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Los fármacos innovadores llegan con cuentagotas

El reflejo y la consecuencia del retraso lo padecen enfermedades concretas como el cáncer.

El acceso a fármacos y terapias innovadoras se ha convertido en uno de los principales ejemplos de inequidad en salud entre los países europeos. Esta desigualdad queda patente en la encuesta WAIT, publicada por la consultora Iqvia, que recoge información sobre 152 medicamentos de este tipo autorizados por las agencias entre 2016 y 2019.

España se encuentra por debajo de los principales miembros de la Unión Europea en cuanto al nivel de acceso. Además, el informe apunta que el área donde nuestro país muestra sus peores registros es el intervalo de tiempo entre la autorización, la obtención de financiación pública y la puesta a disposición de los pacientes.

Según datos actualizados el 31 de diciembre de 2020, en España había disponibles solo 82 medicamentos de los 152 que se autorizaron entre 2016 y 2019. Esto se traduce en un poco más de la mitad, el 54 %, de los nuevos compuestos aprobados en Europa. Además, de media, tardan 453 días en estar disponibles. Por ello, el acceso a compuestos terapéuticos presenta grandes retos que precisan de soluciones de cara a mitigar los impactos del retraso de la innovación.

En palabras de Humberto Arnés, director general de Farmaindustria, “de nada sirve desarrollar el mejor medicamento si este no llega al paciente que lo necesita. Después de los largos procesos de I+D de los nuevos fármacos, que suponen una mejora en el tratamiento de las enfermedades, es responsabilidad de todos ponerlos a disposición de los enfermos en el plazo más corto posible”, indica Arnés.

La Federación de las Asociaciones Científico Médicas Españolas (Facme) ahonda en el retraso en la toma de decisiones, que ocasiona las demoras. Cristina Avendaño, vocal de la entidad y responsable del Grupo de Vacunación Covid-19, señala que el principal reto sería reformar el sistema actual de cara a la coexistencia de evaluaciones terapéuticas y económicas “que sean objeto de informes diferenciados y públicos”.

El reflejo y la consecuencia del retraso lo padecen enfermedades concretas como el cáncer. “Debemos garantizar que todos los pacientes tengan acceso a la innovación en tiempos competitivos. En oncología, el tratamiento individualizado es un elemento clave que potencia la investigación, y resulta fundamental para seguir avanzando”, señala Enriqueta Felip, vicepresidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). De hecho, la tardanza en la disponibilidad de tratamientos supone, según Felip, “que algunos pacientes no llegan a recibirlos, con el consecuente perjuicio en supervivencia y/o calidad de vida”.

“En los últimos años se ha ido disminuyendo la mortalidad de la enfermedad metastásica globalmente entre un 1 % y un 3 % como consecuencia de la incorporación de nuevos tratamientos sistémicos. Cuanto mayor sea el retraso, menor disminución de la mortalidad tendremos”, apoya Rafael López, presidente de la Fundación ECO. Y es que esta situación genera para los enfermos “una pérdida de oportunidad y una carga de angustia totalmente innecesaria”, añade López.

Para poder atajar el problema, una de las posibles soluciones pasa por emular la velocidad de actuación con la que se ha procedido en la inmunización frente a la pandemia de covid-19. En ello incide Pilar Martínez, presidenta de la Alianza General de Paciente (AGP): “Las vacunas han puesto de manifiesto que los procesos de aprobación se pueden acortar. Sin tomar como ejemplo la excepcionalidad de la pandemia, está claro que existe margen de mejora en el conjunto de los procesos de aprobación”.

Fuentes del Ministerio de Sanidad asegura a MUY que se está trabajando en un protocolo: “Se trata de establecer un mecanismo de evaluación acelerada para disminuir los tiempos de tramitación en el procedimiento de financiación y precio de los nuevos medicamentos; en concreto, desde que se presenta la documentación de la oferta por el laboratorio titular del medicamento hasta que se incluye el expediente en el orden del día de la Comisión Interministerial de Precios de los Medicamentos (CIPM)”.

Esto se suma a medidas ya adoptadas por Sanidad, que lleva tiempo trabajando para acelerar la llegada de los fármacos a los hospitales. Con ese fin se creó la plataforma REvalMed, que busca evaluar los compuestos, o que se establezcan mecanismos específicos para una evaluación más rápida.

La esfera política también propone diversas soluciones, como “actuar en el periodo de ensayos y en el plano de los recursos humanos y económicos”, según Guillermo Díaz, portavoz de Sanidad de Ciudadanos en el Congreso. Por su parte, Podemos aboga por “una industria pública del medicamento” como solución a los desabastecimientos. “La farmacia militar podría ser un buen punto de partida”, añade Rosa Medel, representante morada en la Cámara Baja.

Elvira Velasco, portavoz de Sanidad del PP en el Congreso, considera que es importante que los procesos administrativos “se ajusten lo máximo posible a los tiempos legalmente establecidos”. En este contexto, plantea revisar los visados para anticoagulantes orales de acción directa y minimizar las barreras administrativas. Eso sí, “siempre desde los criterios de calidad, seguridad y sostenibilidad”.

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