Todas las claves del virus del ébola
El virus del ébola es una de las enfermedades más letales y contagiosas que sigue poniendo en jaque al continente africano.
La enfermedad del virus del ébola es una condición grave, a menudo mortal en humanos y primates no humanos. Se basa en varias fiebres hemorrágicas virales, causadas por una infección con un virus de la familia Filoviridae, género Ebolavirus.
Las tasas de mortalidad del ébola varían según la cepa. Por ejemplo, el ébola-Zaire puede tener una tasa de mortalidad de hasta el 90 por ciento, mientras que el ébola-Reston nunca ha causado una muerte en los seres humanos.
La infección se transmite por contacto directo con la sangre, fluidos corporales y tejidos de animales o personas infectados. Los pacientes gravemente enfermos requieren cuidados intensivos de apoyo. La enfermedad del virus del ébola (EVE) a menudo se caracteriza por la aparición repentina de fiebre, debilidad intensa, dolor muscular, dolor de cabeza y dolor de garganta.
¿Cuál es la historia del ébola?
Los primeros casos de ébola se registraron simultáneamente en 1976 en Yambuku, cerca del río Ébola en Zaire (ahora República Democrática del Congo) y en Nzara, Sudán. Desde entonces, erupciones o casos asintomáticos de ébola en humanos y animales han surgido de forma intermitente en los siguientes lugares debido a brotes, contaminación de laboratorio y accidentes: La República Democrática del Congo (RDC), Sudán (Sudán del Sur), Senegal, Reino Unido, Estados Unidos (EE.UU.), Filipinas, Italia, España, Gabón, Costa de Marfil, Sudáfrica, Rusia, Uganda, Guinea, Liberia y Sierra Leona.
El brote de ébola de 2014 fue el más grande de la historia y afectó principalmente a Guinea, el norte de Liberia y Sierra Leona. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) estiman que la epidemia causó más de 11,000 muertes, casi todas ocurriendo en África Occidental.
En Estados Unidos, los informes indican que ha habido dos casos importados, incluida una muerte y dos casos adquiridos localmente en trabajadores médicos. También fue documentado un pequeño número de casos en Nigeria, Mali y Senegal, pero las autoridades de salud fueron capaces de contener estos casos y prevenir una mayor propagación.
El 31 de julio de 2015, The Lancet publicó los resultados preliminares de un ensayo de vacunas financiado y organizado por la OMS; La vacuna contra el ébola tuvo una eficacia del 100% en el ensayo, que tuvo lugar en Guinea e involucró a 4.000 personas. El siguiente paso es hacer que estas vacunas estén disponibles tan pronto como sea posible.

La enfermedad del virus del ébola (EVE) es una patología vírica muy grave, con una letalidad que puede llegar al 90 %. Se detectó por primera vez en 1976, en aldeas de África oriental situadas cerca del río Ébola, de donde proviene el nombre de dicha enfermedad.

Según los expertos, los portadores naturales de este virus son los murciélagos frugívoros, aunque también se han documentado casos de contagio por contacto con gorilas, chimpancés o antílopes infectados.

Cuando una persona está infectada, la transmisión del virus es de persona a persona por contacto directo con órganos, sangre, secreciones, u otros líquidos corporales. También el estar en contacto con los cadáveres de personas fallecidas a causa de EVE puede provocar el contagio a quien lo manipula. Por ello, las medidas de protección del personal sanitario ante estos casos, como los de las funerarias posteriormente en caso de fallecimiento son vitales para que no se propague el virus.

Además de la rapidez y la letalidad que tiene el ébola, otro hándicap importante es su difícil diagnóstico, ya que el periodo de incubación oscila entre los 2 y los 21 días, lo que en ocasiones puede ralentizar mucho su diagnóstico aumentando las posibilidades de contagio entre personas sin saber que lo tienen.

Además, su identificación es muy específica, antes hay que descartar otras patologías como el paludismo, el cólera o la peste entre otras. Una vez descartadas, son necesarias unas pruebas muy concretas de laboratorio para confirmar que se trata de este virus.

Lo más característico es la aparición repentina de fiebre, debilidad intensa y fuertes dolores de cabeza y de las articulaciones. Además, el EVE también provoca vómitos, diarrea, fallos en el hígado y en casos ya muy avanzados hemorragias internas y externas.

No existe ninguna vacuna ni tratamiento específico, los pacientes más graves requieren cuidados intensivos, con tratamientos de hidratación por vía intravenosa u oral. Lo único que se puede hacer ante un brote es la prevención para evitar el contagio.

La Organización Mundial de la Salud elaboró en 2008 una estrategia sobre el protocolo a seguir ante el EVE, métodos de prevención y de tratamiento de los pacientes (Interim infection control recommendations for care of patients with suspected or confirmed Filovirus haemorrhagic fever). Aunque está siendo actualizado para una mayor eficiencia, se recomienda seguir estas precauciones generales para frenar el avance de la enfermedad.