La catástrofe de Fukushima y el terremoto de 2011 en Japón
Repasamos la catástrofe que supuso el terremoto, tsunami y el accidente nuclear de Fukushima de 2011 para las islas japonesas.
Japón es uno de los países con mayor actividad sísmica del mundo. Su delicada situación sobre numerosas placas tectónicas y fallas hace que se produzcan unos 5.000 terremotos al año (una media de dos movimientos sísmicos al día) aunque la población solo llega a notar unos mil. El estar en el llamado Anillo de fuego del Pacífico, una de las zonas con más movimiento tectónico del planeta, hace que Japón haya desarrollado una serie de medidas de seguridad que le permiten hacer frente a la mayoría de terremotos que asolan su territorio. Sin embargo, hay casos en los que la fuerza de la naturaleza es imparable.
En marzo de 2011, el deslizamiento de dos placas tectónicas sobre una falla provocó un terremoto de magnitud 9.0 en la escala Richter que afectó a todo el noreste japonés. La potencia fue tal que en tan solo dos minutos de duración gran parte del país quedó devastado, pero solo era el comienzo. Un tsunami derivado del brutal temblor de tierra terminó de arrasar con cuatro provincias distintas y causó la pérdida del control y el accidente nuclear en la central de Fukushima I. Las medidas de seguridad de las que dispone el país, como los edificios especiales cuya estructura es capaz de resistir fuertes movimientos de tierra o los muros de contención contra tsunamis, resultaron inservibles en esta ocasión.
La sucesión de catástrofes naturales causó decenas de miles de muertos, desaparecidos y desplazados en todo el país. Además, el accidente de la central nuclear (que fue comparado en numerosas ocasiones con el producido en Chernóbil) obligó a desplegar un dispositivo de contención, extendió los efectos durante años y provocó el desmantelamiento de la central. Los daños fueron astronómicos y generaron un gasto al gobierno japonés que se estima en 25 billones de yenes.
Años después de la tragedia, las islas niponas han recuperado gran parte de su antiguo esplendor pero siguen sufriendo las consecuencias y daños derivados de los destrozos, las inundaciones o la contaminación por las fugas radioactivas de Fukushima.

Las islas niponas, originariamente unidas al continente euroasiático, se encuentran en el punto de unión de numerosas placas y fallas tectónicas que generan un entorno inestable y propenso a los terremotos y tsunamis, siendo común que se produzcan varios de gravedad en un mismo siglo. Algunos de los más recientes han sido el de 1995 en Hanshin-Awaji, el de 2007 en la costa de Chūetsu y el de 2011 en la costa de Honshu.

El 11 de marzo de 2011, a causa del terremoto y tsunami ocurrido en Japón, la central nuclear de Fukushima I o Fukushima Daiichi sufrió una serie de trágicos acontecimientos: fallos en los sistemas de refrigeración de los reactores nucleares, triple fusión del núcleo, liberación de radiación hacia el exterior...

El terremoto surgió en el mar frente a la costa de Honshu, a 130 kilómetros al este de Sendai, en la prefectura de Miyagi. Duró solo dos minutos pero fue el seísmo más poderoso que ha azotado Japón desde que el país comenzó a llevar el registro de los seísmos en el siglo XIX.

La central nuclear de Fukushima Daiichi se componía de seis reactores nucleares con una potencia total de 4.7 GW, una de las más potentes del mundo. El 11 de marzo de 2011 a las 14:46 JST (tiempo estándar de Japón (UTC+9), tres de los seis reactores estaban funcionando cuando se produjo un terremoto de magnitud 9.0 en la costa noreste de Japón.

Al terremoto le siguió el tsunami. Apenas tres cuartos de hora después, la primera de una serie de gigantescas olas arrasa la costa nordeste. La falta de un muro de contención adecuado de más de 38 metros de altura -a pesar de conocer el riesgo de tsunami de la región- permitió que el maremoto penetrase en la central prácticamente sin oposición. El muro tan solo medía 6 metros. Las consecuencias fueron desastrosas: los técnicos perdieron por completo el control de la central y de todos sus reactores.

