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Los índices de mortalidad entre la población de mediana edad aumentan en Estados Unidos

Problemas de salud, enfermedades hepáticas, drogas, alcohol y suicidios son las causas principales de este fenómeno que afecta a la población americana de entre 45 y 54 años.

La tasa de mortalidad entre la población blanca estadounidense, tanto masculina como femenina, situada en la franja de edad de 45 a 54 aumentó de forma significativa entre 1999 y 2013, según un nuevo estudio de la Universidad de Princeton. Anne Case y Angus Deaton, autores de esta investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences, indican que este dato supone un retroceso tras décadas de progreso y mejoras en el nivel de vida y de salud, y que afecta exclusivamente a la población blanca no hispana de Estados Unidos.
Paralelamente, el índice de morbilidad (proporción de personas que enferman en un sitio y tiempo determinado) también se ha incrementado. Los investigadores implicados han recogido numerosos testimonios de declive en la salud física y mental, deterioro en las capacidades para llevara a cabo las actividades cotidianas, un número mayor de pacientes con dolor crónico, incapacidad laboral y deterioro de las funciones hepáticas entre los individuos de este grupo de población. El estudio ha sido sufragado por el Instituto Nacional de Envejecimiento (NIA), integrado en el Instituto Nacional de la Salud de EE. UU.
Las tres causas de muerte que más han contribuido a engrosar estas estadísticas entre los blancos no hispanos son el suicidio, las drogas y el alcoholismo, acompañadas de enfermedades crónicas del hígado y la cirrosis. Los datos recogidos proceden de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, de la Oficina del Censo y otras fuentes.
Lo más preocupante es que en el periodo previo, desde 1978 a 1998, la tasa de mortalidad entre los blancos de mediana edad estadounidenses estaba cayendo a un ritmo del 2 % anual, un nivel parecido al de Francia, Alemania, Canadá, Australia, Suecia y Reino Unido, y equivalente al promedio de los países de la Unión Europea en conjunto.  La mayoría de estos países ricos han seguido reduciendo la mortalidad después de 1998, mientras que en Estados Unidos cambió la tendencia y empezó a aumentar en 1999.
Los autores creen que la creciente accesibilidad a los opiáceos recetados para el dolor crónico y la crisis económica a partir de 2008 pueden haber contribuido al aumento de las sobredosis, suicidios y trastornos hepáticos asociados al abuso de alcohol. También apuntan que los adultos que están actualmente en la citada franja de edad entrarán en la ancianidad con peor salud que quienes tienen hoy más de 65 años.  

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