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La neumonitis que nos libró de los nazis

Una neumonitis química convirtió, de forma inesperada, a un joven galés en uno de los mayores protagonistas de la Segunda Guerra Mundial. Y es que el descubrimiento de inflamación y líquido a nivel pulmonar en una autopsia no indica necesariamente que la muerte se haya producido por ahogamiento.

El hallazgo de un cadáver en el agua plantea una serie de interrogantes a los forenses: ¿fue arrojado al agua después de muerto o se cayó estando vivo? ¿Falleció por causas diferentes a la sumersión? ¿Sufrió un cuadro de hipotermia en el agua? ¿Cuánto tiempo ha permanecido allí?

De entrada, hay que señalar que la muerte por sumersión se produce cuando una persona respira bajo el agua o cuando deja de respirar bajo ella. El fallecimiento se puede producir por dos mecanismos diferentes: sumersión-inhibición y sumersión-asfixia.

La neumonitis que nos libró de los nazis

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En la primera –también llamada hidrocución- la persona se queda dentro del agua aparentemente muerta debido a que se produce una parada cardiorrespiratoria; mientras que en la sumersión-asfixia se puede producir el ahogamiento propiamente dicho, con el paso del agua a las vías respiratorias, o bien un espasmo laríngeo que impida que los pulmones se llenen de agua. En román paladino, no siempre que hay un ahogamiento hay líquido en los pulmones y, como veremos a continuación, a la inversa también sucede, la existencia de líquido en los pulmones no es exclusiva de la muerte por ahogamiento.

Se estima que, a nivel mundial, fallecen a consecuencia de la asfixia por sumersión medio millón de personas al año, una cifra que coloca a esta causa de muerte como la segunda no intencional, después de los accidentes de tráfico.

Un ahogado en el estrecho de Gibraltar

Durante la Segunda Guerra Mundial el estrecho de Gibraltar fue una zona estratégica, ya que era el lugar de paso de los barcos desde el Atlántico hacia el Mediterráneo. Fue precisamente ese el motivo por el que la Fuerza H, con base en Gibraltar, tenía como tarea primordial, además de preservar la superioridad naval, proporcionar escolta a los convoyes.

Esto explica que el estrecho de Gibraltar fuese objeto de continuos bombardeos aéreos tanto con aviones franceses del gobierno de Vichy como aviones de la Real Fuerza Aérea Italiana y de la Fuerza Aérea Británica, que mantenía vuelos con el Norte de África, sobre todo entre los oficiales británicos que actuaban como enlaces.

Por ese motivo, cuando el 30 de abril de 1943 un joven pescador llamado José Antonio Rey encontró en la playa de La Bota, en Punta Umbría (Huelva) el cadáver de un militar británico con un chaleco salvavidas y un maletín esposado a la muñeca no le sorprendió en exceso: otro militar ahogado en acto de servicio.

El pescador onubense avisó a las autoridades locales y tras proceder a la identificación del cuerpo, en su cuello llevaba una cadena con una cruz de plata y placas de identificación: “Mayor Martin, Royal Marine, Católico Romano”, se le practicó la autopsia.

Willian Martin

Cuando se realiza la autopsia de los cadáveres recuperados del agua, en independencia del mecanismo de la muerte, suele haber espuma blanquecina, hematomas faciales, especialmente a nivel de los párpados, así como maceración cutánea y retracción del pene, escroto y pezones. Además, lo más habitual es que se encuentre líquido a nivel pulmonar, a consecuencia de la entrada abrupta de agua en las vías respiratorias, ocasionando lo que se conoce como “pulmones húmedos”.

La presencia de líquido a nivel pulmonar hizo pensar al forense que, en efecto, el militar se había ahogado en la aguas del estrecho. En descargo suyo hay que decir que le llamó la atención, y así lo deja reflejado en el informe, la ausencia de mordeduras de peces, como era habitual en este tipo de fallecidos.

Operación Carne Picada

Lo que nadie podía imaginar en aquellos momentos era que el cadáver correspondía realmente a Glyndwr Michael, un indigente galés de 34 años que había muerto a consecuencia de una neumonitis química complicada con derrame pleural debido a la inhalación de matarratas que contenía fósforo.

La neumonitis química es la inflamación a nivel del árbol respiratorio provocada por la inhalación de vapores químicos, como puede ser el gas cloro, tras ser inhalado a partir de material de limpieza, polvo de fertilizantes o vapores nocivos usados como pesticidas. Después de la inhalación se produce una inflamación que causa rigidez a nivel pulmonar, en ocasiones con líquido a ese nivel, provocando la pérdida de la capacidad de la oxigenación pulmonar, que puede llevar a una insuficiencia respiratoria irreversible y la muerte del paciente.

Gibraltar y la Segunda Guerra Mundial

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El Servicio de Inteligencia Británico deseaba que, ante la falta de un historial clínico, el hallazgo del líquido pulmonar fuese suficiente para errar en el diagnóstico de la causa de la muerte. Además, los ingleses pretendían que la autoridades entregasen la información del maletín a los alemanes, ya que en ella se señalaba que el desembarco en el continente europeo, por parte de los aliados, se realizaría en Grecia y no en Sicilia, como realmente ocurriría.

Para dar veracidad a la operación Carne Picada se había disfrazado al joven de oficial del ejército británico y se le había creado una identidad falsa, con documentación personal que llevaba consigo –con una carta de su novia Pamela incluida-. El cuerpo sin vida fue trasladado al estrecho de Gibraltar en un submarino británico HMS Seraph y depositado cerca de las costas onubenses.

De esta forma, una neumonitis química convirtió a un joven galés en uno de los mayores protagonistas de la Segunda Guerra Mundial. Actualmente sus restos reposan en la tumba 1886 del cementerio de Huelva. En su gastada lápida de mármol se puede leer todavía en latín “Es dulce y honroso morir por la patria”. Descanse en paz del Mayor Willian Martin, el hombre que nunca existió.

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