10 ideas para combatir el insomnio
Para conciliar el sueño y disfrutar de un buen descanso es necesario incorporar una serie de rutinas sencillas en nuestro día a día.
El insomnio es un problema cada vez más frecuente entre la población adulta: las preocupaciones, el vertiginoso ritmo de la vida moderna, las redes sociales y la conexión total 24 horas… son factores que nos impiden conseguir un buen descanso. Todos tenemos épocas en nuestra vida en las que nos cuesta conciliar el sueño, por ejemplo durante exámenes o ante cambios grandes como una mudanza, la llegada de un hijo o un trabajo nuevo. Lo importante es no obsesionarse (es muy fácil caer en una espiral en la que nuestro propio miedo a no conseguir conciliar el sueño nos pone nerviosos y a su vez nos impide dormir) y pensar que seguramente sea un problema transitorio.
En esta galería te ofrecemos una serie de consejos prácticos y sencillos que recomendamos que incorpores a tus rutinas cotidianas. No obstante, si el problema va a más o se hace crónico, es conveniente que te pongas en contacto con un profesional de la salud.

La pérdida temporal del sueño no produce efectos graves. Todos hemos tenido épocas de insomnio que acaban remitiendo en unos días. La mayoría de las veces no existe una causa única y definida.

El cerebro necesita desconectar con antelación, por ejemplo, de actividades estimulantes, como el WhatsApp y las redes sociales.

Solo funcionan a corto plazo. Conseguirás vencer el insomnio durante unos días, pero, luego, el problema resurgirá.

Establece una franja horaria e intenta acostarte y levantarte en ese horario, incluso, después de haber pasado una noche sin dormir. Evita las siestas.

Se trata de buscar la fatiga física, que ayuda a conciliar el sueño. Pero no lo hagas antes de dormir: el deporte genera endorfinas y eso rompería el citado apagón de estímulos.

Cena frugalmente (poca cantidad y alimentos digestivos) y evita los estimulantes (cafeína, chocolate, etc.). Pero tampoco te acuestes con hambre.

Haz ejercicios de relajación sencillos (tensar y relajar músculos) antes de meterte en la cama. También puedes usar respiración abdominal o técnicas de imaginación controlada (proyectarse a un lugar relajante).

Intenta controlar el contenido de tu pensamiento nocturno. Lo esencial es que elijas pensamientos fluidos y descartes los pensamientos preocupantes. Evita temas en los que tengas que tomar decisiones o que te supongan tensión con otras personas.

Por ejemplo, si sabes que ciertos programas de televisión, noticias o conversaciones te van a generar ira, posponlas. Intenta buscar estímulos entretenidos, pero que no te activen.

Acorta el periodo de sueño acostándote después o levantándote antes, hasta que recuperes la facilidad para descansar.