Lenta pero mortal: una tortuga gigante da caza a un polluelo
Esta angustiosa grabación constituye el primer documento que muestra a una tortuga gigante persiguiendo y dando muerte deliberadamente a otro animal.
Un equipo de científicos ha publicado un asombroso vídeo que muestra a una tortuga gigante de las Seychelles (Aldabrachelys gigantea) atacando y comiendo un pollo de charrán (Anous tenuirostris). Se trata del primer documento de caza deliberada en cualquier especie de tortuga salvaje.
“La tortuga persiguió al polluelo de charrán a lo largo de un tronco hasta que finalmente logró matarlo y comérselo”, explica Justin Gerlach, investigador afiliado del Museo de Zoología de la Universidad de Cambridge, quien dirigió el estudio. “Fue un encuentro muy lento, la tortuga se movía a su ritmo habitual. Toda la interacción duró siete minutos y fue bastante angustioso”, confiesa el investigador. El episodio fue filmado por Anna Zora, coautora del estudio, que se ha publicado en la revista Current Biology, y gerente de conservación en la isla Frégate (Seychelles). Se trata de una isla de propiedad privada administrada para el ecoturismo y en la que viven unas 3.000 tortugas.
¿Cazadoras habituales?
Tradicionalmente se creía que las tortugas son vegetarianas, aunque se las había visto alimentándose de forma oportunista con carroña, y se sabe que también comen huesos y caparazones de caracoles para obtener el calcio que necesitan. Pero nunca hasta ahora se había visto a ninguna especie de tortuga persiguiendo activamente a sus presas en la naturaleza, y no se sabía si esto sucedía o las tortugas aprovechaban los restos de animales aplastados o muertos.
Para los investigadores, este extraño comportamiento se debe a una combinación inusual de dos poblaciones de especies que habitualmente no interaccionan. Por un lado, las tortugas gigantes son los herbívoros más grandes de las islas Galápagos y Seychelles, y comen hasta el 11% de la vegetación. También juegan un papel importante en la dispersión de semillas, rompiendo la vegetación y erosionando las rocas. Por otro, la extensa restauración del hábitat de la isla ha permitido su recolonización por aves marinas, y actualmente hay una colonia de más de doscientos mil charranes. Debido a ello, en el suelo se encuentran con facilidad peces muertos y polluelos caídos de sus nidos.
Mientras que habitualmente las presas potenciales de las tortugas son demasiado rápidas y ágiles como para ser apresadas, estos pollos perdidos suponen una captura más fácil. Los investigadores explican que, puesto que los charranes anidan en lugares elevados, el comportamiento instintivo de los polluelos al caer consiste, precisamente, en evitar el suelo a toda costa, y esta es, probablemente, la razón por la que el animal permaneció en el tronco incluso mientras la tortuga se acercaba a él. Una tortuga que, en opinión de los expertos, sabía muy bien lo que estaba haciendo: “Me pareció que este animal había cazado con éxito antes”, indica Gerlach.
Ahora bien, si esta tortuga era efectivamente una experimentada cazadora, quedan muchas preguntas por resolver: "¿Podríamos estar viendo una población de tortugas que está desarrollando un nuevo tipo de comportamiento con implicaciones evolutivas, o es solo una observación puntual de un acontecimiento poco habitual?".
El científico sospecha que los esfuerzos de conservación en la isla podrían ser, en parte, lo que está propiciando la aparición de este comportamiento inusual. Aunque las poblaciones de aves marinas y tortugas han disminuido durante los últimos cientos de años, los esfuerzos en la isla han aumentado la población de ambas para crear una combinación única de poblaciones de charranes y tortugas gigantes. "Estamos recreando condiciones para comportamientos naturales que la gente no ha visto en cientos de años", concluye el investigador.