El modelo blockchain puede favorecer a los creadores de contenidos
Las plataformas basadas en blockchains o cadenas de bloques permitirán una mayor transparencia a los creadores de contenidos, entre otras ventajas de las que ahora carecen.
Transparencia en cuestiones de contratación, privacidad, seguridad, respeto por los derechos de autor, entre otros, son los factores que aspira a mejorar el modelo blockchain o cadena de bloques.
Básicamente, el blockchain es una estructura de datos en internet que se agrupa en conjuntos (bloques) a los que se les añade información relativa a otro bloque de la cadena anterior en una línea temporal, lo que permite asegurar las transacciones digitales de cualquier naturaleza (económica, burocrática, etc). En particular, este modelo elimina a los intermediarios, descentralizando toda la gestión.
Así pues, el blockchain sería como un libro de cuentas en los que los registros (los bloques) están enlazados y cifrados para proteger la seguridad y privacidad de las transacciones.
Este nuevo paradigma facilitaría que un creador de contenidos fuera el centro de su producción y no las casas discográficas, las editoriales, las distribuidoras y demás intermediarios.
El caso de un músico
Alex Tapscott y Don Tapscott ponen el siguiente ejemplo en su libro La revolución blockchain a propósito de un músico que sube una canción a un portal: “De manera que todas las demás partes, no solo sellos discográficos, editores musicales y promotores de giras, sino también empresas que buscan música para anuncios, productores de televisión que buscan bandas sonoras, proveedores de servicios de telefonía móvil que buscan tonos de llamada y los muchos fans que hacen vídeos, podrían decidir si aceptar los términos de uso”.
Este modelo, el del blockchain, no excluiría a los intermediarios, pero sí haría que ellos fueran miembros equivalentes al autor, y no los miembros dominantes del ecosistema. Además, la remuneración del autor podría hacerse a través de criptodivisas, dinero también basado en blockchain, como el bitcoin.
En conclusión, este nuevo ecosistema posee una serie de características beneficiosas para el creador de contenidos que pueden resumirse en:
- Plantillas de contratos transparentes que respetan al artista y lo consideran un empresario. Además, se puede renegociar el contrato o determinada cláusula de forma abierta en cualquier instante.
- Derechos de autor inclusivos que reparten las ganancias de forma equitativa. Como escriben Alex y Don Tapscott: “Los artistas también necesitan una gestión de derechos subsidiarios automatizada, allí donde sea posible o deseada, que permita a los posibles concesionarios aceptar o rechazar los términos de uso y pago estipulados por el artista. El mismo contrato aplica los acuerdos y puede notificar al artista violaciones y rescisiones”.
- Registros transparentes sobre los beneficios que produce una creación (canción, texto, ilustración, etc) y cómo se reparten los porcentajes.
- Posibilidad de microrrentabilizar la creación. Andreas Antonopoulos, un importante teórico de los blockchains, pone el siguiente ejemplo: “Streamium es un proveedor de vídeos de transmisión en línea argentino que permite a los productores de vídeo cobrar milésimas de céntimo por descargar, pongamos, doscientos milisegundos de vídeo”.
- Derechos de autor más transparentes, condiciones de uso para cada propósito, información de contacto, términos de esa venta, etc.
- Sistema de reputación más justo que se basará en la información del historial de descargas, visualizaciones, transacciones de una obra. Esto permitirá que el creador establezca una credibilidad unívoca frente a futuros contratantes o para sus seguidores.
En definitiva, el blockchain permite que el creador sea el centro del sistema, que haya más transparencia, que exista mayor flexibilidad y que las fronteras, tanto burocráticas como financieras o políticas, queden reducidas a su mínima expresión.