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Ayunar 14 horas seguidas al día podría ser bueno para la salud

Un nuevo estudio sostiene que si solo comemos a lo largo de 10 horas y no probamos bocado el resto de la jornada mantendremos a raya la obesidad y ciertas enfermedades metabólicas.

No comemos bien. En los últimos años, innumerables estudios se han ocupado de dejarnos claro que nuestro malos hábitos en la mesa están dañando nuestra salud. Ahora, un equipo de investigadores del Instituto Salk de Estudios Biológicos y del Departamento de Medicina de la Universidad de California, en San Diego, ha ahondado en este fenómeno y, en un reciente trabajo publicado en la revista Cell Metabolism, apunta que las rutinas que seguimos podrían explicar en parte nuestra tendencia a sumar kilos y desarrollar algunas enfermedades.
“La mayor parte de la población comienza su jornada tomando un  café por la mañana y picando algo poco antes de acostarse, unas 14 o 15 horas después”, indica el biólogo Satchidananda Panda, del citado Instituto Salk, que ha coordinado el ensayo. “Pues bien, hemos observado que restringir la ingesta de modo que solo comamos a lo largo de un lapso de 10 horas, lo que conlleva  ayunar el resto del día, tiene un efecto beneficioso en la salud”.

Hasta 10

Para determinarlo, Panda y sus colaboradores pusieron a prueba esta idea en unos ratones, a los que se obligó a seguir una dieta alta en grasas. Al cabo de un tiempo, los roedores, que podían alimentarse cuando se les antojase, engordaron considerablemente y desarrollaron distintos trastornos metabólicos, desde  diabetes hasta hígado graso. Sus niveles de colesterol, además, estaban disparados. No obstante, las cosas cambiaban mucho cuando solo se les dejaba comer a lo largo de 10 horas al día: aunque mantenían esa dieta alta en grasas, mejoraba su estado físico y su salud.

En un primer momento, los investigadores pensaron que ello debía estar relacionado con los ritmos circadianos. Esto es, al limitar la ingesta de ese modo, los relojes internos de los animales quizá se mostraban mejor sincronizados, lo que les impulsaría, por ejemplo, a consumir más colorías cuando los genes implicados en la digestión estuvieran más activos. La sorpresa llegó cuando a algunos ratones les desactivaron los genes responsables de mantener esos ritmos circadianos: incluso en ellos se daban los mencionados efectos beneficiosos de comer únicamente a lo largo de 10 horas al día.

Según los investigadores, una de las funciones principales de nuestros relojes internos es decirnos cuándo debemos comer y cuándo no. Esto contribuye a mantener en equilibrio nuestro organismo, que necesita el aporte de nutrientes, pero también momentos de ayuno para repararse. Eso sí, mantener las cosas en orden no es fácil, no solo por el ritmo de vida que llevamos, sino porque nuestros mecanismos circadianos tienden a deteriorarse con el paso de los años. Ello aumenta las posibilidades de sufrir alguna de las citadas enfermedades metabólicas, pero también  cáncer o demencia.

Contra el envejecimiento

La intención de los expertos es tratar de confirmar si esos mismos efectos positivos que han observado en ratones también se dan en humanos y si esa restricción en la ingesta puede prevenir también algunas enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Si es así, un simple cambio en nuestros hábitos podría mejorar sensiblemente nuestra salud, indica Panda.
Referencia: Time-Restricted Feeding Prevents Obesity and Metabolic Syndrome in Mice Lacking a Circadian Clock. Satchidananda Panda et al. Cell Metabolism (2018). DOI: https://doi.org/10.1016/j.cmet.2018.08.004

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