El combatiente de Siam: curioso maestro de las burbujas y constructor de nidos acuáticos
Es uno de los peces de acuario más espectaculares, con más variedades, y más fácil de mantener.
Existe una gran cantidad de especies distintas que pueden ser del gusto de los amantes de la acuariofilia, y algunas son muy fáciles de mantener y de criar, aptas para principiantes. Una de las especies estrella en esta categoría es el combatiente de Siam (Betta splendens), un pez de agua dulce de entre 5 y 8 cm de longitud, lleno de curiosidades.
Domesticado para combatir
El nombre común, ‘combatiente de Siam’ hace referencia a la antigua región de Siam, hoy Tailandia, en cuyos ríos se puede encontrar de forma natural. Cuando los europeos visitaban el sudeste asiático, se sorprendían por la facilidad de los tailandeses para mantener estos peces en casi cualquier recipiente.
Allí se criaban y se seleccionaban, no tanto por su belleza, sino por su agresividad y su fuerza. Los machos eran utilizados con frecuencia para el combate, de forma similar a las peleas de gallos. Estos combates eran muy populares, y no eran raras las apuestas a su alrededor.

Combatiente de Siam amenazante, con las branquias desplegadas y los opérculos proyectados. —kidsada Manchinda / iStock
Los combates, aunque crueles y despiadados, eran espectaculares. El inicio era casi como una danza en la que los peces desplegaban sus aletas, y proyectaban sus opérculos hacia adelante, dándoles un aspecto feroz. Sin embargo, el contacto era fugaz y violento. Generalmente, uno de los peces se retiraba rápidamente. Afortunadamente, una vez se retiraba uno de los contrincantes, el vencedor no solía acosarlo ni atacarlo de nuevo, de tal manera que, por lo general, ambos peces quedaban con vida. No obstante, durante el combate, los contrincantes normalmente quedaban muy dañados, especialmente en las aletas, aunque la mayoría llegaba a regenerarlas casi a la perfección.
Desde finales del siglo XIX, el combatiente de Siam se comenzó a exportar del Sudeste Asiático a otros territorios. Llegó a Francia en 1892, se introdujo en los acuarios de Alemania en 1896, y saltó a Estados Unidos en 1910. La crianza cambió de objetivo: ya no se buscaban peces agresivos y combatientes —la idea de usarlos para combates en occidente quedó desterrada por su carencia de ética—, sino aquellos con colores más vivos y aletas más grandes y llamativas.
Gracias al conocimiento en genética mendeliana, popularizado a partir de la década de 1920, era posible seleccionar determinados rasgos con mayor precisión. La primera variedad de acuario, distinta de la variedad tradicional de combate de Tailandia o de la silvestre, es la conocida como cola de velo, y se desarrolló en Estados Unidos en 1927. Desde entonces, se han popularizado otras muchas variedades.

Combatiente de Siam variedad ‘dumbo’, exhibiendo sus grandes aletas pectorales. — Prayad Kamhanpon / iStock
La cola del combatiente de Siam
Caracteriza a los combatientes de Siam un marcado dimorfismo sexual. La hembra tiene aletas cortas y colores más crípticos, mientras el macho exhibe aletas y cola coloridas y espectaculares. Las distintas variedades se definen sobre todo por la forma de su cola, de ahí que resulta mucho más fácil distinguir variedades entre los machos que entre las hembras —para ellas, lo más práctico es comprobar su ascendencia—.
Los distintos fenotipos tienen un origen genético, por lo que, mediante selección artificial, se pueden optimizar los rasgos más deseados, e incluso desarrollar nuevas variedades.
La variedad más popular, y la primera desarrollada en acuariofilia, es la cola de velo, con una aleta caudal larga, asimétrica, y muy amplia, cuyo margen se abre en flecos; en reposo, suele caer respecto a la posición del cuerpo, como la cola de un vestido de novia. Otra variedad, cercanamente emparentada con la anterior, es la cola de corona, de cola mucho más abierta, simétrica, y flecos mucho más profundos pero regulares, que recuerdan a los ornamentos de una corona medieval.
La variedad media luna también tiene, en reposo, la cola abierta, pero a diferencia de las anteriores, el margen carece de flecos, es lisa, con forma de media circunferencia, haciendo honor a su nombre. La variedad dumbo es similar, aunque con la cola mucho más corta; esta última destaca por unas aletas pectorales semicirculares de gran tamaño, que recuerdan al conocido personaje de Disney.
Aparte del fenotipo de la cola, que define las variedades, hay otros rasgos que también resultan significativos y que pueden ser transversales. Entre ellos, el tamaño —existe un fenotipo gigante—, la agresividad, el color o el tamaño de las escamas.
Combinando estas características, han aparecido algunas variedades nuevas muy llamativas, como la dragón, un combatiente con las aletas muy redondeadas, de margen dentado, un cuerpo muy brillante, con grandes escamas, y las aletas con un color distinto al cuerpo. La variedad dragón surgió a partir de un cruce de otras dos variedades (hembra red copper y macho machai), y fue presentada en Tailandia en el año 2004. Originalmente, tenía el cuerpo y las aletas rojo intenso con cierto veteado blanco, aunque actualmente ya hay una gran variabilidad de colores.

