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Los quirófanos de la prehistoria

La cirugía nació en la época neolítica, durante la cual intrépidos cirujanos se atrevieron a realizar las primeras trepanaciones.

La palabra quirófano deriva de la voz griega kheirurgía –operación quirúrgica-, que a su vez deriva del griego kheirurgós, el que trabaja con las manos. Muy probablemente haya pocos espacios hospitalarios que han evolucionado tanto a lo largo de la historia como los quirófanos. Durante siglos eran lugares en los que se operaba sin anestesia, donde no había asepsia –los cirujanos intervenían a sus pacientes sin guantes- y en donde los pacientes fallecían frecuentemente tras haber sufrido terriblemente.

Es más, no fue hasta finales del siglo XVIII cuando se acuñó una palabra para referirse a los espacios, con forma de anfiteatros, en los que se realizaban intervenciones quirúrgicas. Se les conocía como “Operation Theatres”.

Explorando los orígenes de la cirugía: ¿Existían los quirófanos en la prehistoria?

Un horrendo espectáculo

En Londres se conserva el quirófano más antiguo de Europa. Data del año 1822 y es una sala de operaciones situada en el ático de una iglesia, a la que se accedía desde el ala de mujeres del hospital de St. Thomas a través de una estrechísima escalera de caracol de treinta y dos peldaños.

Allí tenían lugar terribles cirugías, que apenas duraban de principio a fin unos 10-15 minutos, durante los cuales se serraba un hueso, se operaba de apendicitis o se extraían piedras de la vejiga, entre otras muchas cirugías. La única anestesia para calmar el dolor era la mandrágora, una planta con efectos medicinales, o un bastón revestido de cuero, que el paciente mordía durante la cirugía.

La cirugía se realizaba ante una nutrida audiencia dispersa por el anfiteatro, que en ocasiones llegaba hasta las doscientas personas, compuesta por ayudantes de cirujano, aprendices y estudiantes de medicina. Que, si hacemos caso de las descripciones de la época, generaban un bullicio continuo y, entre empujones y codazos, no dejaban de gritar “cabezas, cabezas”, para que los que estaban próximos a la mesa de operaciones se retirase y dejasen ver. Las mujeres tenían prohibida la entrada a las intervenciones porque se consideraban que eran demasiado sensibles y se podrían desmayar.

Cirugía al aire libre

A pesar de todo tenemos que remontarnos mucho más atrás en el tiempo para asistir a las primeras intervenciones quirúrgicas de la Historia. Tenemos que retroceder hasta la Prehistoria.

Y es que fueron nuestros antepasados los que con unas herramientas muy básicas –piedras afiladas- comenzaron su particular lucha contra la enfermedad y la muerte. A través de un conocimiento empírico, basado en el método de prueba y error, acometieron las primeras cirugías de la historia: las trepanaciones.

Al borde de un río, en el claro de un bosque o simplemente sobre una lancha de granito, con el canto de los pájaros de fondo, el hombre de la prehistoria improvisaría un quirófano. Un lugar muy alejado de las condiciones mínimas que se exigen en la actualidad para llevar a cabo una intervención.

Prehistoria y medicina

Provistos de leznas de pedernal, sílex o de obsidiana los primeros cirujanos de la historia de la medicina horadaban el cráneo de una persona viva, bien mediante una perforación, corte o raspado. Las formas de las trepanaciones variarían entre las ovales, circulares o cuadriláteras, y en cuanto al tamaño desde las pequeñas y puntiformes, a las de gran tamaño.

El motivo que les llevaría a realizar esta cruenta intervención se fundamentaba en causas mágico-religiosas: permitir la salida de espíritus malignos. Muy probablemente aquellas primeras poblaciones atribuirían a estos espíritus la aparición de dolor de cabeza, crisis epilépticas y trastornos de la esfera psiquiátrica.

La evidencia más temprana de las trepanaciones datan hace, aproximadamente, unos 7.000 años y se practicaban en lugares tan diversos del planeta como América del Norte y del Sur, África o la Polinesia.

En todas estas culturas primitivas la única forma de conseguir un efecto anestésico sería mediante plantas o bebidas alcohólicas, y para cauterizar los tejidos y restañar algún vaso sangrante aplicarían emplastos de tipo vegetal. Muy probablemente no realizaron en ninguna de ellas suturas, si bien es posible que en algún caso tal vez se procediera a la ligadura de los cabellos entre ambos bordes de la incisión.

Es de suponer que las complicaciones bien durante el acto quirúrgico o posterior al mismo (infecciones, hemorragias, hematomas a nivel del cráneo…) debieron ser bastante frecuentes pero la supervivencia debió ser elevada, ya que en caso contrario se habrían suspendido. Según algunos estudios científicos realizados, más del 50% de las personas trepanadas en la prehistoria sobrevivieron a la cirugía, el 16% de los cráneos muestran signos de mala cicatrización y tan solo el 28% de los cráneos no muestran signos de curación.

Una de las tasas de supervivencia más elevadas de las personas sometidas a una trepanación se encuentra en el centro de Europa, allí más del 90,5% de los intervenidos en la época neolítica sobrevivieron al procedimiento.

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