Amor líquido: las relaciones en los tiempos de Tinder
Las restricciones a causa de la pandemia de covid-19 y las apps de citas han cambiado sustancialmente nuestra forma de relacionarnos y conocer gente. ¿Hemos olvidado la complejidad de las relaciones humanas?
Hoy en día existen gran cantidad de aplicaciones para ligar o conocer gente, pero Tinder se ha convertido en la app de citas por excelencia, presente en 196 países y con más de 50 millones de usuarios en todo el mundo. Desde que empezó su andadura allá por 2012 de la mano de dos amigos de la infancia, Sean Rad y Justin Mateen, la plataforma se ha ido abriendo camino a pasos agigantados. Estos jóvenes emprendedores tuvieron la brillante idea de utilizar la localización GPS para encontrar personas cercanas, sin la necesidad de tenerlas agregadas a una lista de contactos, y crearon una página de citas online diferente a todo lo que existía hasta ese momento, convirtiéndola en todo un icono.
La app empezó a crecer como la espuma con el paso de los años, tanto que los Juegos Olímpicos de Rio de 2017 fueron rebautizados por los medios como los Juegos Olímpicos de Tinder, y expresiones como "hacer match" ya forman parte de nuestra jerga habitual. Se calcula que a día de hoy se hacen unos 26 millones al día; basta una simple acción para abrir una ventana, chatear y organizar una cita.
Con estas apabullantes cifras queda patente que nuestra forma de relacionarnos e interactuar ha cambiado significativamente con el auge de las nuevas tecnologías y, sobre todo, con el uso de los smartphones. Podríamos decir que Tinder se ha convertido en la nueva barra del bar, en la discoteca donde desplegábamos nuestros encantos para llamar la atención de la persona que nos gustaba. Los usos que podemos darle son muy diferentes, y a falta de hallar el método perfecto para encontrar a la persona que sea lo más compatible posible con nosotros, al más puro estilo Hang the DJ de la serie Black Mirror, estas apps nos ofrecen la posibilidad de conocer diversos perfiles que pueden cuadrar más o menos con nuestros intereses. Aunque existe una versión Premium que cuenta con más opciones, la aplicación sigue siendo gratuita y permite a sus usuarios “venderse” mostrando sus fotografías, sus intereses y una pequeña biografía donde poder describirse.
La pandemia mundial de coronavirus ha provocado un aumento en el número de usuarios, y es que, en un mundo globalizado donde las relaciones interpersonales se han visto reducidas a causa de las restricciones, nos queda el recurso de este tipo de apps. De hecho, seguro que todos conocemos en nuestro entorno, si es que no somos nosotros mismos, personas que la tienen instalada.
Tinder, fue concebida por sus creadores como un medio para conocer gente, sin embargo, su finalidad sigue sin ser muy concreta, y depende mucho de las aspiraciones de cada uno. Existen personas que aseguran haber encontrado el amor y otras que lo utilizan para encuentros fugaces, e incluso hay quien dice que es una forma de encontrar nuevas amistades, o de hacer conocidos cuando estas de viaje.
Adictos a la inmediatez
Lo cierto es que esta manera de relacionarnos ha creado diferentes formas de entender los vínculos y es la responsable del surgimiento de nuevos términos, como el concepto de amor líquido formulado por el sociólogo Zygmunt Bauman. Cada día nos cuesta más comprometernos, establecer lazos fuertes, bien sea por miedo, aburrimiento o porque los encuentros esporádicos, y frases “como vamos viendo”, se han convertido en lo cotidiano de muchas relaciones.
Nos hemos vuelto adictos a la inmediatez que trae consigo la era digital, y en muchas ocasiones nos olvidamos de lo complejo de las relaciones humanas, aquellas en las que la comunicación, la empatía, la escucha activa son el pilar en el que se sustentan. En definitiva, nuestras habilidades sociales están dejando paso a conversaciones y encuentros superfluos en los que, en la mayoría de los casos, impera la ley del mínimo esfuerzo. Poco se habla de la frustración que puede generar en muchos individuos no alcanzar sus expectativas de notoriedad, sufrir "ghosting" o sentirse poco deseables. Nuestra bioquímica cerebral se ve afectada con estos procesos, y es que el pico de dopamina que supone conseguir muchos match, considerarte popular, e iniciar conversaciones, puede caer rápidamente en picado cuando sufrimos un rechazo, aunque sea virtual.
Todas las opciones disponibles en la nueva era digital ofrecen innumerables ventajas, sin embargo, es importante recalcar que nuestra valía personal no viene determinada por los números de “me gusta” o de match que conseguimos. Sin duda, podemos usar y sacar todo el partido que nos ofrecen estas herramientas, pero sin llegar a obnubilarnos y a olvidarnos de lo que realmente son y de quienes somos nosotros: seres únicos y excepcionales, independientemente del éxito o “fracaso” que cosechemos dentro del mundo virtual.