¡Peligro! Alergia a la progesterona
La alergia a esta hormona femenina es la culpable de que algunas mujeres no puedan tener hijos ni tomar anticonceptivos. Por fortuna, se puede tratar con la desensibilización rápida, un método creado para que el sistema inmune se habitúe a ella.
La infertilidad afecta a entre un 10 %y un 15 % de la población del planeta, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España, la cifra aumenta hasta un 17 %, según la Sociedad Española de Fertilidad (SEF). Es el quinto país europeo con menor tasa de fecundidad y el octavo del mundo, tal y como muestran las estadísticas de Eurostat y del Banco Mundial, respectivamente. Según la SEF, las causas se atribuyen por igual a problemas del hombre y de la mujer, y al menos un 30 % a factores desconocidos. Entre ellos, uno que gracias a la alergóloga española Mariana Castells, catedrática de la Escuela de Medicina de Harvard (EE. UU.), ya no lo es: la alergia a la progesterona, una hormona sexual femenina que prepara el útero para el embarazo.
El descubrimiento tuvo lugar en 2010, cuando la directora general de una importante compañía de Boston acudió al servicio de la doctora Castells en el Brigham and Women’s Hospital, en esa misma ciudad estadounidense. Su problema era que, a pesar de que se había sometido a varios programas de fecundidad y lo había probado todo, no se quedaba embarazada. La mujer le contó a la doctora Castells que había sufrido durante su juventud un síndrome llamado dermatitis autoinmune inducida, que le causaba molestos eccemas, ronchas y deformidades en la piel justo antes de la menstruación. Esto hizo saltar las alarmas de la catedrática y le ayudó a formular su hipótesis: tal vez el problema era que la paciente sufría rechazo a su propia progesterona.
Terapia pionera
Mediante una prueba cutánea, la experta comprobó que, efectivamente, la mujer padecía una hipersensibilidad a esta hormona. Pero su verdadero hallazgo no fue este, sino la solución que diseñó para neutralizar la alergia y que la directiva pudiera, por fin, quedarse embarazada. La idea se le ocurrió en un momento, pero no habría sido posible de no ser por los más de veinte años que llevaba dedicada al estudio de las alergias, en concreto, las relacionadas con los medicamentos. Años atrás, diseñó un protocolo de desensibilización para poder administrar a los pacientes los fármacos a los que son hipersensibles.
Medicinas que matan
Hasta un 10 % de la población mundial puede sufrir una reacción de rechazo a alguna medicina. Es algo que afecta a cerca de un 20 % de todos los pacientes hospitalizados y puede ser la causa de un 20 % de las fatalidades por anafilaxia, una reacción alérgica grave y potencialmente mortal. Son los datos de 2010 de la OMS que cita la Academia de Alergia, Asma e Inmunología de Estados Unidos. La cifra podría ser mayor hoy, dado el aumento de la esperanza de vida y a los postulados de la teoría higienista, que correlaciona la disminución de la incidencia de infecciones con el aumento de enfermedades autoinmunes y alérgicas.

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“El problema es que, dado que en nuestra sociedad no estamos expuestos a agentes externos de los que nos tengamos que defender, el sistema inmunitario se dirige hacia objetivos que no debería tocar, como moléculas pequeñas (de las que están compuestas los antibióticos), medicamentos de quimioterapia y otros fármacos. Y como consecuencia, se producen reacciones adversas —explica la doctora Castells. Y añade—: Si bien cada vez contamos con mejores medicinas, como los anticuerpos monoclonales, que inducen a la muerte de las células cancerosas sin dañar a las sanas, el precio que tenemos y tendremos que pagar es la alergia a los medicamentos”.
Ella misma demostró, en un artículo científico publicado en 2008 en The Journal of Allergy and Clinical Immunology, que más de un 27 % de las pacientes con cáncer de ovario que se exponen al carboplatino desarrollan hipersensibilidad contra este fármaco de quimioterapia. Sin embargo, no todas las reacciones adversas a medicamentos son alérgicas. Una buena parte –las de tipo A– se relaciona con la acción de la medicina en sí.
Por ejemplo, cuando un fármaco para la hipertensión reduce demasiado el ritmo cardiaco o produce un fallo del corazón. “Estas son respuestas esperadas y dependen de la dosis: cuanto mayor sea, más intensas resultarán”, apunta la alergóloga. Por otra parte, tenemos las reacciones alérgicas de origen inmunológico –de tipo B–, que no están controladas y se pueden producir la primera vez que una persona toma un fármaco o tras varias exposiciones. Cuenta la doctora Castells que el primer ejemplo evidente se dio en los años 30 y 40, con la penicilina. “Por aquel entonces se basaban en ella todos los antibióticos; a raíz de su uso comenzaron a surgir los primeros casos de hipersensibilidad”.
