Diez datos sobre la dieta mediterránea

La dieta mediterránea está incluida en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. Su candidatura fue presentada por España, Grecia, Italia y Marruecos.
Fotogalería: Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en España

Tomar una copita de vino tinto diaria tiene numerosos efectos beneficiosos sobre nuestro organismo. Su acción se debe fundamentalmente a los polifenoles, que son utilizados por la flora intestinal para generar compuestos antioxidantes.
El vino mejora la flora intestinal

Los ajos, aderezo imprescindible en muchos platos de la cocina mediterránea, reducen el colesterol y los triglicéridos, combaten la hipertensión y contienen muchos nutrientes y vitaminas esenciales para nuestro organismo. Además, son depurativos, diuréticos y antioxidantes.

Cuando llega el verano, nada mejor que acompañar las comidas con una buena ensalada de productos de la huerta. Comer verduras y hortalizas regula la función intestinal y aporta una buena variedad de ingredientes que poseen mucha fibra y nutrientes esenciales.

El consumo regular de legumbres reduce la hipertensión, ayuda a prevenir el cáncer de mama y mejora el control de los niveles de azúcar en sangre.

Empezar el día con un zumo de naranja nos llena de energía y nos hace sentir de mejor humor.

Las investigaciones han demostrado que las personas que consumen tomate regularmente tienen menos riesgo de padecer derrames cerebrales.

El trigo ha sido cultivado en la Península Ibérica desde el Neolítico. Debido a eso, la dieta mediterránea se basa en gran parte en el consumo de alimentos derivados de este cereal.

Las uvas no solo sirven para hacer el vino. También ayudan a proteger la piel de los dañinos rayos ultravioleta del sol.

Uno de los clásicos en la dieta mediterránea es el aceite de oliva. Numerosas investigaciones han demostrado que combate el envejecimiento, protege el cerebro y reduce el riesgo de infarto.