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Cómo vivir 100 años. El top 10 contra la vejez

La gerontología ocupa un lugar cada vez más destacado en las políticas sanitarias. De sus avances se derivan los diez grandes retos para ser longevos y saludables.



Apesar de tratarse de una disciplina relativamente joven y de que todavía lucha por encontrar un hueco definitivo en las políticas sanitarias de muchos países, la gerontología ha conseguido reunir una impresionante lista de logros en favor de las personas de mayor edad. De hecho, puede decirse que, aunque la vejez es un territorio muy diverso que afecta de modo distinto a cada individuo, la ciencia ha detectado 10 grandes líneas de actuación en las que ya se puede, y se debe, trabajar. La prestigiosa revista Journal of Gerontology publicó hace unos meses un monográfico sobre la medicina y la edad que se ha convertido en referencia mundial de esta disciplina. De su lectura se desprenden esos 10 caminos a seguir en geriatría y gerontología que, más recientemente, han sido resumidos por el doctor John Morley de la Universidad de Saint Louis. La definición de estos objetivos cumple un papel fundamental en el desarrollo futuro de la ciencia gerontológica. Hay que tener en cuenta que la geriatría sigue siendo una disciplina considerada, en algunos casos, menor. No todos los centros docentes forman adecuadamente nuevas generaciones de geriatras ni todas las políticas sanitarias recogen la especialidad de geriatría como parte fundamental de las infraestructuras médicas. Como consecuencia de ello, aún hoy existen ciertas dificultades a la hora de decidir qué tipo de profesional se hace cargo de un determinado paciente. ¿Un anciano con problemas de movilidad ha de ser visto por un geriatra especialista o por el traumatólogo común? ¿Quién puede ayudar más a un enfermo de Alzheimer, un neurólogo o un gerontólogo?

Objetivos claros

A medida que la geriatría y la gerontología van cobrando prestigio en la comunidad médica y ganando puestos en la infraestructura clínica, se hace más necesario establecer protocolos y objetivos claros sobre el objeto de investigación y de actuación de estas especialidades. Detectar los problemas básicos de la población anciana puede ayudar en el empeño. Éste es el top 10 contra la vejez:

1. Deterioro cognitivo.

"No hay duda -dice Morley- de que combatir el deterioro de las funciones cognitivas del anciano y los problemas de comportamiento que de él se derivan es una prioridad en geriatría". En la actualidad, el conocimiento sobre el desarrollo del Alzheimer está creciendo exponencialmente. Fundamentalmente se ha avanzado en el diagnóstico de la enfermedad. La posibilidad de estudiar la presencia de beta-amiloide en el tejido epitelial de un paciente abre grandes esperanzas para la detección precoz del mal. Es sabido que este péptido, que cumple funciones neurotransmisoras, es también responsable de la formación de depósitos (placas amiloides) que producen deterioro neuronal grave. Por otro lado, también han mejorado las técnicas de detección de síntomas prematuros. Por ejemplo, se sabe que algunas funciones motoras empiezan a deteriorarse mucho antes de la aparición de la enfermedad. Estar atento a estas señales mejora considerablemente la capacidad de diagnóstico. En cuanto al tratamiento, se trabaja intensamente en el uso de inhibidores de la colinesterasa y moduladores del sistema glutamato/ NMDA. Además, se ha descubierto que el gingko biloba, una planta con varias propiedades curativas, ofrece potenciales beneficios para los que sufren el mal.

2. Depresión.
Uno de los grandes caballos de batalla de la gerontología es que se reconozca la depresión entre los males a seguir de manera sistemática en la población anciana. Este trastorno suele obviarse en los reconocimientos iniciales, sobre todo en atención primaria, y es causante no sólo de gran sufrimiento sino de enfermedades subsidiarias como el infarto.

3. Movilidad.
La geriatría empieza a observar la movilidad como una herramienta de diagnóstico a tener en cuenta. El deterioro en la velocidad de desplazamientos y reacciones del paciente es una señal de alarma de que se está produciendo un declive general. Por otro lado, si se logra mantener más tiempo la capacidad de pasear habitualmente, se experimenta una mejora considerable en otras funciones.

4. Nutrición.
Entre la población anciana se producen cambios en los patrones nutricionales que, en ocasiones, producen deterioros graves del estado físico. El descenso en la cantidad de comida ingerida y, sobre todo, la pérdida del hábito de "picar entre horas" generan una merma considerable en la cantidad de nutrientes. Algunas personas mayores terminan experimentando episodios de anorexia. En este sentido, se ha propuesto la llamada "hormona del apetito", ghrelin, como una candidata a ser herramienta terapéutica habitual en los protocolos geriátricos occidentales.

5. Hormonas.
Una de las consecuencias mejor conocidas del paso del tiempo, sobre todo en las mujeres, es el cambio en el patrón hormonal del individuo. En teoría, el aporte extra de determinadas hormonas podría ser una buena estrategia para combatir la vejez. Pero se sabe que algunas terapias sustitutivas producen severos efectos secundarios. Los efectos de la inyección de moléculas como la progesterona o la testosterona siguen debatiéndose y su función en gerontología es una de las líneas de investigación más prometedoras.

6. Fragilidad.
En los últimos años, la geriatría ha comenzado a fijarse en la fragilidad como un síndrome a tener en cuenta, ya que es un importante precursor de la incapacidad funcional. El problema es que las causas de la fragilidad son demasiado numerosas e incluyen desde deterioros cognitivos a diabetes o problemas vasculares. La intervención frente a este mal se centra en dos frentes: prevenir mediante el ejercicio físico y detectar síntomas precoces, como el aumento de los episodios de caídas.

7. Corazón.
Es el rey de la geriatría. Casi el 50 por 100 de las personas de avanzada edad muestran algún tipo de deterioro en sus funciones cardiacas por lo que la vigilancia del corazón y de la tensión arterial es una rutina asumida en esta disciplina. Pero en pocos otros casos es tan evidente la necesidad de una vigilancia especializada en ancianos. La hipertensión geriátrica poco tiene que ver con la de los adultos o jóvenes. El cuidado de los valores de tensión arterial en personas mayores requiere de cálculos más sutiles y seguimientos más complejos. En estos pacientes es muy habitual la presencia de irregularidades en la tensión (hiper o hipotensiones) características de este grupo.

8. Sistema inmune.
El deterioro del sistema inmune con la edad es bien conocido. Una de las causas de este mal es la disminución del aporte proteínico de la dieta. Por eso, la actuación en este sentido, mediante complementos nutricionales es eficaz. Pero, además, las personas mayores son más vulnerables a la aparición de nuevas enfermedades infeccionas como el SARS o la fiebre del Nilo. Por eso, es necesario que existan unidades especializadas en geriatría en los programas de tratamiento de estos males.

9. Vida a los años.
Afortunadamente la frase "no se trata de añadir años a la vida, sino vida a los años" se ha convertido en tópica. Eso quiere decir que ha calado en la opinión pública una de las máximas de la geriatría: la medicina no busca la longevidad banal sino la mejora de la calidad de vida del anciano.

10. Sistema sanitario.
El último gran reto de la geriatría consiste en dotarse de una infraestructura que permita alcanzar en todos los casos el sueño de los médicos que decidieron formarse en la especialidad: convertirse en parte fundamental del sistema sanitario y lograr generar programas de seguimiento de pacientes a largo plazo; igual que el pediatra y médico de familia acompañan al paciente durante muchos años de su vida.

Enrique M. Coperías

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