico de una enfermedad, la emisión de una póliza de seguro, la conducción de un automóvil o la traducción de una frase en chino a inglés legible. No significan un progreso rápido hacia la ‘IA general’ o cualquier otro avance similar en el nivel del aprendizaje profundo. Ésta es la era de la implementación, y las empresas que quieran beneficiarse de este período de tiempo necesitarán empresarios, ingenieros y gerentes de producción con talento”.
“Los estadounidenses tratan a los buscadores como Páginas Amarillas, una herramienta para encontrar simplemente una información específica. Los usuarios chinos los utilizaban como si de un centro comercial se tratara, un lugar donde echar un vistazo a una variedad de productos, probarse cada uno de ellos y, finalmente, elegir comprar alguna cosa”.
El dilema del empleo y la IA
“Más allá de la pérdida directa de empleos, la inteligencia artificial exacerbará la desigualdad económica mundial. Al conceder a los robots el poder de la vista y la capacidad de moverse de forma autónoma, la IA revolucionará la industria manufacturera, llevando a la quiebra a los talleres clandestinos del tercer mundo repletos de ejércitos de trabajadores con bajos salarios. Al hacerlo, eliminará los peldaños inferiores de la escalera del desarrollo económico. Privará a los países pobres de la oportunidad de impulsar su crecimiento económico a través de exportaciones de bajo coste, la única ruta probada que ha sacado de la pobreza a países como Corea del Sur, China y Singapur. Las grandes poblaciones de jóvenes trabajadores que alguna vez constituyeron la mayor ventaja de los países pobres se convertirán en un pasivo neto y potencialmente desestabilizador. Sin una forma de iniciar el proceso de desarrollo, los países pobres se estancarán mientras las superpotencias de la IA despegarán.»
“En diez o veinte años seremos técnicamente capaces de automatizar entre el cuarenta y el cincuenta por ciento de los puestos de trabajo de Estados Unidos [...]. Esto — y no puedo enfatizarlo lo suficiente — no significa que el país se enfrentará a una tasa de desempleo del cuarenta al cincuenta por ciento. Las fricciones sociales, las restricciones reglamentarias y la inercia de antaño ralentizarán en gran medida la tasa real de pérdida de puestos de trabajo. Además, se crearán nuevos empleos sobre la marcha, posiciones que podrán compensar parte de estas pérdidas inducidas por la IA”.
“Se han realizado pocos estudios de calidad sobre el impacto de la automatización en el gigante asiático, pero la opinión generalizada sostiene que el pueblo chino se verá mucho más afectado, con robots inteligentes que pondrán fin a una era dorada para los trabajadores de la “fábrica del mundo” [...]. Los expertos, como Martin Ford, autor del libro 'El auge de los robots', sostienen que esta gran base de trabajo manual rutinario podría convertir a China en la “zona cero de la disrupción económica y social provocada por el auge de los robots”.
“Los ganadores de esta economía de la IA se maravillarán de la impresionante potencia de estas máquinas. Pero el resto de la humanidad tendrá que lidiar con una pregunta mucho más profunda: cuando las máquinas puedan hacer todas aquellas cosas que hacemos nosotros, ¿qué significará ser humano? Ésa es una pregunta con la que tuve que lidiar personalmente en las profundidades de mi propia crisis de mortalidad y significado. Esa crisis me llevó a un lugar muy oscuro, que llevó mi cuerpo al límite y desafió mis creencias más profundas sobre lo que es más importante en la vida. Pero fue ese proceso — y ese dolor — lo que me abrió los ojos a un final alternativo para la historia de los seres humanos y de la inteligencia artificial”.
La coexistencia del hombre con la IA
“No somos espectadores pasivos en la historia de la IA, somos sus autores. Esto significa que los valores que sustentan nuestras visiones de un futuro de la IA bien podrían convertirse en profecías autocumplidas. Si nos decimos que el valor de los seres humanos reside únicamente en su contribución económica, entonces actuaremos en consecuencia”.
“La educación es la mejor solución a largo plazo para los problemas de empleo relacionados con la IA a los que nos enfrentaremos. Los milenios anteriores de progreso han demostrado la increíble capacidad de los seres humanos, tanto para innovar técnicamente como para adaptarse a esas innovaciones, capacitándonos para nuevos tipos de trabajo. Pero la escala y la velocidad de los cambios que se avecinan no nos brindarán el lujo de confiar sólo en las mejoras educativas para ayudarnos a mantenernos al día con las demandas cambiantes de nuestras propias invenciones”.
“Preveo el surgimiento de un ecosistema de emprendimiento que considerará la creación de empleos en el sector terciario humanístico como un bien en sí mismo. Dirigirá el dinero a proyectos de servicio centrados en el ser humano que puedan incrementar y contratar a un gran número de personas: consultores de lactancia para la atención posnatal, entrenadores especializados en deporte juvenil, recopiladores de historias orales familiares, guías de la naturaleza en parques nacionales o compañeros de conversación para ancianos”.
“No quiero vivir en una sociedad dividida en castas tecnológicas, donde la élite de la IA viva en un mundo enclaustrado de una riqueza casi inimaginable, apoyándose en dádivas mínimas para mantener sedadas en su lugar a las masas desempleadas. Quiero crear un sistema que provea a todos los miembros de la comunidad, pero que también utilice la riqueza generada por la IA para construir una sociedad más compasiva, amorosa y, en última instancia, humana. Lograr este resultado requerirá sin duda un pensamiento creativo y una formulación de políticas complejas, pero a menudo la inspiración que impulsa este proceso proviene de lugares poco probables”.