La estación espacial de los océanos
La vida humana bajo el agua tiene dos padres, uno en la ficción y el otro en la realidad: primero fue Julio Verne, quien, en 1869, puso su Nautilus en el imaginario colectivo a través de su novela 20 000 leguas de viaje submarino; y, casi un siglo más tarde, en 1962, otro francés, Jacques Cousteau, logró con su Precontinente I la primera experiencia de vida continuada en una base submarina, a la que luego siguieron Precontinente II y III.
Desde entonces se han sucedido más de sesenta instalaciones bajo el agua, aunque en la actualidad solo una permanece en funcionamiento. Bien entrado ya el siglo XXI, ha llegado el momento de renovar la historia. Y el encargado de hacerlo es Fabien Cousteau, uno de los nietos del mítico explorador del gorro rojo. Para ello acaba de lanzar el proyecto definitivo: Proteus, una plataforma submarina de unos 372 metros cuadrados repartidos en dos plantas. La base, que se encontrará anclada a veinte metros de profundidad bajo el agua y podrá albergar a un máximo de doce personas, nace con un doble objetivo: ser una instalación permanente para investigar los océanos desde sus tripas y velar por su preservación –y, por extensión, por la de la vida en el planeta–.
“Solo ha sido explorado el 5 % del océano, que sigue siendo un gran desconocido”, explica Cousteau a MUY. A pesar de la experiencia de los Precontinentes de su abuelo, la única instalación submarina permanente que está en funcionamiento es la base Aquarius, en el lecho marino de Cayo Largo, en Florida, una instalación de apenas 38 metros cuadrados; fue construida allá por 1986 para que durara cinco años. En 2014, Cousteau y su equipo pasaron en ella treinta y un días, el mayor registro hasta ahora de permanencia humana bajo el agua de una expedición científica. Fue ahí, y con el telón de fondo del proyecto de su abuelo, cuando emergió en él la idea de Proteus.
No fue esta la primera estancia de Cousteau en el Aquarius. Un año antes, en 2013, había viajado hasta la plataforma de Cayo Largo para encontrarse con una vieja amiga de los Cousteau que Fabien conoce desde los tres años: la mítica bióloga marina Sylvia Earle, que se hallaba en el Aquarius con motivo de una campaña para salvar la instalación. “Tras esa visita fue cuando decidí emprender la misión de treinta y un días en el Aquarius con mi equipo de seis personas, una estancia que acabó equivaliendo a un trabajo de tres años de ciencia en tierra”, explica. Estando ya en el Aquarius en 2014 dentro de esa Misión 31 –así se denominó–, Earle le devolvió la visita con un acompañante especial, Jean-Michel Cousteau, el padre de Fabien. Así surgió Proteus.
“Tuve la certeza de que disponer de una especie de Estación Espacial Internacional (EEI) bajo el agua sería de una importancia crucial –comenta Fabien–. Sin embargo, Aquarius nunca se construyó para eso, sino para vivir en sus instalaciones unos pocos días, una o dos semanas como máximo. Y aunque mi equipo y yo permanecimos treinta y un días, eso es lo de menos: lo más importante es la plataforma, lo única que resulta, todo lo que nos ofrece, en especial las posibilidades de hacer ciencia de una manera a la que no tienes acceso fuera del agua”.
Cousteau asegura que esos treinta y un días en el Aquarius se tradujeron en doce artículos científicos y aportaciones para otros 9800. En cuanto a la labor divulgativa y de concienciación, unos cien mil alumnos de todos los continentes tuvieron contacto con la misión a través de Skype a lo largo de esas jornadas submarinas.

iss-oceanos2
Proteus permitirá llevar estos resultados mucho más allá. “Lo que te ofrece poder vivir en una frontera límite como una base submarina, en el mismo hábitat natural que se investiga –apunta el experto–, es un acceso sin precedentes al fondo del mar. Cuando te sumerges buceando, tienes enormes limitaciones porque no puedes estar allí abajo, en aguas profundas, indefinidamente [con seguridad, unas dos o tres horas por día, nos especifica ] , cosa que sí permite una plataforma”, subraya.
Una base submarina abre la puerta a superar todos estos límites. “Cuando te encuentras en un hábitat como Aquarius o Proteus, tu cuerpo se aclimata y se adapta al entorno –en el caso de ambas plataformas subacuáticas, a una presión de tres atmósferas–, y así se obtiene un acceso ilimitado al fondo del mar, con la posibilidad de hacer ciencia de un modo único: puedes reunir muestras, datos e información, y, para ello, no dispones solo de minutos, sino de horas y horas. No hay que tomar la muestra, llevarla a la superficie y luego enviarla a alguna parte del mundo para analizar. Se hace todo eso en el hábitat mismo que se investiga”, añade Cousteau.
Para maximizar las posibilidades de Proteus, la plataforma submarina albergará laboratorios de última generación, con equipos que facilitarán a los ocupantes llevar a cabo lo que serían años de investigación en días. La versión submarin a de la EEI también dispondrá, según se describe en el proyecto, de la primera instalación de producción de vídeo a gran escala para proporcionar una transmisión continua en directo para la programación educativa, e incluir á tecnología de realidad aumentada y realidad virtual. Asimismo, la plataforma contará con el primer invernadero submarino, que permitirá a los científicos cultivar plantas frescas para su propio sustento.
