Epilepsia, la gran desconocida
Muchas personas todavía intentan esconderla.
Es una de las enfermedades más perjudiciales para la calidad de vida y una de las más estigmatizadas también, pues muchas personas todavía intentan esconderla.
¿Qué sabemos realmente de la epilepsia? Muy poco, tenemos en la mente más mitos que verdades.
La mayoría de la población piensa en la epilepsia como aparece en las películas, una persona de repente pierde la consciencia y le empiezan a dar unas convulsiones terribles, y acto seguido llega el héroe que evita que se trague la lengua y le salva la vida. Pues es pura ficción, nada que ver con un verdadero protocolo de actuación ante un episodio epiléptico.
Para empezar, tener epilepsia no siempre significa sufrir unas convulsiones descomunales o perder la consciencia. Esta enfermedad neurológica se define por una excesiva descarga eléctrica de las células cerebrales, lo que provoca ser más propenso a sufrir convulsiones. Además, no existe un único tipo de epilepsia, sino varias modalidades y cada una con sus particularidades.
La más peligrosa es la denominada fármacoresistente, pues los medicamentos no surten efecto para controlarla, por lo que el paciente que la sufre está mucho más expuesto a una muerte prematura o a sufrir traumatismos severos.
Unas 400.000 personas en España padecen esta enfermedad, una de las más comunes en el ámbito neurológico, y se estima que cada año se detectan entre 12.000 y 22.000 nuevos casos, lo que sitúa la incidencia anual entre 31 y 57 casos por cada 100.00 habitantes.
¿Qué es lo que hay que hacer (o no) en una situación así?
El primer consejo de cualquier médico es no perder la calma y procurar, en la medida de lo posible, que la persona que está sufriendo la crisis no se golpee la cabeza. Sólo hay que sujetarle la cabeza, nunca los pies o las manos o se podría lesionar.
La creencia de que hay que meter la mano en la boca del epiléptico para que no se trague la lengua es un mito infundado, no hay peligro de que se trague la lengua, lo que suele ocurrir es que al convulsionar se muerda la lengua, y por ello sangre. El peligro real es que la sangre o la saliva le produzcan asfixia, por ello lo aconsejable es ponerles de lado para que no se obstruyan las vías respiratorias y pueda respirar.
Después hay que esperar a que recupere la conciencia poco a poco después del ataque y a que esté totalmente orientado. Si durante las convulsiones no ha recuperado la consciencia en ningún momento, o estas han durado más de cinco minutos es importante que llevemos al paciente a Urgencias para una valoración médica rápida. Si es una mujer embarazada quien sufrió la crisis, también debemos llevarle al hospital.