El cáncer entra en escena
Estas alergias de tipo B son las que pueden causar reacciones más serias, que a veces llevan a la anafilaxia. Y son un problema importante, ya que impiden administrar a los afectados una medicina que pueden necesitar en un momento determinado. La gravedad se acentúa cuando la molécula o moléculas a las que el paciente es hipersensible suponen la terapia de primera línea para su enfermedad: es decir, el tratamiento que le permitiría vivir más y con una mayor calidad de vida. Entonces, ¿qué sucede cuando alguien es alérgico al fármaco que necesita para superar su cáncer y no existe alternativa? La respuesta se llama desensibilización rápida a medicamentos, una técnica en la que la doctora Castells es referencia mundial, además de pionera en su práctica con quimioterápicos.
El proceso consiste en inyectar al paciente la misma sustancia en cantidades muy pequeñas, que van en aumento hasta que se tolera la dosis entera. En palabras de ella, es un protocolo por el que se proporcionan al sujeto dosis subóptimas, es decir, cantidades inferiores a las indicadas para su tratamiento con el fármaco en cuestión. Pueden ser una milésima, una centésima o una décima parte de la dosis que produjo la reacción alérgica, y se administran normalmente por vía intravenosa, aunque también por vía oral. La cantidad se va doblando cada quince o veinte minutos, aproximadamente, hasta llegar a una desensibilización completa en solo seis horas. Castells aclara que desensibilizar no significa erradicar la alergia:
“Desactivamos temporalmente la reacción del organismo contra aquello que se la causa, pero el paciente sigue siendo alérgico”. ¿Se pueden someter todas las personas a este proceso? ¿Qué pasos previos hay que seguir? “Dado que no todas las reacciones son iguales, hay respuestas graves que implican que el paciente nunca podrá volver a tomar la medicina, y reacciones anafilácticas –alérgicas por naturaleza– que sí pueden abordarse con un protocolo de desensibilización adecuado”, explica la experta.
Paso a paso
El proceso sigue tres etapas esenciales. La primera es la evaluación de los síntomas, señala la doctora Castells. Para saber si es verdad o no que existe alergia, la persona debe poder ser evaluada, y hay que tener en cuenta la gravedad de las reacciones. La segunda es que exista un diagnóstico de certeza, confirmado por especialistas. Y la tercera es el tratamiento, que no siempre consiste en la desensibilización. Esta se aplica solo si la alergia afecta a una medicina de terapia de primera línea. El motivo es obvio: si hay alternativas igual de buenas para el paciente que el fármaco al que es alérgico, la desensibilización no resulta necesaria. Penicilina, antibióticos, quimioterápicos, hierro, insulina y un largo etcétera de moléculas pueden causar alergia. En el Brigham and Women’s Hospital de Boston, dedicado exclusivamente a la práctica de desensibilizaciones rápidas a medicamentos y a la investigación en este ámbito, tienen un especial interés en las más rebeldes. “Hemos puesto en marcha un agresivo programa para problemas graves, como el cáncer, la fibrosis quística y las enfermedades crónicas, cuyo abordaje puede repercutir en una mayor calidad de vida”, comenta.

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¡Eureka!
¿Hay alguna otra opción para afrontar las alergias a medicamentos? La doctora Castells asegura que no hay alternativa ni modo posible de que un alérgico vuelva a tomar una medicina que le causa alergia, aunque para evitar la hipersensibilidad se pueden usar medicamentos inmunosupresores, lo que conlleva serios riesgos de infección. La catedrática realiza cada semana unas treinta desensibilizaciones –más de mil al año– y ha publicado los resultados de esta técnica probada con miles de pacientes en diferentes revistas científicas de impacto. Con la desensibilización en mente, y tras haberse confirmado la alergia a la progesterona de la directiva que en 2010 había acudido al centro de Castells porque no podía quedarse embarazada, la médico tuvo una idea: ¿y si tratamos a la progesterona como un fármaco y la desensibilizamos? Tal vez así, la paciente podría tolerar las dosis de progesterona necesarias para seguir el tratamiento de fertilidad y llevar el embarazo a término. “Es una idea que no se había descrito anteriormente ni se había abordado de esa manera, pero tenía sentido tratar en este caso a la progesterona como una medicina y no como una hormona endógena. Las dosis necesarias para el tratamiento eran más altas de las que se producen dentro del organismo, equivalentes, sin embargo, a las que se administran con medicamentos”, explica la alergóloga catalana.
El proceso para ser madre
El paso necesario inicial para tratar a esta primera paciente fue diseñar un protocolo de desensibilización basado en el que ya tenían. Había varias posibilidades, de acuerdo con las dos formas de administración de los tratamientos de fertilidad: una, mediante un supositorio intravaginal; y dos, mediante inyecciones. Como esta última suponía el ingreso de la paciente en el hospital y era más agresiva, optaron por la primera. Encargaron la fabricación de supositorios a medida, con una dosis inicial de un miligramo de progesterona, en contraposición a la que se requiere para el tratamiento: de 100 a 300 miligramos.
