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El cambio climático alarga y empeora la temporada de alergias

Los patrones anuales de polen están cambiando y la temporada de alergia es cada vez más larga. Dos nuevos estudios profundizan en este fenómeno.

El cambio climático tiene muchos efectos conocidos sobre la salud humana, y uno de ellos tiene que ver con la temida temporada de alergia primaveral. Las concentraciones de polen son muy sensibles a los cambios de temperatura, y parece ser que el cambio climático antropogénico modifica espacial y temporalmente la cantidad de polen en el aire, con importantes consecuencias para la salud respiratoria de quienes padecen alergias y asma. Las altas temperaturas hacen que la floración comience antes, y las altas concentraciones de CO2 también tienen como consecuencia una mayor producción de polen.

En las últimas semanas se han publicado dos nuevos artículos relacionados con este problema. El primero se refiere a un estudio de concentraciones de polen en Norteamérica entre los años 1990 y 2018 y los resultados, que se publicaron en febrero en la revista PNAS, indican que en este intervalo ha aumentado considerablemente la concentración de polen en aire y, además, que las temporadas de alergias son cada vez más largas. Mediante un conjunto de modelos climáticos, los investigadores demostraron el importante papel del cambio climático antropogénico en este efecto. Según los autores, la temporada de alergia primaveral se habría alargado hasta veinte días en los últimos treinta años.

Transporte de polen a larga distancia

El segundo estudio ha utilizado datos de Alemania e introduce una nueva variable: el transporte de polen a larga distancia y su influencia sobre la temporada de alergias. Se sabe que el polen puede viajar cientos de kilómetros y, con patrones climáticos cambiantes, es posible que muchas personas estén expuestas a polen procedente de especies a las que sus organismos no estaban habituados.

Para recabar datos, los investigadores eligieron seis estaciones de monitoreo de polen en la región de Baviera, y descubrieron que para especies como el avellano y el aliso, la temporada de polen se adelantó hasta dos días por año en el periodo de 1987 a 2017. Otras especies que suelen florecer más tarde, como el abedul y el fresno, adelantaron sus temporadas en torno a medio día cada año.

Para diferenciar entre polen local y polen transportado, los científicos estudiaron los patrones pretemporada. Por ejemplo, si  las estaciones de monitoreo detectaban polen de abedul en el aire, pero los abedules de la zona aún no había florecido, se consideraba que el polen venía de otra región. "Nos sorprendió que el transporte de polen de pretemporada fuera un fenómeno bastante común que se observa en dos tercios de los casos", explica Annette Menzel, profesora de Ecoclimatología en la Universidad Técnica de Munich. Esta variable puede modificar las estimaciones que solo tienen en cuenta la floración local para estimar el efecto del cambio climático sobre la temporada de alergias.

Para los autores del trabajo, publicado en la revista Frontiers in Allergy, es fundamental incluir este factor en las predicciones de los escenarios futuros. Lo que sucede a grandes distancias puede tener efectos en las alergias que se sufren a nivel local, y para abordar el problema es necesario tener en cuenta los cambios en los usos del suelo y en la cobertura de vegetación, pues todo esto afecta a los patrones anuales de polen y, por lo tanto, a la salud respiratoria humana.

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