
Según el psicólogo estadounidense
Robert Provine, de la Universidad de Maryland, "lo que hace que un
chiste sea bueno es lo mismo que lo hace difícil de recordar". Provine se refiere a los
giros inesperados en las historias que nos sorprenden y nos hacen reír. Por eso, añade, después de escucharlos habitualmente sólo recordamos el final. ?Los buenos chistes funcionan al revés que los poemas o las piezas de música, donde la rima y el ritmo, la repetición, refuerzan la
memoria?, puntualiza. Por el contrario la estructura y los remates previsibles de los gags más comunes los hacen fácil de aprender.
Robert Provine lleva dos décadas estudiando el papel que juegan
la risa y el humor en nuestras vidas. Entre otras cosas ha descubierto que
reír es una costumbre ancestral que nos ayuda a estrechar lazos con nuestros semejantes, y que las mujeres se ríen más que los hombres.