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La dieta mediterránea mejora el microbioma de las personas mayores

Un estudio reciente asocia el consumo de dieta mediterránea con el aumento de bacterias relacionadas con el envejecimiento saludable. También con la reducción de bacterias implicadas en la inflamación, factor que se asocia a la fragilidad.

Seguir una dieta mediterránea, es decir, priorizar el consumo de verduras, legumbres, frutas, frutos secos, aceite de oliva y pescado y moderar la ingesta de carnes rojas y grasas saturadas mejora el estado del microbioma intestinal en las personas mayores, según un estudio que acaba de ser publicado en la revista Gu.

El microbioma es una comunidad de microorganismos, principalmente bacterias, que vive en nuestro organismo. Tenemos microbiomas en el intestino, los genitales, el aparato respiratorio, dentro de la boca, en la cavidad nasofaríngea y la piel. Aunque ni nos enteremos de su presencia, esta población de microorganismos es muy importante para nuestra salud. La prestigiosa Clínica Mayo escribe en su página web lo siguiente acerca del microbioma intestinal: “No es sorprendente que con lo que alimentas a tu microbioma puede tener el mayor impacto en su salud. Y cuanto más sano está, más sano estás tú”. Para esta institución, la clave para tener un microbioma sano es nutrir y mantener el equilibrio entre las casi 1000 especies diferentes de bacterias que viven en el intestino. Justo es esta parte la que ha venido a confirmar el presente estudio realizado durante 12 meses de dieta mediterránea entre personas mayores.

La investigación ha mostrado que alimentarse a base de dieta mediterránea impulsa las bacterias relacionadas con el envejecimiento saludable y reduce las que se asocian a la inflamación. Además, contribuye a que haya una mayor diversidad de bacterias en el microbioma intestinal, condición que se asocia a la salud y de la que muchas personas mayores carecen, sobre todo cuando viven de manera prolongada en una residencia.

Conforme envejecemos, nuestras funciones corporales se van deteriorando y va aumentando la inflamación. Estos dos factores están asociados con la fragilidad, por lo que si lo que se ha visto en el estudio, es decir, que la dieta mediterránea reduce las bacterias asociadas a la inflamación, podría frenar el avance del deterioro cognitivo y la debilidad física en la vejez.

El estudio

En el estudio participaron 612 personas con edades comprendidas entre los 65 y los 79 años procedentes de Francia, Italia, Países Bajos, Polonia y Reino Unido. A 289 personas se les dejó continuar con su dieta habitual y a 323 se les hizo comer dieta mediterránea. Esto duró 12 meses y los científicos se encargaron de analizar el microbioma intestinal de los dos grupos antes y después de alimentarse de la manera determinada.

Lo que se vio primeramente es que la dieta mediterránea frenaba la pérdida de diversidad bacteriana. Además, aumentaba los tipos de bacterias relacionadas con indicadores de reducción de la fragilidad como la velocidad al andar y la fuerza de agarre de las manos.

Analizando más profundamente, los científicos constataron que los cambios microbiamos que se producían estaban asociados con el aumento de bacterias que producen ácidos grasos de cadena corta beneficiosos y la disminución de bacterias que producen ciertos ácidos biliares, cuya sobreproducción está relacionada con mayor riesgo de resistencia a la insulina, hígado graso, daños celulares y cáncer de intestino. Los responsables de esto fueron sobre todo el aumento de fibra dietética, vitaminas y minerales (C, B6, B9, cobre, potasio, hierro, manganeso y magnesio) resultantes de seguir una dieta mediterránea durante 12 meses.

También se ha observado una asociación entre el aumento de la adhesión a la dieta mediterránea con mejoras de la capacidad cognitiva global, de la memoria episódica, de la función inmunológica, la presión y rigidez arterial así como la reducción en la pérdida de masa ósea en personas con osteoporosis. Con adhesión nos referimos a seguimiento. Una persona tiene poca adhesión a una dieta determinada si se la salta cada dos por tres, por ejemplo.

A pesar de los hallazgos, los investigadores apuntan que la interacción entre dieta, microbioma y salud es un fenómeno complejo en el que influyen varios factores.

Lo que sí defienden es la necesidad de educar a las personas que envejecen para que consuman una dieta nutritiva que tenga un alto contenido de alimentos vegetales y fibra.

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