En España se vive más y con más salud
Carmen Montón, exministra de sanidad, consumo y bienestar social, nos habla de cómo en nuestro país los niveles de salud, calidad y esperanza de vida son de los más altos de Europa.
Antes de finalizar el año está a la orden del día que los organismos internacionales hagan balance y apunten los retos de futuro. La Comisión Europea así lo ha hecho, y nos aporta interesantes conclusiones sobre España dentro de los 28 estados miembros estudiados. En el Informe sobre estado de salud de España 2019 volvemos a comprobar cómo, a pesar de los recortes sanitarios de los gobiernos con la excusa de la crisis económica, en nuestro país los niveles de salud, calidad y esperanza de vida son de los más altos de Europa. Poco a poco se está remontando los niveles de inversión pública en sanidad, pero a pesar de ello el informe europeo, que maneja datos de 2017, posiciona a España en un 8,9% del PIB, por debajo del 9,8% de la media europea. Esto nos lleva a reflexionar sobre qué tiene de particular nuestro país y nuestro sistema sanitario público para que aún con el gasto sanitario público por debajo de la media de la Unión Europea la ciudadanía disfrute de manera general de mejor salud, menos muertes prematuras por causas evitables y mayor tasa de supervivencia por cáncer, llegando a obtener la esperanza de vida más alta de la Unión Europea.
En el informe de manera implícita están también algunas de las claves que explican esta realidad. La primera es que España tiene el orgullo de atesorar un sistema sanitario público universal. Esto elimina muchas barreras de accesibilidad presentes en otros países. Y esa desigualdad social en materia sanitaria menos pronunciada, que menciona el informe, hace que la salud global mejore con tan excelentes resultados. Además, hace referencia a la Atención Primaria como sólido pilar del Sistema Nacional de Salud. Esta es una diferencia cuantitativa y cualitativa frente a otros sistemas sanitarios y a la sanidad privada. Porque la Atención Primaria es clave para la universalidad, representa una atención cercana, integral, asequible, con capacidad de actuar en la prevención y promoción de la salud, basada en la comunidad y capaz de dar respuesta a lo largo de toda la vida a la mayoría de las necesidades de salud de las personas. En conclusión, me atrevo a decir que la clave está en un sistema sanitario público universal que obedece a una sociedad más justa, equitativa y cohesionada.
Los retos para el 2020 por tanto, teniendo en cuenta las conclusiones de este informe, para mí están claros, y casi van de la mano de las amenazas a las que nos estamos enfrentando en el ámbito de la salud.
En primer lugar, blindar y mimar el Sistema Nacional de Salud. Fortalecer las inversiones y presupuestos para que sean los adecuados y permitan su sostenibilidad y necesaria trasformación. Un sistema fuerte que continúe profundizando en eliminar barreras en el acceso, ya sea perfeccionando la implementación de la universalidad o eliminado copagos disuasorios. También es imprescindible que en la necesaria transformación para la atención a la cronicidad la Atención Primaria cobre el protagonismo necesario, tanto a nivel de inversión como asistencial.
Las políticas de prevención y promoción de la salud deben estar en primera línea. La contaminación y el cambio climático son ya una seria amenaza y los hábitos de vida no saludables ganan terreno en el día a día de la vida de las personas. Un tercio de las muertes son debidas al consumo de tabaco(ya sean los viejos cigarrillos o los nuevos vapeadores y dispositivos electrónicos), al consumo nocivo de alcohol, el sedentarismo y la mala alimentación que se aleja de nuestra dieta mediterránea. Se está experimentando una tendencia al aumento de la obesidad y sobrepeso que ya llega al 17% de los españoles; y la cifra empeora, por encima de la media europea, al 20% en el caso de adolescentes.
También debe ser visible la apuesta por la salud mental. El suicidio es la tercera causa principal de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años y a partir de los 14 años aparecen el 50% de las enfermedades mentales, que desafortunadamente no son bien diagnosticadas, ni tratadas. Por ello, considero irrenunciable ocuparse de la salud mental como parte imprescindible de la salud de la persona, y hacerlo con un enfoque de derechos humanos.
Y por terminar, estoy convencida de que es necesario defender la evidencia científica y ampliar el conocimiento de la ciudadanía en cuestiones de salud. Este es el único antídoto frente a la ignorancia de los peligrosos movimientos de pseudociencias y antivacunas que amenazan la salud de las personas. En el caso de la vacunación, una de las formas más costo-eficaces de prevenir enfermedades, es especialmente grave cuando afecta a la infancia (por ejemplo los casos de sarampión han aumentado el 30% a nivel mundial) y también en el caso de la protección frente a una próxima pandemia de gripe (el informe alerta sobre la tendencia de reducción de la tasa de vacunación en los grupos de riesgo). Y en este apartado también se podría añadir el uso responsable y adecuado de los medicamentos, especialmente de los antimicrobianos para evitar las crecientes resistencias.
Estos son algunos, no todos, de los retos que quiero apuntar en este final de año y que no deberían faltar en la agenda sanitaria europea del 2020 para vivir más y con más salud.