La apnea del sueño es un trastorno, habitualmente crónico, que provoca numerosas y breves paradas respiratorias durante el sueño. Esta alteración se produce por el cierre de la vía respiratoria superior (fosas nasales, boca, faringe y laringe) impidiendo que el aire llegue a los pulmones durante ese tiempo. Junto a la hipopnea y su obstrucción parcial de las vías respiratorias, la apnea forma parte del conocido síndrome de apnea-hipopnea del sueño (SAHS) y es uno de los trastornos respiratorios más comunes entre la población, aunque mucha gente desconoce que lo padece y no lo tiene diagnosticado.
Existen tres variantes distintas de la apnea del sueño según las causas directas que la provocan: la apnea obstructiva del sueño, causada por el estrechamiento o bloqueo de las vías respiratorias; la apnea central del sueño, menos frecuente y producida cuando el cerebro no envía la señal necesaria a los músculos responsables de la respiración; o la apnea mixta que combina los dos mecanismos descritos. Existen algunos factores que pueden aumentar el riesgo de padecer apnea del sueño: la edad, el sexo (más común en hombres), el sobrepeso, la circunferencia del cuello y de las vías respiratorias, los antecedentes familiares o el consumo habitual de tabaco, alcohol, tranquilizantes o sedantes.
Todos (o algunos) estos factores bloquean las vías respiratorias e impiden la respiración normal, que se corta durante algunos segundos. Cuando la respiración se restablece provoca un sonido o ronquido fuerte que generalmente interrumpe el sueño, por lo que el afectado no disfrutará del descanso y despertará somnoliento y cansado. Esta falta de sueño acabará por derivar en otros síntomas como dolor de cabeza, molestias en el tórax, insomnio, hipersomnia (somnolencia durante el día), problemas de atención e irritabilidad. Ha llegado a relacionarse incluso con casos de pérdida del deseo sexual.
Si esta situación se prolonga sin darle ningún tratamiento, la apnea del sueño puede llegar a provocar graves problemas en la salud debido a la falta de oxígeno necesaria para el correcto funcionamiento del organismo. Los episodios de asfixia aumentan el riesgo de hipertensión, enfermedades cardiovasculares como la diabetes o el ictus cerebral y provoca una mayor tendencia a padecer depresión o ansiedad.
Para concienciar y dar a conocer algunos de los rasgos más característicos de este trastorno, aquí dejamos 5 verdades poco conocidas sobre la apnea del sueño:
Origen
Los trastornos del sueño y los problemas respiratorios de los que derivan vienen siendo tratados por la comunidad científica desde el siglo XIX. Curiosamente, una de las primeras menciones de una persona con sobrepeso propenso a la somnolencia diurna excesiva aparece en ‘Los papeles póstumos del club Pickwick’ (1835) de Charles Dickens. Los grandes avances en su tratamiento se produjeron ya en el siglo XX de la mano de investigadores como William Charles Dement, uno de los expertos más destacados en el campo.
Desconocimiento
Según la Sociedad Española de Sueño se estima que solo un 15-20% de los afectados por este trastorno del sueño está diagnosticado como tal. Entre las causas que provocan esta falta de diagnósticos se encuentra el hecho de que, en los exámenes clínicos, no suelen introducirse cuestiones relacionadas con el sueño para poder identificar si existe o no un problema.
Causas
Este problema respiratorio, que suele ser crónica, se produce cuando la vía respiratoria superior (formada por fosas nasales, boca, faringe y laringe) se ve obstruida o cerrada e impide que el aire llegue a los pulmones. Estos breves parones se suelen producir en repetidas ocasiones a lo largo del sueño y pueden llegar a provocar graves consecuencias en la salud.
SAHS
El trastorno de la apnea del sueño forma parte del conocido síndrome de apnea-hipopnea del sueño (conocido popularmente como SAHS). Dentro de este se diferencian dos variables: la apnea del sueño y la hipopnea. La hipopnea es una patología respiratoria que produce una obstrucción parcial, no total, de las vías superiores.
