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Vacunas esterilizantes: todo lo que necesitas saber sobre ellas

Debido a la pandemia causada por el coronavirus, se ha hablado mucho de por qué era necesaria una vacuna esterilizante. En este artículo te explicamos qué es y qué ventajas presenta.

Sherezade MR

La inmunología se encarga del estudio del sistema inmunitario en todas sus áreas. Entre ellas se encuentra la vacunología, el campo de estudio y desarrollo de las vacunas. Ya sea una vacuna diseñada para prevenir una infección por virus o bacteria, tiene como objetivo preparar a nuestro sistema inmunitario para defenderse del patógeno, en el caso que entrara en contacto.

No todas las vacunas son iguales ¿Qué es una vacuna esterilizante?

Hoy en día disponemos de varios tipos de vacunas que pueden ser clasificadas según qué diseño presentan. Por otro lado, también se pueden evaluar según el tipo de respuesta inmune que provoque en nuestro organismo. Así pues, encontramos vacunas que ayudan a eliminar una infección actual o que otorgan protección para el futuro a corto, medio o largo plazo.

Lo ideal sería que todas las vacunas otorgaran una “inmunidad” a largo plazo. Es decir, que el sistema inmunitario fuera entrenado para reconocer y reaccionar con rapidez ante un patógeno (o varios) desde que se recibe la vacuna durante el resto de nuestra vida. Esto sería un ejemplo de una vacuna efectiva a largo plazo.

Incluso si una vacuna es efectiva para protegernos de una enfermedad, puede que la memoria sólo dure unos meses o años, y sea necesario recibir una dosis de recuerdo o refuerzo para refrescarle la memoria a nuestras defensas. Esto depende de muchos factores, como el tipo de vacuna o de patógeno.

Aunque todas las vacunas tienen el mismo objetivo, todos estos factores generan diferentes niveles de efectividad al protegernos. Dentro de las vacunas que funcionan a largo plazo porque generan una respuesta inmune de memoria, la mejor opción es aquella que genera una “inmunidad esterilizante”.

¿Qué es la inmunidad esterilizante?

Este término se conoce como un proceso natural por el cual, tras una infección natural o una vacunación, el sistema inmunitario no sólo genera protección a largo plazo de la enfermedad, sino que puede evitar incluso la infección. En algunas ocasiones, podemos sufrir infecciones asintomáticas, porque no presentamos síntomas visibles.

Sin embargo, puede que la infección siga teniendo lugar a nivel celular, pero como el sistema inmunitario está preparado, no se esparce por el cuerpo ni genera una respuesta proinflamatoria descontrolada.

Una inmunidad esterilizante no sólo previene de los síntomas y la infección, sino que además evita el contagio porque el patógeno queda completamente neutralizado. En el desarrollo de vacunas, esta es el Santo Grial, aunque no es tan sencillo de obtener.

¿Existe de verdad la inmunidad esterilizante?

Cada vez tenemos más conocimientos sobre la interacción que tiene lugar cuando un patógeno infecta nuestras células. Los virus y bacterias tienen diversos mecanismos de infección y a través de años de evolución, algunos de ellos se han convertido en especialistas del sigilo.

Estos microorganismos sigilosos disponen de mecanismos por los que infectan células sin activar una respuesta proinflamatoria por parte del organismo. Así, utilizan la maquinaria celular nuestra para reproducirse de forma controlada y silenciosa. Sólo cuando la infección está avanzada, puede que aparezcan los síntomas, pero el patógeno ya está listo para contagiar al siguiente hospedador.

La ausencia de síntomas dificulta la tarea de confirmar si existe una infección en un momento concreto sin una sospecha previa. Debido a este mecanismo conocido, algunos expertos en el campo de la inmunología y microbiología, se preguntan si la inmunidad esterilizante realmente existe.

El conocido ejemplo de la vacuna contra el sarampión, que causó la erradicación casi completa en muchas poblaciones, se ha utilizado como ejemplo de vacuna esterilizante. Sin embargo, ahora disponemos de unas técnicas de detección de infección mucho más sofisticadas que antes. Aunque son poco frecuentes, hoy en día se puede detectar de forma regular algunos casos de sarampión.

No es descabellado suponer que la inmunidad natural pueda ocurrir de manera puntual y natural varias veces a lo largo de nuestra vida. En un escenario donde ha habido una infección previa o una vacunación, ante una carga baja del patógeno, disponer de las herramientas necesarias para eliminar la amenaza sin dar opción a que infecte. Sin embargo, puede que sea más anecdótico que rutinario.

¿Tendremos una vacuna esterilizante para la COVID-19?

En el comienzo del desarrollo de vacunas, existía una vacuna española desarrollada en el CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) que prometía ser de las primeras vacunas esterilizantes contra la COVID-19. Sin embargo, esta vacuna no ha llegado a terminar los ensayos clínicos, por lo que no está disponible.

Establecer como objetivo para todas las vacunas el efecto de generar una inmunidad esterilizante a largo plazo puede que sea un sueño imposible. En el caso del coronavirus, todo parece apuntar a que el desarrollo de una vacuna esterilizante es muy improbable.

Aunque no se puede predecir con seguridad, la interacción con el virus, la tasa de mutación, el uso de medidas para evitar contagios y las dinámicas de población actual son factores determinantes que dificultan esta tarea.

Tampoco debemos desanimarnos ante esta perspectiva, ya que, en la mayoría de los casos, con el simple hecho de prevenir la enfermedad, síntomas graves o la muerte, es todo un éxito. Por suerte para nosotros, esos objetivos ya se han conseguido con las vacunas actuales contra la COVID-19.

Referencias:

Pollard and Bijker. 2021. A guide to vaccinology: from basic principles to new developments. Nat Rev Immunol. doi: 10.1038/s41577-020-00479-7

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