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Los beneficios del fitboxing

Salir del trabajo y darle con todas tus fuerzas a un saco de boxeo no parece mala idea para acabar con el estrés y, al mismo tiempo, ponerte en forma. Los que practican este deporte aseguran que, desde que se calzan los guantes, se sienten más fuertes física y mentalmente. Veamos qué tiene de especial, cuáles son sus beneficios y si presenta algún riesgo.

Sin duda, uno de los efectos más atractivos del fitboxing es que puedes llegar a quemar hasta mil calorías en una sola sesión. Sin embargo, su práctica regular conlleva muchos otros beneficios tanto o más convincentes que su elevado consumo energético. Entrenadores especializados y expertos procedentes del mundo universitario coinciden en resaltar sus efectos positivos a nivel físico pero también psicológico.

En general, es conocido como boxeo sin contacto, aunque es mucho más que eso. “También integra movimientos de kickboxing y de muay thai –boxeo tailandés–. Aparte, abarca ejercicios de entrenamiento funcional, como abdominales, planchas y sentadillas”, aclara Jesús Blanco, entrenador en Brooklyn Fitboxing. En su opinión, la inclusión de esos ejercicios es la diferencia fundamental entre el boxeo tradicional y esta versión para practicar en solitario.

Lo único que se golpea en una sesión de fitboxing es el saco que cuelga delante de nosotros. Ahora bien, en el centro deportivo donde entrena Blanco los puñetazos vuelan al ritmo de la música, lo que hace que los 47 minutos que dura la sesión se conviertan en una experiencia muy divertida y también motivadora. Gracias a unos sensores instalados en el saco, la sincronización y la fuerza con la que cada fitboxer reparte leñazos queda registrada en el sistema. “Con estos datos, hacemos ligas internacionales en las que participan y compiten centros de todo el mundo”, apunta el entrenador.

El Mike Tyson que llevas dentro


Ya sea por los evidentes cambios en la musculatura, por las calorías quemadas o por esa sensación de empoderamiento que te embarga mientras machacas a tu cilíndrico enemigo, lo cierto es que el fitboxing se ha puesto de moda en los últimos meses, con especial aceptación entre el público femenino.


“La mayor parte de nuestros clientes son personas de entre 20 y 35 años que quieren ponerse en forma y les gusta el trabajo de alta intensidad. Nos sorprende ver y nos gusta la gran acogida que ha tenido entre las mujeres”, sostiene Nacho Negredo, director de la Academia DiR. Asimismo, asegura que “este deporte es apto para todo el mundo, siempre que no tenga ninguna enfermedad o lesión que le impida desarrollar un programa de ejercicio”.Y esto es así porque los instructores regulan la intensidad y la dificultad de los ejercicios para cada persona. En el caso de las sesiones programadas en Brooklyn Fitboxing, el entrenamiento es siempre individual. Y los sensores de los sacos proporcionan a cada usuario la información personalizada de cómo ha sido el trabajo que ha hecho en la clase. Además, “en la mayoría de los ejercicios funcionales, se trabaja con el peso del cuerpo, por lo que el esfuerzo es totalmente personalizado”, puntualiza Blanco.

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Si eres de los que pagan cada mes la cuota del gimnasio, pero que ni recuerda la última vez que sudó la camiseta, es muy probable que no estés en tu mejor momento físico. Sin embargo, esto no representa un impedimento para que te inicies en el fitboxing, ya que “simplemente has de tener ganas de entrenar y no padecer ninguna patología ni lesión incapacitante”, sostiene Negredo. Eso sí, recomienda hacerse un chequeo previo antes de empezar un programa de entrenamiento, especialmente, si se parte de un nivel físico bajo o de un tiempo de sedentarismo largo.


Requisitos básicos


Sin embargo, el experto en nutrición deportiva de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) Pedro José González Matarín se muestra algo más cauteloso y considera que aquel que se inicie en este tipo de actividad debería poseer un mínimo de condición física en cuanto a fuerza, resistencia, velocidad y flexibilidad, además de tener un trabajo mínimo en capacidad aeróbica, debido a la intensidad y duración de las clases.


En la misma línea, Sonia García Merino, profesora de Actividad Física y Salud en la Universidad Europea, puntualiza que, en realidad, todo depende de cómo se plantee el trabajo con las personas que se inician. “Si el centro que imparte las sesiones desarrolla un plan progresivo adaptando la sesión a las características de los participantes, puede ser una forma divertida y estimulante de hacer ejercicio para cualquiera, al margen de su condición física”, opina García Merino.