Varios años después del incidente, el análisis de los datos obtenidos en el buque de perforación Chikyu determinaron que el tsunami se produjo cuando la placa de Norteamérica se deslizó sobre la del Pacífico en una falla anormalmente fina. Esta falla solo contaba con unos cinco metros de grosor y se detectó estaba compuesta por grandes depósitos de arcilla que la hacían más resbaladiza y actuaron como una especie de lubricante.

Durante seis horas, la costa japonesa se vio asediada por un total de siete olas que llegaron a alcanzar más de 13 metros de altura en algunos puntos. El tsunami arrasó unos 443 kilómetros cuadrados en cuatro provincias distintas e hizo que el agua se adentrase hasta 40 kilómetros en el interior del país. Una de las zonas más afectadas fue la ciudad de Higashi-Matsushima, en Miyagi, cuyo perdió un 63% de su territorio.

Fusión del núcleo parcial en los reactores 1, 2 y 3, explosiones de hidrógeno, múltiples incendios en los reactores... la alerta de radiación provocó una evacuación masiva en un radio de 40 kilómetros alrededor de la central.

Lo ocurrido en la central de Fukushima fue clasificado, según la Escala Internacional de Accidentes Nucleares, como un accidente de nivel 7. Esta calificación, el máximo valor de la escala, solo había sido utilizado una vez más en la historia: con el accidente de Chernóbil de 1986. Aunque las comparativas entre ambos accidentes fueron un elemento muy común, lo cierto es que las semejanzas terminan en el hecho de que ambos fueron accidentes que llegaron a impactar en el exterior, obligando a desplegar un dispositivo que protegiera a la población.

Pocos días después del accidente se detectó yodo radiactivo en el agua corriente de Tokio y altos niveles de radiactividad tanto en espinacas cultivadas como en leche producida a 100 kilómetros de la central. La radiación detectada superaba en 27 veces el máximo legal establecido por las autoridades japonesas.

Tras esto, la central nuclear no podría volver a ser operativa. En los años posteriores al accidente, se han logrado mejoras visibles y avances en el control de las fugas radiactivas, pero todavía queda por delante un largo, complejo y costoso proceso de desmantelamiento. Afortunadamente, los niveles de radiactividad ambiental han descendido significativamente. El desmantelamiento de la central se alargará entre 30 y 40 años, y se estima que su coste total sea de entre los 64.200 y 104.000 millones de euros.

A pesar de los años que han pasado, aún existen miles de personas que siguen sin poder regresar a sus casas (y viven en alojamientos temporales facilitados por el gobierno) debido a las devastadoras consecuencias del tsunami.

El tsunami que asoló las costas japonesas cruzó el océano y llegó a notarse en Hawái, Alaska o Chile y arrastró toneladas de desechos y escombros hasta Estados Unidos y Canadá. Además, la increíble fuerza que desató desplazó las islas niponas 2.4 metros hacia el este, aceleró la rotación de la Tierra 1.6 microsegundos y desvió el eje del planeta entre 10 y 15 centímetros.

Se estima que la energía liberada durante el terremoto equivaldría a la explosión de 200 millones de toneladas de dinamita. Miles de casas fueron destruidas y el daño causado rondaba un coste de 25 billones de yenes (200.000 millones de euros). A eso se le suman las consecuencias del accidente en la central nuclear de Fukushima Daiichi que siguen afectando a la pesca, la agricultura y la ganadería local.

Aunque en un primer momento la cifra de fallecidos y desaparecidos varió rápidamente, informaciones publicadas en 2015 estiman un total de 21.586 muertos en toda la isla. Además, las labores de reconstrucción de las ciudades afectadas y el desmantelamiento de la central de Fukushima han generado costes millonarios.