¿Frenaríamos el avance del coronavirus llevando todos mascarillas?
Las autoridades sanitarias de algunas partes de Asia han animado a todos los ciudadanos a usar mascarillas para prevenir la propagación de la COVID-19.
Mantener una distancia de seguridad entre personas de entre 1 y 2 metros, lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón o gel desinfectante y, por supuesto, quedarse en casa. Esas son las, hasta ahora, medidas fundamentales que las autoridades sanitarias españolas recomiendan para frenar el avance del nuevo coronavirus.
Cuando el 11 de marzo el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró la pandemia por coronavirus, la histeria se apoderó de muchos, quienes corrieron en busca de mascarillas. Junto con el gel desinfectante y el alcohol quirúrgico (el de las heridas), las mascarillas de los tipos FFP3 y FFP2 se convirtieron en los best seller de farmacias y tiendas online. Al poco, todo tipo de mascarillas empezaron a venderse como rosquillas y llegó el desabastecimiento.
En este punto, e incluso antes, las cosas se pusieron más difíciles todavía pues el personal médico pasó a no disponer de material de protección para atender a un número de infectados que no cesaba de crecer. Se encontró (y aún lo está) desprotegido ante el coronavirus. Los expertos recomendaron usar mascarilla solo a aquellas personas que mostraran síntomas de la COVID-19 o que estuvieran cuidando a personas con la enfermedad. El resto de ciudadanos debíamos seguir con las medidas de protección anteriormente citadas.
Llegó el 14 de marzo y la declaración del estado de alarma, más histeria todavía. Ahora, cuando sales a la calle a hacer la compra deprisa y corriendo, un buen número de las personas que ves porta una mascarilla, del tipo que sea. Puedes observar cómo muchos tocan la parte frontal (donde quedaría el virus) con las manos, de vez en cuando se la bajan palpando, de nuevo, la parte de delante… Estos comportamientos erróneos en el manejo de una mascarilla son fruto del desconocimiento de la población general sobre cómo se usa este producto. Además, el uso de mascarilla puede generar la tan temida falsa sensación de seguridad, es decir, que por llevarla pienses que estás totalmente protegido y descuides medidas de protección tan importantes como el lavado frecuente de manos y el mantenimiento de la distancia de seguridad entre personas.
Pero ¿de verdad las mascarillas son innecesarias para la población asintomática? Un artículo publicado en la revista Science el pasado 28 de marzo recoge varias declaraciones de expertos internacionales que afirman todo lo contrario. "Es realmente una intervención de salud pública perfectamente buena que no se usa", argumenta KK Cheng, un experto en salud pública de la Universidad de Birmingham. "No es para protegerse a uno mismo. Es para proteger a la gente de las gotas que salen de tu tracto respiratorio”.
Por otro lado, los que se muestran a favor de que la población use mascarillas dicen que su impacto en la propagación de la enfermedad sea probablemente modesto. Muchos también temen promover la compra de mascarillas en medio de una gran escasez en los hospitales. En este sentido, Mark Loeb, microbiólogo y médico de enfermedades infecciosas de la Universidad McMaster, dice: "No creo que sea una buena política de salud pública que la gente salga a comprar máscaras médicas y respiradores N95 y las use en la calle".
Sin embargo, a medida que la pandemia se extiende, algunos expertos en salud pública creen que los mensajes de los gobiernos que desalientan su uso deberían cambiar.
El director del Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades cree que no usar mascarilla es un error. De hecho, las autoridades sanitarias de algunas partes de Asia han animado a todos los ciudadanos a usar mascarillas en público para prevenir la propagación del virus, independientemente de que se tengan o no síntomas. La República Checa hizo obligatorio su uso en los espacios públicos, impulsando una campaña para fabricarlas en casa.
Los CDC (Centros de control y prevención de enfermedades de Estados Unidos) reconocen que el hacer mascarillas caseras puede ser el último recurso para los trabajadores de la salud que carecen de otra protección. Sin embargo, faltan estudios rigurosos que comparen las máscaras de tela con las quirúrgicas o que investiguen el material ideal para las máscaras caseras.
Aunque hay algunas pruebas de que el SARS-CoV-2 puede persistir en los aerosoles, es probable que las partículas finas que permanecen suspendidas en el aire sean poco frecuentes, dice Arnold Monto, epidemiólogo de la Universidad de Michigan, Ann Arbor. Se propaga principalmente por medio de gotas más grandes "y sabemos que las mascarillas quirúrgicas estándar tendrán un efecto modesto en ese tipo de transmisión", dice. "Cuando se combinan [las mascarillas] con otros enfoques, entonces pueden marcar la diferencia".
A pesar de los mensajes emitidos por algunos trabajadores de la salud en sentido contrario, es probable que una mascarilla pueda ayudar a proteger a un portador sano de la infección, dice Benjamin Cowling, epidemiólogo de la Universidad de Hong Kong. Se ha demostrado que tanto las mascarillas quirúrgicas como los respiradores N95, más protectores, previenen diversas infecciones respiratorias en los trabajadores de la salud; ha habido cierto debate sobre cuál de los dos es apropiado para los diferentes tipos de atención a los pacientes con infecciones respiratorias. "No tiene sentido imaginar que... las mascarillas quirúrgicas son realmente importantes para los trabajadores de la salud pero que luego no son útiles en absoluto para el público en general", dice Cowling. Las mascarillas pueden funcionar mejor en la prevención de infecciones en los hospitales que en el público, dice, en parte porque los trabajadores de la salud reciben formación sobre cómo usarlas y porque toman otras medidas de seguridad importantes como el lavado a fondo de las manos. "Creo que la persona promedio, si se le enseñara a usar una mascarilla correctamente, tendría alguna protección contra la infección en la comunidad".
Como bien sabemos ya, hay personas infectadas que no muestran síntomas, por lo que se sienten bien y siguen saliendo a la calle a hacer la compra, a trabajar si es que no tienen la opción de teletrabajo o a sacar al perro y que pueden transmitir el coronavirus sin ser conscientes. Cowling y otros expertos señalan que el beneficio de usar mascarillas correctamente (poniéndola y quitándola siguiendo unas normas, lavándose las manos frecuentemente, no tocando la parte frontal, etc) protegería a los no contagiados. El objetivo, por tanto, de cubrirse nariz y boca no sería, por tanto, protegerse del coronavirus sino no contagiar a otros.
Los datos de los esfuerzos de rastreo de contactos -en los que los investigadores vigilan la salud de las personas que han interactuado recientemente con alguien a quien se ha confirmado una infección- sugieren que casi la mitad de las transmisiones del SARS-CoV-2 se producen antes de que la persona infectada muestre síntomas. Y algunos parecen contraer y eliminar el virus sin sentirse nunca enfermos. "Si supiera quiénes son asintomáticos y presintomáticos [para la COVID-19], yo... clasificaría las mascarillas para esos individuos", dice Monto. Desafortunadamente, agrega, "No sabemos quiénes son estos".
Cheng espera que las mascarillas se vuelvan más importantes en los Estados Unidos y Europa una vez pase el pico de casos de la COVID-19 y se aligeren las restricciones de distanciamiento social. "Imagina que estás viajando en el metro de Nueva York en una mañana ajetreada. Si todos usan una mascarilla, estoy seguro de que reduciría la transmisión", dice a Science y agrega: "No me pidas que te muestre un ensayo clínico de que funciona".