En tres meses serás otro


El cuerpo experimenta ciertas transformaciones, tanto externas como internas, desde la primera sesión, que son evidentes a los tres meses. Aunque todavía no existen estudios científicos que puedan dar una respuesta contundente acerca de los efectos del fitboxing en el organismo o el tiempo que tal vez tarden en aparecer, sí podemos adelantar que, en los resultados, influyen multitud de variables, como el estado de forma física previo, el volumen de entrenamiento, el estilo de vida –dieta equilibrada, descanso, nivel de estrés, etc.– y si se realiza alguna otra actividad. “Podríamos decir que, en el caso de población general no entrenada que practica dos o tres sesiones semanales y lleva un estilo de vida saludable, sería posible apreciar pequeños cambios a partir de las tres semanas de entrenamiento”, aventura la profesora García Merino. De hecho, ese es el periodo habitual para que cualquier actividad de estas características dé resultados, “aunque cada persona puede responder de una forma distinta frente a una misma dosis de ejercicio”, matiza.

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Ahora bien, ¿cómo modifica el fitboxing nuestro cuerpo exactamente? Según parece, podríamos ser testigos de cómo disminuye el porcentaje de grasa corporal y aumenta la resistencia tanto muscular como cardiovascular, sumado a una mejora de la agilidad y nivel de coordinación.


No descuides la alimentación


Para conseguir unos efectos claramente visibles, no solo hay que ser constante, también es fundamental acompañar este esfuerzo con una dieta acorde con los requerimientos nutricionales que exige la práctica de esta disciplina. Según el profesor González Matarín, “el trabajo continuado en combinación con una alimentación equilibrada y normocalórica –en la que la cantidad de calorías ingeridas es igual a las consumidas– permite conseguir un cuerpo atlético y estilizado”.


Siguiendo estas directrices, al cabo de un mes empiezan a notarse los primeros efectos tras la adaptación biofisiológica y, al tercer mes, “si se ha tenido continuidad tanto en las sesiones de trabajo como en su correcta realización, se apreciarán unos cambios físicos y fisiológicos considerables, además de una mejora del estado de salud general y la calidad de vida”, apunta el experto.


En cuanto a los cambios físicos más destacables, tiene lugar la ya mencionada reducción de grasa corporal y la formación de una masa muscular más tonificada, además de un incremento en la rigidez de la parte cortical ósea –tejido óseo compacto que representa el 80 % de la masa ósea del esqueleto– y en la densidad ósea. Estos beneficios para la salud no son fruto del azar ni responden a las súplicas por conseguir un cuerpo más fuerte y tonificado. Las mejoras físicas y psicológicas son el resultado de una rutina deportiva que prácticamente lo tiene todo. “Es uno de los deportes más completos, exigentes y compensados que existen”, asegura Negredo. Y es que en una sesión de fitboxing se trabajan piernas, abdomen y brazos, lo que se traduce en un fortalecimiento notable de la resistencia cardiovascular y de la fuerza.

En este sentido, el profesor González Matarín destaca “el incremento de la resistencia aeróbico-anaeróbica, la coordinación, el equilibrio, la propiocepción, la velocidad de contracción muscular y la agilidad”.


¡Ahora puedo con todo!


En las primeras líneas de este reportaje mencionábamos que los efectos del fitboxing afectan al aspecto físico, pero también tienen que ver con lo psicológico. Así, Negredo añade a la mejora de la tensión arterial, el control del peso o la regulación hormonal otros beneficios, como la liberación de tensiones y su capacidad energizante.

En opinión del entrenador, las artes marciales y los deportes de contacto nos hacen sentir más seguros de nosotros mismos. En el caso del fi tboxing, según él, “estamos ante una actividad muy motivadora que ayuda a ponerse en forma y cumplir con los objetivos de una manera fácil y entretenida. Si te parece aburrido subirte a una cinta para entrenar, prueba una clase de fi tboxing y verás”.


Por su parte, Blanco señala que “la autoestima se refuerza gracias a que se consiguen pequeños objetivos de forma rápida. El fitboxer puede ver sus logros casi en cada sesión, y eso le motiva a seguir adelante”. Además, es fundamental pasarlo bien. Por eso, recalca que la diversión es la principal razón por la que la mayoría de la gente que lo prueba repite y se acaba enganchando. “Nuestras clases son divertidas, se desarrollan al ritmo de la música, el entrenador se implica con cada usuario y se crea un ambiente único”, concluye Blanco.

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