Apnea obstructiva del sueño
Este tipo de apnea del sueño es la más común entre la población y se produce cuando los músculos de la parte posterior de la garganta se relajan, reduciendo o cerrando las vías respiratorias al inspirar e impidiendo que la entrada de oxígeno sea la adecuada. Si el oxígeno en sangre baja mucho, el cerebro lo detecta y despierta al afectado para despejar las vías respiratorias.
Apnea central del sueño
La apnea central del sueño es una versión menos común de este trastorno. El problema deriva del cerebro, que no transmite las señales necesarias para que los músculos responsables de la respiración actúen. Esto quiere decir que, durante un corto lapsus de tiempo, el cerebro hace que el cuerpo deje de respirar al no transmitir la señal para que los músculos cumplan su correcto cometido.
Apnea mixta
La apnea mixta es la menos común de las distintas opciones posibles. Combina características de las dos anteriores y aumenta la probabilidad de que las paradas respiratorias sean más frecuentes o prolongadas.
Sobrepeso
El estereotipo de varón y obeso: esta enfermedad ha sido comúnmente asociada a personas con sobrepeso, del género masculino y que roncan mucho y muy fuerte. Sin embargo, alrededor del 30% de los pacientes que padecen apnea del sueño no presentan obesidad y las mujeres también se ven afectadas por ella. Suele confundirse con cansancio o cambios de humor, de ahí que las mujeres representen el grupo más infradiagnosticado.El estereotipo de varón y obeso: esta enfermedad ha sido comúnmente asociada a personas con sobrepeso, del género masculino y que roncan mucho y muy fuerte. Sin embargo, alrededor del 30% de los pacientes que padecen apnea del sueño no presentan obesidad y las mujeres también se ven afectadas por ella. Suele confundirse con cansancio o cambios de humor, de ahí que las mujeres representen el grupo más infradiagnosticado.
Factores de riesgo
Como ya se ha dicho, se suele asociar el sobrepeso a una mayor probabilidad de sufrir apnea del sueño pero no es el único factor de riesgo. La circunferencia del cuello y de las vías respiratorias, la edad, el sexo (los hombres tienen el doble de posibilidades de sufrirla) o el consumo de alcohol y tabaco incrementan considerablemente las posibilidades de verse afectado por la apnea del sueño.
Consecuencias
Los efectos de la apnea del sueño: las complicaciones más comunes según la Sociedad Española de Sueño son el empeoramiento de la memoria, la atención o el comportamiento, así como la aparición de cardiopatía isquémica, ictus, hipertensión y la aparición de algunos tipos de tumores.
Consecuencias (II)
Además, si la apnea del sueño no se trata puede derivar en problemas más graves como fatiga diaria, una presión arterial alta, problemas hepáticos, diabetes, trastornos metabólicos e incluso complicaciones con algunos medicamentos y la anestesia quirúrgica.
Síntomas
Síntomas comunes a otros trastornos: a pesar de que el cansancio y la excesiva somnolencia durante el día son los síntomas más comunes, no son los únicos. Sin embargo, al ser semejantes a los de la depresión, el cansancio u otros trastornos complica de nuevo su diagnóstico.
Qué podemos hacer
Nunca hay que tirar la toalla. Existen diversas formas de tratar este trastorno que pueden ser de gran ayuda para contrarrestar sus efectos. Ante todo, normalizar los hábitos de sueño con horarios adecuados es una de las primeras premisas a tener en cuenta, así como evitar el consumo de tabaco, alcohol u otras sustancias que alteren el ritmo del sueño.
Tratamientos
En cualquier caso el método más eficaz es, sin duda, el uso de dispositivos CPAP. Estos introducen aire a través de una mascarilla nasal que impide las pausas en la respiración y contribuye a reducir los riesgos cardiovasculares y los síntomas de cansancio, somnolencia o alteración de la memoria y comportamiento.
Cirugía
Existen tratamientos quirúrgicos para tratar casos que no respondan a los dispositivos de respiración CPAP. Entre estos se destaca la amigdalectomía, para casos en los que la obstrucción de la vía aérea superior se debe al tamaño de las amígdalas, y la traqueostomía. Este segundo proceso introduce un tubo de respiración a través de un orificio en el cuello directo a la tráquea para mejorar la respiración.
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