A partir de ahí, fueron doblando las cantidades cada veinte minutos hasta llegar a 100 miligramos. En este momento, la desensibilización ya se había completado, pero era crucial mantener la dosis de progesterona elevada para que el embrión descongelado que iban a implantar en la paciente se agarrase bien al útero mediante los receptores de la hormona. Así se hizo, con una dosis de mantenimiento, y la directiva se quedó embarazada. “Tuvo un parto fenomenal y un niño precioso”, recuerda la doctora Castells. Fue uno de los seis casos reales que la doctora relató en un estudio publicado en 2011 en la revista científica Fertility and Sterility, de la Asociación de Medicina Reproductiva de Estados Unidos, firmado también por su ayudante, Alicia Prieto. Se trataba de mujeres que, o bien no podían quedarse embarazadas, o bien no podían tomar anticonceptivos debido a su alergia a esta hormona. La doctora Castells continuó aplicando el protocolo para el tratamiento general de féminas con alergia a la progesterona, y en 2016 publicó un nuevo artículo, también en la revista The Journal of Allergy and Clinical Inmunology.
Se trata de la mayor serie de casos de pacientes con hipersensibilidad a progesterona (veinticuatro) con resultados de tratamiento exitoso mediante desensibilización. Varios de ellos terminaron en embarazos de gemelos. Aunque no solo se trataba de mujeres que se querían quedar en estado. También las había con otro tipo de problemas asociados a su alergia.
Una modelo en paro
La doctora Castells recuerda un caso especialmente llamativo, el de una modelo europea que había dejado de tomar anticonceptivos porque le disminuían la libido. A causa de ello, se quedó embarazada y decidió tomar rápidamente una píldora abortiva. Al cabo de un tiempo, mantuvo una relación de riesgo y se tomó la pastilla del día después. Como consecuencia, comenzó a tener menstruaciones con síntomas de alergia a la progesterona muy intensos, y cada mes se le formaban llagas en la cara y otras lesiones similares.
“La modelo se fue afeando y deformando; engordó a causa de los corticoides que le habían mandado para la dermatitis y la echaron del trabajo”, relata la alergóloga. Tras haber visitado a una larga lista de dermatólogos, ginecólogos y todo tipo de especialistas, a alguien se le ocurrió que el problema de esta mujer podía ser la alergia a la progesterona. Le realizaron la prueba y salió positiva. Como solución le recetaron anticonceptivos para suprimir la ovulación y evitar las reacciones alérgicas, algo que no tenía ningún sentido porque dichos fármacos contenían progesterona.
Siguiendo las recomendaciones, la modelo se tomó la píldora y sufrió un shock anafiláctico, que por suerte no resultó fatal. Llegada a este punto y desesperada, la joven buscó información y encontró el artículo de 2011 sobre las desensibilizaciones a la progesterona que se habían llevado a cabo en el centro de Castells en Boston. Pensó que esta alergóloga sería la única que podría ayudarla, así que ahorró lo suficiente para viajar hasta allí. “Era el primer caso que nos llegaba de una alergia causada por la píldora del día después, que no sabíamos que podía tener este efecto — cuenta Castells—. Decidimos probar el protocolo de desensibilización con ella paulatinamente, con una dosis diferente cada mes hasta alcanzar la adecuada para evitar la dermatitis”.
Solución liberadora
La modelo toleró con éxito el protocolo y lleva ya dos años sin síntomas de alergia, tomando una cantidad mínima de progesterona a diario como dosis de mantenimiento, según nos dice la especialista. “Le ha cambiado la cara y ha recuperado su figura. Ahora es diseñadora y quiere quedarse embarazada, por lo que habrá que suspender la dosis de progesterona y probar cómo responde”. Tanto a la modelo como a la directiva y a las decenas de pacientes tratadas por las doctora Castells, la desensibilización les ha cambiado la vida para mejor. Sin embargo, otras muchas mujeres en todo el mundo nunca conocerán el motivo por el que no pueden quedarse embarazadas o tomar anticonceptivos, o la causa de los problemas de dermatitis que sufren cada mes justo antes de la menstruación.
Y aun en el caso de que conozcan la causa del problema, es poco probable que sepan que ya existe una solución relativamente sencilla para ello: la desensibilización rápida. ¿Qué se puede hacer para extender este tratamiento? “Nosotros abogamos por que se traten primero con un alergólogo que realice una buena historia clínica. Este especialista debe comprobar si la afectada sufre síntomas claves, como haber padecido cíclicamente dermatitis premenstrual; si ha tomado pastillas abortivas o del día después; si ha usado anticonceptivos durante mucho tiempo; o si se ha sometido a muchos tratamientos de infertilidad”, explica la doctora Castells. Lo siguiente es realizar una prueba cutánea para corroborar la presencia de la alergia y, en el caso de que la paciente lo necesite, desensibilizarla.
A un clic de distancia
La alergóloga explica que, para ello, no es necesario acudir a su centro en Boston. “Cualquier alergólogo del mundo puede hacerlo siguiendo nuestros protocolos, que están publicados y son adaptables y personalizables”. Un correo electrónico o una llamada bastan para contactar con ella y con su equipo, siempre disponibles para consultas profesionales. También imparten formaciones online por videoconferencia para enseñar el tratamiento de desensibilización, y no solo a la progesterona, sino a cualquier fármaco. Así, a tan solo un golpe de ratón, se encuentra la solución a la alergia a moléculas que, por una u otra razón, pueden resultar indispensables para el cuerpo en ciertos momentos de la vida.