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Regresa al Mediterráneo el dragón azul: descubre sus secretos más fascinantes

Esta especie de nudibranquio se acaba de redescubrir en el Mediterráneo, después de más de tres siglos de su último avistamiento. Descubre algunos datos fascinantes de esta criatura.

Regresa al Mediterráneo el dragón azul: descubre sus secretos más fascinantes (Alvaro Bayon)

¡El dragón azul ha regresado! Parece el anuncio de alguna película de fantasía, o quizá, la primera oración de una partida de Dragones y Mazmorras. Por eso puede resultar sorprendente que tal afirmación derivada de una publicación científica, concretamente, en la revista científica Mediterranean Marine Science. La cuestión es que el dragón azul no es el reptil mitológico de grandes alas que imaginamos, sino una especie de babosa de mar: Glaucus atlanticus.

Una babosa marina capaz de nadar

Esta criatura, de aspecto exótico, mide no más de 5 centímetros de longitud. Pertenece al grupo de los nudibranquios, un grupo de moluscos gasterópodos sin concha, de colores vistosos y vívidos y formas sinuosas. A este mismo grupo pertenece también Elysia chlorotica, uno de los pocos animales que realizan la fotosíntesis.

Dragón azul

Dragón azul (‘Glaucus atlanticus’) nadando. - S.Rohrlach/iStock

El dragón azul es un animal pelágico, es decir, habita en la columna de agua, como la mayoría de los peces, y no en el fondo, como la mayoría de las babosas de mar —condición que recibe el nombre de ‘bentónico’—. Estas curiosas criaturas nadan boca abajo, impulsándose con sus apéndices, y flotando gracias a burbujas de aire que tragan y conservan en un saco dependiente del estómago.

La coloración del dragón azul tan llamativa, cumple una función importante como mecanismo de defensa. Los tonos azules y negros de su región ventral —que queda hacia arriba— le ayudan a confundir a posibles depredadores, que se acercan desde la superficie. Su lado dorsal — orientada hacia el fondo— es de un tono gris plateado, y cumple la misma función para el depredador que viene desde abajo.

Por otro lado, los pigmentos azules de su piel tienen la particularidad de que reflejan la luz ultravioleta. Esto, probablemente, le sirva al dragón azul como método de defensa contra mutaciones indeseadas producidas por este tipo de radiación, puesto que vive muy cerca de la superficie; un problema por el que las babosas de mar bentónicas no necesitan preocuparse, pues el agua del mar disipa esa radiación peligrosa a pocos metros de profundidad.

Dragones azules

Dragones azules (‘Glaucus atlanticus’) en vista dorsal (izquierda) y ventral (derecha). - S.Rohrlach/iStock

El regreso del dragón azul

La distribución nativa del dragón azul es oceánica. Habita especialmente en el océano Atlántico, aunque también se puede encontrar en el Índico, desde la costa oriental de África hasta Australia.

Fue observado por primera vez en el mar Mediterráneo, en el año 1705, concretamente en las costas de Ibiza, España, por el zoólogo y botánico prusiano Johann Philipp Breyne, quien ilustró y describió la especie, aunque no recibió un nombre científico hasta 72 años más tarde. Desde entonces, todas las referencias a dragones azules en el mediterráneo se limitaban a citar el trabajo de Breyne, y los dragones azules hallados se encontraban en otras masas de agua.

Pero, en verano de 2021, tres ejemplares vararon en la Playa de la Mata, en Torrevieja, y otros tres en la Cala de las Estacas, Orihuela (Alicante). Los socorristas de las playas avistaron los ejemplares, que fueron identificados por los investigadores Juan A. Pujol, Raquel López-Escález y Nicolas Ubero-Pascal, y conservados en alcohol en la Universidad de Murcia.

Son los primeros ejemplares observados en el mar Mediterráneo desde hace más de tres siglos. El dragón azul ha regresado.

Dragón azul nadando

Dragón azul (‘Glaucus atlanticus’) nadando. - S.Rohrlach/iStock

El ladrón del veneno

Una capacidad de ciertos nudibranquios es la de obtener estructuras celulares de los organismos de los que se alimentan, y sin digerirlos, migrarlos a su epidermis para aprovecharse de ellos y utilizarlos como si fuesen suyos. En el caso del ejemplo antes puesto, Elysia chlorotica es capaz de fotosintetizar porque obtiene de este modo los cloroplastos de las algas que son su sustento, en un proceso denominado cleptoplastia.

El dragón azul tiene el mismo comportamiento con sus presas, con la diferencia de que no son algas. En la dieta del dragón azul es fácil encontrar animales de mayor tamaño que él mismo, como la vela de mar púrpura (Velella velella), el botón azul (Porpita porpita) o la carabela portuguesa (Physalia physalis), organismos que, aunque a veces se confunden con medusas, en realidad son colonias flotantes de pólipos, aunque, como ellas, están cubiertos de un tipo de células urticantes llamadas nematocistos.

El dragón azul, inmune al veneno de sus presas, es capaz de obtener y asimilar esos nematocistos, en un proceso denominado cleptocnidia, y disponerlos sobre su piel, para defenderse de cualquier atacante. No es una forma eficiente de atacar, y al animal no se le considera peligroso por su comportamiento, pero las células urticantes se disparan con el más mínimo contacto, por lo que es conveniente no tocarlo nunca.

Su picadura puede ser peligrosa, causa náuseas, vómitos, eritema, dermatitis, hiperpigmentación, y un dolor agudo y penetrante; algunas personas además pueden sufrir una reacción alérgica.

Referencias:

  • Greenwood, P. G. 2009. Acquisition and Use of Nematocysts by Cnidarian Predators. Toxicon : official journal of the International Society on Toxinology, 54(8), 1065-1070. DOI: 10.1016/j.toxicon.2009.02.029
  • Montesanto, F. et al. 2023. New records of rare species in the Mediterranean Sea (December 2022). DOI: 10.12681/mms.32369

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