Proteus será diez veces mayor que Aquarius, “y esto implicará un desafío técnico –reconoce Cousteau–. Contamos con una base muy sólida desde la que empezar el proyecto; y toda la experiencia previa que existe de plataformas ya realizadas, incluyendo la de mi propia familia, demuestra que este proyecto se puede llevar a cabo. Obviamente, aparecerán retos y se recurrirá a la ingeniería que se desarrolla en la tierra y en el espacio y que tendremos que adaptar al mundo submarino. Estos proyectos son también una oportunidad de generar innovación en ingeniería y otros campos técnicos, y eso resulta muy emocionante”.
Para poner en marcha Proteus, el Centro de Aprendizaje Oceánico Fabien Cousteau(FCOLC, por sus siglas en inglés) se ha lanzado a recaudar los 135 millones de dólares –en torno a 115 millones de euros– que costaría su construcción bajo las aguas de Curazao. Aunque la pandemia de covid-19 ha echado por tierra cualquier calendario, Cousteau explica que, una vez se cuente con los fondos, se tardaría entre 32 y 36 meses en construir la plataforma.
La aparición del SARS-CoV-2 provocó que incluso el anuncio del proyecto tuviera que aplazarse. Fabien Cousteau había previsto informar de él en abril, y al final no lo hizo público hasta finales de julio, en Nueva York. “No lo pospusimos más porque pensamos que el mundo también necesita recibir noticias esperanzadoras e ilusionantes”, apunta Cousteau, quien asegura que “las reacciones han sido muy positivas y abrumadoras”. El acuanauta reconoce que “es un momento difícil para captar fondos, pero se están haciendo muchos progresos. Hemos recibido el apoyo de diversas organizaciones y universidades, y también de varias empresas con las que estamos en conversaciones. Pronto anunciaremos nombres”, explica. Asimismo, confirma que existen contactos preliminares con científicos y agencias espaciales –no solo con la NASA, sino también con la Agencia Espacial Europea (ESA) y otras–. “Creo que Proteus supone para ellos una excelente oportunidad de disponer de una base para probar tecnologías y donde los astronautas puedan entrenarse en un ambiente extremo para las futuras misiones espaciales”, subraya el nieto de Jacques Cousteau.
Entre las personalidades que han celebrado el proyecto de esta nueva plataforma subacuática en aguas del mar Caribe se encuentra Earle, que, por cierto, es premio Princesa de Asturias de la Concordia 2018 : “Proteus es un esperanzador paso adelante en la divulgación del mensaje de que debemos proteger el océano como si nuestra vida dependiera de ello. Vivir bajo el agua nos da el regalo del tiempo y la increíble perspectiva de convertirnos en un residente de los corales y dejar de ser un mero visitante”.
El laboratorio submarino Proteus será un ojo inmejorable para que la humanidad amplíe como nunca su visión y su conocimiento sobre los océanos. “Lo queramos o no, ellos son los que nos dan a los seres humanos cada bocanada de aire que respiramos, los alimentos que comemos, el agua que bebemos. Los océanos son la base de nuestra existencia”, dice Cousteau. La humanidad ha pisado la Luna y planea viajar a Marte, pero solo hemos explorado el 5 % del océano… “Es algo que me desconcierta –asegura–. Conocer más de ese 5 % no solo nos ayudará a preservarlo, sino a saber más de él y a averiguar cómo podríamos vivir mejor manteniendo una relación simbiótica con él. Y, más allá de eso, en los océanos pueden estar también remedios potenciales o tratamientos para combatir virus y el cáncer, mitigar el dolor... Existen un montón de posibilidades, y el único modo de poder cubrir todo ese espectro es ir a esa última frontera y desarrollar investigaciones allá abajo”.
el nombre del proyecto viene de proteo, un dios del mar en la mitología griega e hijo de poseidónal que Homero describió en la Odiseacomo “el veraz anciano del mar [...] que conoce todas sus profundidades”. El Proteus de la humanidad observará su entorno subacuático desde las costas de Curazao, “cuyas aguas ofrecen una inmensa biodiversidad en un estado excelente –explica Cousteau–. Es uno de los pocos lugares que cuentan con arrecifes de coral, aguas prístinas y un área marina protegida. Y todo esto nos interesa mucho porque la evolución de dichos arrecifes en relación con el cambio climático es uno de los objetivos de investigación fundamentales que tendrá la plataforma”, añade.
Con Proteus, los científicos contarán con una herramienta propia del siglo XXI para seguir desvelando los secretos desde el corazón mismo del mar, el origen de toda vida, los océanos bajo cuyo manto Cousteau se siente “como si estuviera en casa”. “Cuando me sumerjo, es para mí como estar en el País de las Maravillas: lleno de misterios y colores, todo a la vez”, reconoce.
Es la herencia del mar que le llegó de su abuelo y de su padre, una senda, ligada al océano, a su preservación y a la conservación del planeta que, según Fabien, seguirá en la saga Cousteau a través de Proteus, pero también de la mano de uno de sus sobrinos, bisnieto de Jacques, que ahora tiene ocho años y medio. “De todos modos, el mayor regalo de mi abuelo fue en realidad algo que dijo: ‘Protegemos lo que amamos, amamos lo que comprendemos y comprendemos lo que se nos enseña’. Espero llevar esa filosofía a la siguiente generación para que seamos parte de la solución”, anhela. Es el espíritu de ese Nautilus del siglo XXI en el que desea convertirse la plataforma Proteus.