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Las coberturas de vacunación en adultos: el gran reto de la inmunización

Las enfermeras alertan de que la población continúa banalizando enfermedades como la gripe y el herpes zóster.

Las coberturas de vacunación en adultos: el gran reto de la inmunización

Una encuesta llevada a cabo por el Consejo General de Enfermería (CGE) y la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (ANENVAC) concluye que la gran mayoría de las enfermeras son conscientes de la gravedad que presentan enfermedades potencialmente mortales como la meningitis, el herpes zóster, la gripe y el tétanos para la población adulta, y la importancia de protegerse e inmunizarse frente a ellas. Sin embargo, a pesar de esta percepción, las tasas de vacunación continúan siendo muy inferiores a las coberturas que se alcanzan en la población pediátrica, tal y como recuerda Guadalupe Fontán, enfermera del Instituto de Investigación del CGE. 

«La sociedad no tiene tan asumido que la población mayor de 60-65 años se debe vacunar, y tampoco frente a qué enfermedades. No existe tanta concienciación para cumplir con el Calendario de Vacunación, dado que las personas con esta edad se sienten todavía activas y con buena salud», destaca la enfermera. 

Si se analiza la percepción que tienen los ciudadanos acerca de la gravedad de enfermedades como la gripe o el herpes zóster, la población todavía no las considera patologías potencialmente graves o mortales. «Es posible que las personas más mayores sí hayan cambiado su percepción sobre el riesgo de sufrir una gripe u otras enfermedades respiratorias a raíz de la pandemia de COVID-19. No obstante, existe un gran porcentaje de la población adulta que continúa banalizándola», añade Fontán. 

Respecto a la vacunación frente al herpes zóster —incorporada recientemente al Calendario Común de Vacunación a partir de los de 65 años— el desconocimiento es aún más pronunciado. «Los pacientes “minimizan” el riesgo porque la tendencia es pensar que son casos aislados y que el riesgo es bajo. Sin embargo, la realidad es que se trata de una infección muy prevalente que provoca un alto nivel de incapacitación debido al dolor que induce», continúa la especialista.

Información sobre vacunas

Acorde con la percepción de las enfermeras sobre la importancia de la vacunación en la población adulta y de los riesgos que se pueden derivar de no vacunarse, este colectivo se valora a sí mismo como un conjunto de profesionales que deben recomendar activamente la vacunación. Así lo ha expresado el 94,6 % de las encuestadas. «Hay que vencer la desconfianza que en muchas ocasiones presenta la población, fruto del desconocimiento. Hay que ofrecer información basada en la evidencia científica para desmontar los bulos y mitos que existen en torno a la vacunación». 

Esta circunstancia adquiere aún más relevancia en aquellos pacientes con enfermedades o tratamientos inmunosupresores. «Es importante reforzar el mensaje de que el beneficio de vacunar es siempre mayor que el riesgo de no hacerlo. Por ejemplo, los efectos secundarios pueden provocar miedo entre los pacientes, pero está sobradamente demostrado que la vacunación es una herramienta muy segura y eficaz», puntualiza. Los pacientes con cáncer son más vulnerables a infecciones (algunas de ellas inmunoprevenibles) porque sus defensas están «disminuidas o alteradas». Y señala que «en muchas ocasiones se destacan los efectos secundarios de las vacunas, pero no se pone en la balanza el número de personas que han podido prevenir una enfermedad y las secuelas de la misma».

Fatiga vacunal

La pandemia de COVID-19 ha puesto en valor la importancia de las vacunas y ha mejorado la percepción que la población tiene de ellas. En este sentido, casi el 80 % de las enfermeras que participaron en la encuesta respondió que el efecto ha sido positivo y dos de cada tres aseguran que la pandemia ha ayudado a mejorar las coberturas de vacunación del adulto en un primer momento. Sin embargo, esta tendencia positiva inicial ha desembocado en lo que se conoce como «fatiga vacunal». 

«La encuesta ha reflejado que la pandemia ha visibilizado los beneficios de tener a la población bien protegida. Sin embargo, con el paso de los meses, esta circunstancia no se ha traducido en un aumento de las tasas de vacunación frente a otras enfermedades», continúa Fontán. «Es decir, la población se ha sensibilizado considerablemente con la vacunación de la COVID-19, pero esto ha provocado una “saturación” que ha afectado a la vacunación del resto de las patologías».

Acceso a registro único

Una de cada cuatro enfermeras aseguró no poder acceder a los registros de vacunación, por lo que desconocen qué vacunas han recibido sus pacientes. Este problema, que se detecta sobre todo en el sector privado, a nivel hospitalario y entre enfermeras de residencias de mayores, impide a estas profesionales ser más proactivas en la recomendación de las vacunas por desconocimiento del estado vacunal de sus pacientes. En el caso de los mayores, así como de enfermos que acuden al hospital por problemas respiratorios, resulta especialmente importante al tratarse de población vulnerable.

Formación continua

Finalmente, Fontán reclama mayor formación para enfermería. «Hay que estar continuamente actualizadas porque la innovación en vacunas es continúa y cada día llegan nuevas incorporaciones al Calendario Vacunal», concluye. Más del 90 % de las encuestadas reconoce que necesitan acceder a una formación actualizada y solo la mitad cree que las herramientas de que disponen para ello son las adecuadas.

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