El término luz de gas proviene de una obra de teatro de 1938 llamada "Gaslight" (que significa literalmente luz de gas), cuya obra cuenta la historia de un hombre que le miente a su esposa y la manipula psicológicamente hasta que ella cree que realmente está loca. El marido lleva a cabo toda esta suerte de manipulación por una razón muy concreta: para ocultar su actividad delictiva. (Posteriormente, en 1940 en Reino y posteriormente en 1944 en Estados Unidos, se estrenó una película homónima con Ingrid Bergman, Charles Boyer y Angela Lansbury, que tuvo siete nominaciones a los Premios Oscar, logrando dos de ellos: uno a mejor actriz y otro a mejor dirección artística; el resto de nominaciones fueron a mejor película, mejor guión adaptado, mejor fotografía, mejor actriz de reparto para Angela Lansbury y mejor actor para Charles Boyer).
En la obra de teatro y las películas, por ejemplo, el marido lleva a su esposa casi a la locura al convencerla de que es una cleptómana, cuando en realidad eran el resultado de su búsqueda de las joyas perdidas de su tía.
Desde entonces, el término “luz de gas” ha sido empleado para describir el comportamiento destinado a manipular a los demás. El objetivo es controlarlos por ambiciones egoístas, por lo que, cualquier persona que emplee luz de gas con otra, debe reconocerse como una forma de abuso. De hecho, los comportamientos o personalidades controladoras tienen el potencial de acabar como esta forma de maltrato psicológico.
La razón es bastante simple: si se busca controlar a las personas para conseguir algo, es probable que esa persona llegue a un punto en el que no le importe la otra nada en absoluto. Solo el fin. Por lo que el individuo hará lo que sea necesario para lograr su objetivo.
Esta forma de abuso emocional intenta socavar la percepción de la realidad de una persona. Si te encuentras en una situación en la que comienzas a dudar de ti mismo por lo que alguien te está diciendo, la clave es comenzar a llevar un registro para que puedas recordar lo que se dijo y se hizo y confirmar tu recuerdo. No podemos olvidar que la luz de gas (o gaslighting, en inglés) a veces puede llegar a constituir un comportamiento delictivo.
Mentir y negar lo dicho
La mentira y la negación son fundamentales para la luz de gas porque hace que la víctima cuestione su realidad e incluso comience a creer las mentiras a pesar de conocer su falsedad. El objetivo es simple: hacer que la víctima dude de sus propios sentidos y de sus recuerdos. Este tipo de maltratadores son mentirosos patológicos que nunca retroceden ni cambian sus historias. Incluso si son desafiados con pruebas siguen adelante y sus negaciones pueden ser muy convincentes.
¿Y si tienes pruebas?
Recuerdas haber escuchado algo concreto, pero esta persona lo niega contundentemente. Lo peor es que puede hacer que te comiences a cuestionar tu realidad. ¿Realmente dijo eso? Y cuanto más prosiguen con esta estrategia, más cuestionas tu realidad y comienzas a aceptar la de ellos. La víctima debe mantener un registro de lo que dice y lo que sucede para que le ayude a confirmar la verdad. Lo que desean es mantenernos inestables y fuera de lugar.
Comportamiento repetitivo
La luz de gas no sería efectiva si tuviera lugar de vez en cuando. Para obtener el control total de la otra persona, uno tiene que mantener constantemente su ofensiva. Los narcisistas y sociópatas de este maltrato psicológico jugarán una guerra psicológica para dominar la relación y mantenerlo todo bajo su control. Las disputas se intensifican si les desafiamos y sus tácticas también, si intentamos “que entren en razón”. Comenzarán a presentar pruebas para demostrar que tienen razón sobre nuestra supuesta inferioridad e inutilidad. Refutarán la evidencia. Lo normal es que uno se sienta tan confundido que ya no sabrá lo que está bien y lo que está mal.
Desacreditar a la víctima
Además de comunicar a los demás que la víctima está equivocada y reaccionar de forma exagerada, también se inventará historias/chismes sobre la víctima para desacreditarla. Fingirá estar preocupado y dirá que se preocupa por su bienestar mientras transmite sutilmente el mensaje de que la víctima es inestable, incluso que esté loca o necesite apoyo profesional de salud mental. Lamentablemente, esta táctica sádica puede ser muy eficaz para apartar a la víctima de familiares y amigos.
Estrategia inconfundible: la humillación
La mayor parte del tiempo, las acciones o palabras de una persona abusiva no parecen tener otro propósito que el de humillar al otro; un tipo de comportamiento que incluye: insultos exacerbados, bromas o sarcasmo, apodos dañinos, exhibiciones públicas (peleas o burlas), ser condescendiente, meterse con su apariencia física o engaños con objeto de herir o para dar a entender que son muy deseables.
Un desgaste con el tiempo
Ya hemos comentado que esta táctica de manipulación tiene éxito si se prolonga en el tiempo. Es una de sus características más insidiosas. Una mentira por aquí, otra por allá, un comentario sarcástico de vez en cuando... aumentándolos progresivamente hasta que, incluso las personas más brillantes y conscientes de sí mismas pueden acabar absorbidas por este agujero negro personificado; es así de efectiva la luz de gas.
Concentrarse en los sentimientos
Si te encuentras inmerso en este tipo de relación, es importante concentrarse en los sentimientos en vez de pensar en qué es correcto o incorrecto. Es fácil quedarse atrapado en querer tener la razón o pasar horas interminables reflexionando sobre quién tiene la razón. Pero determinar quién tiene razón y quién está equivocado es menos relevante que deducir cómo nos sentimos: si la conversación te deja sintiéndote mal o dudando de ti mismo, es precisamente a lo que deberás prestar atención.
¿Qué nos convierte en uno de ellos?
Una persona no nace maltratador psicológico como el que nace introvertido o extravertido. Se realiza mediante el aprendizaje social. Lo ven, sienten sus efectos o se topan con él y ven que es una herramienta potente. Es una estrategia cognitiva de autorregulación y corregulación. Y funciona, de ahí que sea posible que ni siquiera el que lo hace piense que esté llevando a cabo una acción estratégica o de manipulación. Carece de conciencia de sí mismo y puede pensar que se está expresando directamente, o es propenso a la honestidad inquebrantable, diciendo las cosas "como son".
Luz de gas entre padres e hijos
Los cuidadores abusivos pueden utilizar esta peligrosa manipulación psicológica para avergonzar o controlar a los niños. Pueden acusarlos de ser demasiado sensibles para menospreciar sus sentimientos o de recordar sucesos de cuando eran más jóvenes para mantener el control sobre ellos.
Cómo actuar ante la luz de gas
Como tiene un impacto significativo en la salud mental, es crucial que todo aquel que la experimente haga lo necesario para cuidar la suya. Recopilar pruebas puede recordarte que no estás imaginando cosas (también servirá si necesitas emprender acciones legales contra esa persona). Así, los expertos recomiendan llevar un diario secreto en el que incluir la fecha, la hora y los detalles de un evento; hablar con un familiar, amigo o persona de confianza (para contar con una perspectiva externa de la situación); hacer fotos (para “verificar los hechos” de los recuerdos); grabar mensajes de voz (usar el teléfono para describir eventos y de nuevo tener una prueba rápida de que no has imaginado nada).
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