¿Por qué los fines de semana deberían ser de cinco días?
No tener un empleo remunerado aumenta los riesgos de padecer trastornos psicosociales, pero con solo ocho horas de trabajo semanales podemos asegurarnos una buena salud mental. Esta es la propuesta de un equipo de investigadores británicos.
“Mira si será malo el trabajo, que deben pagarte para que lo hagas”, decía el cantautor argentino Facundo Cabral. Pero, en realidad, un empleo remunerado, además de los evidentes beneficios económicos que conlleva, también es bueno para nuestra salud psicosocial. Eso sí, según un estudio reciente de investigadores de las universidades de Cambridge y Salford, con un solo día de trabajo ya nos basta para cuidar nuestro bienestar mental, para aumentar nuestra autoestima y el sentimiento de inclusión social. Esas ocho horas semanales serían la dosis recomendada para un bienestar óptimo –por supuesto, la dosis recomendada para nuestro bolsillo y para pagar las facturas difícilmente se corresponderá con un día de trabajo–.
Los autores de este nuevo estudio, publicado en la revista académica Social Science and Medicine, analizaron la relación entre los cambios que se producían en el número de horas que los individuos trabajaban y su salud mental y bienestar. Para ello contaron con la participación de más de 71.000 británicos, de entre 16 y 64 años, entre los años 2009 y 2018. A lo largo de dicho periodo de nueve años, a medida que cambiaban las horas de trabajo que realizaban, se les preguntó, para evaluar su salud mental, acerca de sus problemas de ansiedad y si tenían dificultades para dormir.
Descubrieron que aquellas personas que pasaron de estar en el paro o de trabajar en casa como ama o amo de casa por un empleo remunerado de ocho horas a la semana, redujeron el riesgo de sufrir problemas de salud mental, como media, un 30%. Esa cifra se corresponde a los hombres; en el caso de las mujeres, para llegar a ese porcentaje, debían trabajar algo más, un total de veinte horas.
Currar más no mejora nuestro bienestar
Por el contrario, los investigadores no hallaron ninguna prueba de que trabajar más de ocho horas le proporcionara más beneficios psicosociales a la persona. Así, el estándar de jornada completa –de 27 a 40 horas semanales– no aportaría, según el estudio, mayores ventajas a nuestra salud mental y, por tanto, la dosis de trabajo más efectiva –siempre pensando solo en nuestro bienestar, y dejando a un lado la cuenta corriente– sería de solo un día a la semana, ya que trabajar más implica muy poca diferencia.
El sociólogo Brendan Burchell, coautor de la investigación, explica que “contamos con guías de dosis efectivas para todo, desde la vitamina C que debemos ingerir hasta las horas de sueño para ayudarnos a sentirnos mejor, pero esta es la primera vez que nos hacemos esa pregunta acerca del trabajo remunerado”.
Burchell recuerda que “el desempleo es a menudo perjudicial para el bienestar de las personas, que afecta negativamente a la identidad, el estado, el uso del tiempo y el sentimiento de inclusión en la sociedad” y que ahora, tras este estudio, “podemos hacernos una idea de cuánto trabajo remunerado se necesita para obtener los beneficios psicosociales del empleo”. “Y no son muchas horas”, precisa.

IA
La revolución laboral de la IA, el big data y los robots
Se cree que, en las próximas décadas, podríamos ver cómo la inteligencia artificial (IA), el big data y los robots nos reemplazan en muchos de los empleos. Daiga Kamerade, otra de los autoras del estudio, sugiere que si en ese hipotético futuro marcado por estas tecnologías no hay suficientes puestos para todos los que desean trabajar a tiempo completo, será necesario reformular las normas actuales. “Esto debería incluir la redistribución de las horas de trabajo, para que todos podamos obtener los beneficios de salud mental que proporciona un empleo, incluso si eso significa que todos tengamos semanas laborales mucho más cortas”, explica la investigadora.
En el marco de ese porvenir que plantean, el equipo de investigadores ofrece alternativas muy creativas y que a más de uno le sonará muy bien a sus oídos: desde fines de semana de cinco jornadas a currar solo un par de horas al día, aumentar las vacaciones anuales de semanas a meses e incluso disponer de dos meses libres por cada mes trabajado.
Asimismo, los autores del estudio argumentan que esa reducción y redistribución de las horas laborales podría contribuir a una mejora del equilibrio entre la vida personal y la vida laboral y a un aumento de la productividad, entre otros beneficios. Eso sí, advierten que, para evitar el aumento de las desigualdades socioeconómicas, la reducción de las horas laborales debería afectarnos a todos.
“El modelo tradicional, en el que la población trabaja en torno a 40 horas a la semana, nunca se basó en si el trabajo era bueno para las personas. Nuestra investigación sugiere que los microempleos brindan los mismos beneficios psicológicos que los empleos a tiempo completo”, subraya el sociólogo Senhu Wang, coautor del estudio.
Pero no vale cualquier tipo de trabajo, la calidad de este es “crucial”, advierte. “Aquellos puestos en los que los empleados no sean respetados o estén sujetos a contratos inseguros o de cero horas no otorgan los mismos beneficios para el bienestar ni es probable que lo hagan en el futuro”, concluye.