¿Dónde se fundó el primer hospital de la historia?
Antes de que se generalizase el uso del término hospital se utilizaron otros como valetudinaria, bimaristan o nosocomium.
Muy probablemente no exista ninguna institución que represente mejor la cultura sanitaria de una sociedad que un hospital. Y es que en él se sintetizan los valores sociales, se hacen patente los niveles científicos y se establecen diferentes formas de organización.
En este momento los hospitales tienen una idiosincrasia propia en cuanto a su estructura se refiere, con una intersección a tres niveles: política (modelo de gestión), económica (modelo de financiación) y técnica (modelo asistencial). Sin embargo, nada tienen que ver con su trayectoria a lo largo de la Historia, de hecho, fue preciso esperar hasta la Edad Media para que se popularizase el vocablo hospital, del latín hospitale, posada.

Más de veintisiete siglos de historia
La civilización del valle del Indo se extendió y floreció en el "no" del subcontinente indio entre el 3300 y el 1300 a. C. Allí, hacia el siglo VI a. C., Buda nombró un médico por cada diez aldeas y construyó el primer espacio de la historia dedicado al cuidado de inválidos y pobres. Más tarde, también en la India, se construyeron refugios específicos para enfermos y mujeres embarazadas. Desde allí se fue extendiendo lentamente la construcción de edificios similares y hacia el 437 a. C. ya había hospitales también en Ceilán.
En el siglo III a. C., el gran emperador Ashoka de la India mandó construir hospitales con unas características similares a los modernos, en donde los encargados de su funcionamiento tenían orden de dar un trato amable al enfermo, preparar medicinas, dar masajes y cuidar de que los pacientes estuvieran limpios.
Los enfermos graves no pueden “ingresar”
En la antigüedad los templos griegos y romanos adscritos a Asclepio fueron usados como hospitales, en el sentido que proveían un refugio para el enfermo, eso sí, dentro de una mentalidad mágico-religiosa.
Estos centros –asclepion- estaban ubicados fuera de las polis, en plena naturaleza y rodeados de jardines en los que los sacerdotes cultivaban plantas sagradas (medicinales). Disponían de un teatro (odeón) donde se realizaban representaciones con propósitos terapéuticos y una biblioteca, de uso exclusivo para pacientes. Los sacerdotes de estos templos consideraban sagradas a las serpientes, animales que encerraban poderes mágicos y cuyas lenguas eran utilizadas para limpiar las úlceras de los enfermos.
Se sabe que en el templo de Asclepio de Pérgamo había una inscripción en la entrada con la siguiente frase: “Para la grandeza de todos los dioses está prohibida la entrada de la muerte en esta plaza sagrada”. Al parecer los enfermos eran examinados en la Gran Puerta y todos aquellos que eran considerados incurables tenían prohibida la entrada, al igual que las mujeres embarazadas, a fin de evitar que nadie falleciera en el templo.
La asistencia a estos templos era siempre gratuita, si bien en señal de agradecimiento, los enfermos solían realizar ofrendas –según sus posibilidades- y, los más pudientes, mandaban esculpir exvotos que representasen la parte curada, ofreciéndoselos al dios en señal de gratitud.
Centros de buena salud
Durante el imperio romano los médicos adquirieron la dignidad ecuestre de las clases caballerescas (equites) y el ejército dispuso de un cuerpo médico bien organizado. Fueron los romanos los creadores de los valetudinaria (del latín valetu, buena salud), hospitales ubicados en las fronteras del imperio y de uso exclusivo para soldados.
Con el decreto de Constantino (335 d. C.) quedó prohibido el culto a Asclepio, generalizándose la creación de recintos financiados por iniciativa bien púbica o bien de ricos patricios.
Entre los primeros tendríamos el que mandó construir el emperador Justiniano en Cesarea (369): el gran hospital (basleias) de San Basilio, dedicado a enfermos, ancianos y huérfanos.
A lo largo del siglo VI en el imperio bizantino se crearon diferentes de instituciones, en función de los servicios que prestaban: hospitales (nosocómeia), hogares para ancianos, albergue para forasteros (xenodochium), albergue para peregrinos (pandokheion) y hospicios (xenodócheia).
Entre los de iniciativa privada destaca el que mandó construir la matrona romana Fabiola a finales del siglo IV en Roma. Se trataba de un nosocomium -literalmente, casa de enfermos- destinado a ayudar a cristianos enfermos o pobres. Al parecer era ella personalmente la que los recogía y atendía. De esta forma se convirtió en el primer hospital cristiano, público y gratuito de occidente.

Sala de un hospital en la India. Foto: Istock
En la península Ibérica el obispo godo Masona (573-606) creó un nosocomium en Mérida que contaba con médicos, enfermeras y una verdadera organización asistencial, convirtiéndose en el primero del que se tiene noticia en nuestra península.
Bimaristán musulmán
Fue preciso esperar hasta el siglo VI para que alumbrase el primer hospital que combinó la enseñanza de la medicina con la atención de los enfermos. Fue construido por cristianos nestorianos en la ciudad de Gundishapur, en la actual Irán.
En el año 707 el califa El Welid fundó un hospital en Damasco, muy poco tiempo después habrá otros similares en Bagdad y El Cairo. Los hospitales musulmanes se denominaban bimaristan, literalmente significa en persa casa de los enfermos. Se trataba de un centro en el cual los pacientes eran acogidos y atendidos por un personal cualificado. Con el paso del tiempo el bimaristan que adquiere un mayor renombre será el fundado en el siglo XII en Damasco (1160), que administró tratamientos de forma gratuita durante tres siglos.