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Dengue en España: un peligro mayor que el coronavirus

Estamos tan preocupados por el coronavirus que no nos damos cuenta de que hay otras amenazas que ya se encuentran asentadas en nuestro país. Una de las consecuencias del cambio climático es que enfermedades infecciosas que sólo se veían en países tropicales empiezan a expandirse hacia climas templados, gracias a que los insectos que las transportan son capaces de sobrevivir y reproducirse en esos nuevos hábitats.

Dengue, fiebre amarilla, zika o chikunguña son enfermedades que asociamos a países como Colombia, Tanzania o Malasia, pero que jamás podríamos imaginar que pudieran llegar al Mediterráneo. Y no debería, pues los mosquitos que sirven de portadores -vectores en lenguaje técnico- no deberían prosperar en nuestro entorno. Pero gracias al cambio climático y a la globalización de las comunicaciones España, entre otros países, se ha convertido en su nuevo hogar. No es extraño porque el aumento de temperatura ha permitido que sobrevivan en lugares que no se parecen en nada a un ecosistema tropical, incluso a 2.300 metros sobre el nivel del mar.

¿El culpable? Un ser mínimo, un mosquito llamado Aeades aegypti, que tiene en su palmarés ser culpable de más de 50 millones de enfermos y 25.000 muertes al año, según la OMS. Transmisor de la malaria, el dengue, la fiebre de Zika, la chikunguña y el virus Mayaro, tiene un aliado en su primo hermano, el Aeades albopictus, más conocido por estos lares como mosquito tigre por su peculiar rayado blanquinegro y que está incluido en la lista de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo elaborada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Llegó a nuestro país procedente de Asia en un cargamento de neumáticos y ha ido plantando sus reales por toda la cuenca mediterránea.

A. albopictus ha encontrado en nuestras ciudades un hotel cinco estrellas. Sus larvas se desarrollan en cualquier sitio donde haya una pequeña cantidad de agua, mejor si se encuentra en lugares sombreados. Y para ellos las ciudades es jauja: jarras, cubos, floreros, platos de macetas... cualquier objeto que contenga una pequeña cantidad de agua en nuestros jardines, patios, calles y descampados. Hasta el agua acumulada en un tapón de plástico les vale. De este modo el mosquito tigre ha pasado de una tranquila vida en el campo, donde su criadero larvario original eran las oquedades con agua en árboles, a una existencia urbanita, repleta de lugares donde reproducirse y, cómo no, con un buen número de humanos de los que alimentarse. Al contrario de los mosquitos a los que estamos acostumbrados, los Aeades pican durante el día, se mueven cerca del suelo y no emiten el clásico zumbido. Como es normal, son las hembras las que pican pues necesitan de la sangre (y el agua) para su reproducción.

El dengue es la segunda enfermedad más común transmitida por un mosquito

Fue detectado por primera vez en España en unos invernaderos en San Cugat del Vallés en 2004, y ha sido el responsable de brotes leves de chikunguña en Italia en 2007 y de la fiebre del Nilo Occidental en Grecia en 2010. En nuestro país este mosquito es el responsable de que seamos uno más de los 110 países con dengue: desde octubre de 2018 se han dado 7 casos, por suerte leves.

Por su parte, Latinoamérica está experimentando la epidema más intensa de dengue en su historia. Costa Rica, por ejemplo, ha visto aumentar el número de infecciones de 2019 a 2020 en un 76%, según confirma el Ministerio de Salud de este país centroamericano. A principios del pasado mes de febrero la ciudad de Cali (Colombia) tuvo que decretar la alerta amarilla al ver cómo habían se habían disparado los casos de dengue en un 500% en menos de un mes, y Brasil tiene más de 2 millones de personas afectadas.

No estamos ante una enfermedad nueva; el primer caso de dengue registrado en una publicación médica data del siglo III en un compendio de medicina de la dinastía china Jin. En la actualidad se sabe que hay 4 tipos de virus del dengue, y el haber sobrevivido a uno no implica inmunidad para los otros tres. Muy similar a una gripe, no existe tratamiento específico ni vacuna y lo único que se puede hacer es paliar los síntomas y dar soporte vital a los casos más graves. Hoy por hoy el dengue es la segunda enfermedad más común transmitida por un mosquito en el mundo, donde cada año la sufren entre 50 y 100 millones de personas y tiene una tasa de mortalidad del 2,5%.

Además de una vacuna -que tardará en aparecer- el otro frente es acabar con el mosquito, que tampoco es sencillo. Hoy en día se trabaja en diferentes mecanismos biológicos de control de plagas, como el inocular una bacteria que les impida reproducirse o usar sus depredadores naturales, como los microcrustáceos copépodos Mesocyclops thermocyclopoides. Lo único cierto es que no podemos bajar la guardia, más aún cuando en 2017 se detectó en Canarias el Aeades aegypti.

Y ha venido para quedarse.

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