Combatiente de Siam variedad ‘dragón’, con su coloración original blanca y roja. — Happymannt / iStock
Un nido hecho con burbujas
Criar combatientes de Siam no es difícil, siempre que se tengan en cuenta unos cuantos detalles. En primer lugar, hay que recordar que este pez no respira por branquias, sino por un órgano ubicado en el interior del cráneo, denominado órgano laberíntido, donde se efectúa el intercambio gaseoso con aire atmosférico. Es decir, que respira aire, y no oxígeno disuelto en el agua. Si a estos peces se les priva de acceso al aire, mueren de asfixia como lo haría un delfín.
Este órgano no lo tienen durante toda su vida, sino que lo desarrollan durante su crecimiento. Los alevines carecen de órgano laberíntico, y respiran por difusión tegumentaria —es decir, a través de la piel—. Esto hace que las crías de los peces necesiten estar en contacto constante con la atmósfera, pero a la vez, con la piel permanentemente húmeda; condiciones muy difíciles de conseguir cuando apenas tienen musculatura desarrollada que les permita mantenerse a flote. Pero la evolución tiene soluciones para casi todo, y ha dotado al combatiente de Siam de una serie de estrategias que resuelven el problema.
En el medio natural, el macho del combatiente de Siam silvestre puja por reproducirse con las hembras —mediante combates—, pero también las hembras compiten entre sí por los machos, y el macho elige a la hembra que considera más apropiada. En un acuario, este comportamiento se conserva, por lo que cuando se trata de reproducir, el macho debe ponerse en contacto visual —dividiendo el acuario con cristales o mediante el uso de recipientes transparentes— con dos o más hembras.

Combatiente de Siam haciendo un nido. — nayneung1 / iStock
Se sabe a qué hembra ha escogido, porque el macho hace el nido cerca del territorio de la candidata favorita. Ese nido, que puede superar los 6 mm de espesor y hasta 8 cm de diámetro, está hecho con burbujas; el macho obtiene aire con la boca, y forma esas burbujas con ayuda de su saliva. Tras retirarse las otras candidatas, ya se puede juntar a la pareja, que ejecutará una serie de danzas bajo el nido. Excepcionalmente, uno de los integrantes puede atacar al otro; para evitar que termine en tragedia, deberán separarse —conservando el contacto visual— y aguardar uno o dos días antes de volverlos a juntar.
Cuando la hembra está lista, pondrá los huevos, y el macho los fecundará, los recogerá con la boca y los depositará en el nido. Durante el tiempo que dure la incubación, y mientras los alevines sean incapaces de nadar por sí mismos, el padre, entregado, se encargará de los cuidados de la prole, incluso defendiéndolos de la hembra, que puede canibalizarlos. De hecho, es conveniente retirarla una vez hecha la puesta, para evitar este comportamiento.
Mientras los alevines carezcan de la capacidad de natación autónoma, dependerán del cuidado del padre. En el interior de las burbujas se mantiene la humedad constante y el contacto con el aire que necesitan para vivir.
Referencias:
- Hinojosa Ruiz, C. 2018. El ABC del pez Betta splendens. Publicación independiente.
- Martty, H. A. et al. 1971. El Betta. Albatros.
- Watson, C. A. et al. 2019. Evolution, culture, and Care for Betta splendens. EDIS, 2019(2). DOI: 10.32473/edis-fa212-2019
- ZHANG, W. et al. 2022. The genetic architecture of phenotypic diversity in the Betta fish (Betta splendens). Science Advances, 8(38), eabm4955. DOI: 10.1126/sciadv.abm4955