¿Qué es la conciencia? ¿Qué dice la ciencia?
La conciencia es un concepto abstracto, pero eso no la hace menos real.
Siempre se nos dice que la conciencia es la vocecita dentro de nuestra cabeza o el Pepito Grillo que nos dice que hagamos lo correcto y nos impide que hagamos cualquier mal. A menudo nos encontramos buscando esta voz interior con la esperanza de que nos guíe para tomar la decisión correcta.
Dicho esto, ¿qué es esa mágica "voz interior"? ¿Son el ángel y el demonio que descansan sobre tus hombros, como se representa en la cultura pop? Podría ser eso o podría ser algo muy real, hecho de células nerviosas y transmisores que regulan cómo te sientes sobre algo.
¿Qué son la conciencia y la consciencia?
Según la Real Academia Española (RAE), los términos “ conciencia” y “ consciencia” no son intercambiables en todos los contextos. Cuando hablamos de conciencia nos estamos refiriendo al sentido moral, es decir, a la capacidad de la persona para distinguir entre el bien y el mal. Por otro lado, cuando usamos el término consciencia, nos referimos a la capacidad, o incapacidad, de la persona para reconocer la realidad y relacionarse con ella.
Algo curioso es que, a pesar de que conciencia y consciencia no se usan para expresar lo mismo, conciencia no tiene adjetivo y consciencia no tiene verbo, por lo que en estas formas se emplean indistintamente. Por lo que no existe ni conciente, ni inconciente, ni conscienciar.
El adjetivo consciente, si va acompañado del verbo “estar”, viene a significar que no se ha perdido el conocimiento (“a pesar del golpe, está consciente y orientado”), pero si va acompañado del verbo “ser”, significa saber algo y tener conciencia de ello (“es consciente de sus limitaciones”). En cuanto al verbo concienciar significa hacer que alguien sea consciente de algo (“en los colegios se conciencia a los niños sobre las drogas y el tabaco”).
Aunque, una vez explicados los términos, ya no nos resulta muy difícil distinguir ambos conceptos, comprenderlos en profundidad ya son palabras mayores.
Si que es cierto que la consciencia se ha estudiado a fondo en diversos campos, como la filosofía, la psicología, la neurofisiología, etc., pero la conciencia no ha tenido tanta suerte, y a pesar de ser un componente fundamental de la existencia humana, sigue siendo una gran desconocida, casi como algo místico. No se ha estudiado tan a fondo, y sigue considerándose "terra incognita" en términos de neurofisiología, geografía cerebral y otros factores.
¿Qué papel desempeña la conciencia?
La conciencia desempeña dos funciones: ayudar a la persona a decidir lo que es correcto y cómo lo decide. Estos dos conceptos se denominan conciencia ética y toma de decisiones éticas. La conciencia ética se refiere a nuestra capacidad de reconocer los principios y valores éticos. Nuestra conciencia, según el filósofo medieval Tomás de Aquino, surgió de la sindéresis (capacidad natural para hacer lo correcto) o "chispa de la conciencia". Implica la capacidad de la mente humana para comprender el mundo en términos morales. Esto habla de lo consciente que es un individuo sobre sus puntos de vista morales.
Se refiere a nuestra capacidad de emitir juicios prácticos basados en ideas y valores éticos. Aristóteles se refiere a este proceso como Phronesis, la cualidad de la razón práctica en sus escritos. Se trata de la capacidad de evaluar una situación para poder actuar con rectitud en esas condiciones. Una conciencia bien formada e informada (consciente de los hechos, las pruebas, etc) nos permite comprendernos a nosotros mismos y a nuestro entorno, y comportarnos adecuadamente.

¿Qué es la conciencia?
La consciencia desde el punto de vista de la ciencia
Hay una escuela de pensamiento en la biología evolutiva que defiende que el argumento moral tiene una función social, que une a las sociedades independientemente de los asuntos que se traten o de lo que sea correcto. Además, muchos de nuestros principios morales, como la creencia de que no debemos traicionar a nuestros amigos o abandonar a nuestros hijos, han sido esculpidos por la selección natural para maximizar nuestra capacidad de sobrevivir en grupo. Otras leyes, como la exactitud de la reciprocidad, son similares: sabemos instintivamente que si alguien nos regala algo, debemos corresponderle en algún momento posterior.
Se sabe que nuestra conciencia proviene de un estímulo social, de nuestra comunidad. Cuando alguien miente, la comunidad lo desaprueba, y decir la verdad se premia. Se cree que esto se interioriza y se acepta como parte de la cultura. También se ha observado que, en los primates, el vínculo compartido entre una madre y un hijo se extendió poco a poco a sus parejas de apareamiento, y posteriormente al pariente más cercano y el hijo. Esto se ha transmitido a través de las generaciones, junto con la obligación moral de portarse bien y hacer lo correcto para ellos o su entorno.
Los estudios en neurobiología han revelado pruebas concretas que sugieren que puede haber ciertas localizaciones en el cerebro que atienden al razonamiento u obligación moral. Cuando analizaron muchos datos y escáneres cerebrales, revelaron que si ciertas zonas del cerebro estaban dañadas, podían provocar una reducción de las reacciones o de las inhibiciones. Esto indica que si los nervios particulares están dañados, su reacción moral o los estímulos pueden ser reducidos y limitados, de modo que esta persona podría “tener menos conciencia”. También se ha estudiado que estos daños, si se producen en niños, podrían causar una pérdida permanente de la capacidad de tener términos morales.
El concepto de libre albedrío también puede estar entrelazado con la conciencia. Hay quien defiende que, con excepción de las acciones neutras, el libre albedrío sólo puede tener dos resultados (a juicio de quién lo interpreta): hacer lo correcto o lo incorrecto. Cuando una persona hace lo correcto, siente paz mental, una sensación de relajación, etc. Pero si la persona elige hacer lo incorrecto, tiene una sensación de desasosiego, puede ser etiquetada y pierde su tranquilidad. Esto tiene un resultado medible, es decir, la conciencia puede medirse o calcularse. Sin embargo, los científicos no han tenido mucho éxito en identificar los puntos exactos del cerebro que pueden ayudar a medir una decisión de "conciencia".
Todos estos factores podrían intentar hacernos entender qué es la conciencia, aunque nos queda un largo camino por recorrer.
Referencias: