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¿Qué tienen en común el asma y la dermatitis atópica?

Aunque pueda parecer que no tienen nada que ver, ambas afecciones pertenecen al grupo de enfermedades inflamatorias de tipo 2, y por eso muchas veces se producen simultáneamente en la misma persona sin que esta establezca conexiones entre ellas.

¿Qué tienen en común enfermedades como el asma, la dermatitis atópica o una alergia alimentaria? Además de su alta prevalencia, todas pertenecen al grupo de enfermedades inflamatorias tipo 2, patologías cuya respuesta específica del sistema inmunitario puede contribuir a tener síntomas impredecibles, persistentes o incontrolables, disminuyendo la calidad de vida del paciente, tanto a nivel físico como mental.
Con motivo del evento ‘La conexión de la inflamación tipo 2: descubriendo conexiones ocultas’, que Sanofi Genzyme y Regeneron organizaron el pasado mes de octubre en el marco del congreso de la European Respiratory Society, hemos entrevistado a Ian Pavord, catedrático de la Universidad de Oxford y experto de referencia en medicina respiratoria.

¿Qué es una enfermedad inflamatoria de tipo 2?

La inflamación tipo 2 es una respuesta normal del sistema inmunitario. Pero, cuando este se hiperactiva, puede jugar un papel clave en enfermedades inflamatorias como la dermatitis atópica, asma, pólipos nasales, esofagitis eosinofílica, ciertas alergias alimentarias y ambientales  o la enfermedad respiratoria exacerbada por la aspirina. Además, las personas con una enfermedad inflamatoria tipo 2 tienen más riesgo de convivir con otra patología del mismo tipo.

¿Se sabe por qué se produce esta respuesta del sistema inmunitario? ¿Hay algún factor genético implicado?

Los factores genéticos pueden predisponer a las personas a un exceso de inflamación de tipo 2, y otros desencadenantes ambientales como el daño tisular también pueden jugar un papel. Además, la inflamación de tipo 2 se manifiesta de diferentes maneras dependiendo de la persona afectada.

Recientes estudios científicos han mostrado que el exceso de la inflamación de tipo 2 subyace a diferentes afecciones atópicas, alérgicas e inflamatorias. Como los síntomas de estas enfermedades son impredecibles y aleatorios, seguramente muchas queden sin diagnosticar. ¿Cuánta gente se estima que pueda padecer una o varias de estas dolencias sin que les sean diagnosticadas?

La falta de conciencia de estas afecciones significa que la gente no puede entender completamente su enfermedad o enfermedades, cómo están conectadas y qué opciones de tratamiento tienen a su disposición.
Es difícil conocer este dato con exactitud porque, como le decía, muchas personas conviven con varias patologías inflamatorias de tipo 2. Por ejemplo, hasta un 35% de personas con asma severa tiene también dermatitis atópica.  Alrededor del 50% de los pacientes con rinosinusitis crónica con pólipos nasales (RSC) padecen también asma y hasta el 43% de aquellos que sufren asma severa tienen también RSC. Asimismo, el 17% de las personas con RSC padecen dermatitis atópica y el 13% de las personas con dermatitis atópica de moderada a severa sufren RSC.
El 75% de los pacientes con dermatitis atópica de moderada a severa no tienen controlada la enfermedad y el 45% de los pacientes con asma en Europa que están en tratamiento tampoco están controlados. Por su parte, alrededor del 79% de los pacientes con RSC experimentan pólipos recurrentes un año después de la cirugía.

¿Cuáles son los mayores retos en lo que concierne al estudio de estas enfermedades? ¿Qué líneas de investigación hay abiertas y cuáles son las más prometedoras?

El mayor desafío es lograr que los pacientes y los médicos comprendan que la evaluación de la inflamación tipo 2 es un componente clave en el diagnóstico de ciertas enfermedades, como el asma. En el caso de esta patología, por ejemplo, los biomarcadores elevados de inflamación tipo 2 están asociados con el riesgo de ataques de asma y con la probabilidad de que los corticosteroides inhalados y otros tratamientos tengan éxito.
Hay un trabajo reciente que demuestra, de manera muy consistente, que los pacientes con un recuento elevado de eosinófilos en sangre y óxido nítrico exhalado tienen un alto riesgo de ataques de asma, independientemente de las medidas tradicionales que utilizamos para evaluar el control del asma. Ahora está claro que el control de la inflamación de tipo 2 en las vías respiratorias es un objetivo adicional importante de las terapias contra el asma.

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