Jardines en miniatura: Cómo crear tu propio jardín en una botella
¿Qué pasaría si pudieras llevar un pedazo de naturaleza a casa y mantenerlo vivo en un recipiente cerrado durante décadas?
Desde que los primeros seres humanos comenzaron su andadura por el mundo, han estado ligados a la naturaleza. Solo en los últimos milenios, nos hemos asentado en ciudades que demarcan claramente dónde termina la naturaleza y dónde comienza lo que llamamos civilización.
Pero incluso teniendo esto en cuenta, la mayor parte de la humanidad ha vivido en entornos rurales hasta hace pocas décadas. Actualmente, según la Organización de Naciones Unidas (ONU), en España, más de un 80 % de la población reside en zonas urbanas, consideradas como tales aquellas que superan los 5000 habitantes —cerca de un 16 % de todos los municipios del país—. Pero hace solo siete décadas, las zonas urbanas apenas acogían a la mitad de la población española.
Sin embargo, el ser humano no ha perdido su apego por la naturaleza, e incluso en las grandes ciudades se demandan parques y jardines y disfrutamos del cuidado de nuestras macetas en el hogar. Las plantas gustan. Y una curiosa forma de llevar un pedazo de naturaleza a casa, cada vez más arraigada, es la práctica de las biosferas cerradas, también llamadas jardines embotellados o ecosistemas de Latimer.

Jardín embotellado con varias plantas en su interior — Evelien Doosje / iStock
¿Qué es un jardín embotellado?
Una biosfera cerrada es un ecosistema completo, introducido en el interior de un recipiente transparente. El nombre de ‘ecosistema de Latimer’ se debe a su creador, el ingeniero británico David Latimer, quien en 1960, se preguntó cuánto podría sobrevivir una planta, con su porción de suelo, en un entorno hermético, aislado del exterior, en el que solo penetrara la luz del sol.
Para satisfacer su curiosidad, tomó una gran botella de 40 litros de capacidad, colocó en el fondo piedras y tierra y añadió una cobertura de musgo. Sembró en su interior varias plantas de amor de hombre (Tradescantia spp.), lo regó y lo cerró. Desde entonces, la botella solo ha sido abierta una vez, en 1972, para regarla un poco más, antes de sellarla herméticamente. Este jardín embotellado lleva aislado del mundo exterior desde entonces.
432-jardin-botella-2 alt. jardín embotellado pie: Jardínes embotellados de distintos tamaños y formas — @jansmartino/ iStock
El funcionamiento del ecosistema de Latimer
Todas las relaciones que se dan en un ecosistema silvestre suceden, también, en un jardín embotellado, aunque extraordinariamente simplificadas. La luz del sol permite realizar la fotosíntesis a las plantas y musgos y en el proceso liberan oxígeno, que enriquece la atmósfera del interior de la botella.
Las bacterias, hongos y protistas presentes en la tierra y en el musgo obtienen la materia orgánica de las hojas muertas, y la descomponen, proporcionando sales minerales al suelo que retornarán a las plantas a través de las raíces. Si la botella es lo suficientemente grande, se puede mantener alguna población de animales con vida, desde tardígrados hasta pequeños insectos.
En el proceso de descomposición, estos seres vivos heterótrofos respiran, consumiendo el oxígeno y liberando dióxido de carbono, que será la fuente de carbono para la fotosíntesis. De este modo, las poblaciones de organismos descomponedores entran en equilibrio con las plantas, en un intercambio de dióxido de carbono y oxígeno.
El ciclo del agua también está cerrado en la botella. Las plantas obtienen el agua del suelo, y mediante la evapotranspiración, la liberan a la atmósfera, que queda saturada de humedad. Por este motivo, los ecosistemas cerrados funcionan mejor con plantas tropicales, adaptadas a una humedad ambiental elevada. Durante la noche, con las bajas temperaturas y la ausencia de luz, el aire se enfría, y parte de la humedad se condensa, regresando al suelo y cerrando el ciclo.

Hacer su propio jardín embotellado puede ser una actividad muy constructiva para los niños — Imgorthand/ iStock
¿Cómo puedo hacer mi jardín embotellado?
Aunque David Latimer fue el pionero en esta técnica, actualmente los jardines embotellados son muy fáciles de encontrar en floristerías y otro tipo de tiendas. Según las plantas utilizadas, no siempre es recomendable mantenerlo sellado, y puede ser conveniente abrir el recipiente puntualmente, para permitir la transpiración o incorporar algo de agua, según las necesidades que presente.
La preparación de una biosfera cerrada es relativamente sencilla. Resulta muy estimulante hacerlo con niños, y además ayudará a fomentar en ellos la curiosidad científica y la conciencia ecológica.
En primer lugar, se necesita un recipiente de vidrio, cuanto más grande mejor, que se pueda cerrar, por ejemplo, con un tapón de corcho. En el fondo de la botella se echará una capa fina de tierra, que servirá como sustrato para que crezcan las bacterias, y sobre ella, una capa de piedras que ayudará al drenaje del agua. Se cubre con más tierra, preferiblemente compost, en cantidad suficiente como para que pueda soportar las raíces de las plantas.
A continuación se siembran una o varias especies de plantas, preferiblemente tropicales y tolerantes a la humedad —disponibles en cualquier floristería o vivero—. Dependiendo del tamaño de la botella, puede variar el tamaño y número de plantas, pero se recomienda que sean pocas y pequeñas. En todo caso, siempre hay que evitar las plantas invasoras.
Seleccionadas las plantas, hay que colocarlas bien, preferiblemente lejos del borde de la botella, y con espacio suficiente entre unas y otras. Para hacerlo, se puede contar con la ayuda de un palo o de unas pinzas largas de cocina, que lleguen hasta el fondo. En torno a las plantas se puede añadir algo de arena; en el resto de la superficie, se extiende una capa de musgo. Se puede añadir, también, alguna piedra bonita que adorne el recipiente.
Hay que ser cuidadosos con la cantidad de agua y su distribución . Este jardín necesita muy poca agua y hay que evitar echarla directamente sobre las plantas, es preferible que caiga escurriendo por la pared de la botella. La idea es que la tierra quede húmeda, pero no empapada. El jardín embotellado debe recibir abundante luz, aunque dependerá de las plantas elegidas; algunas necesitan sol directo, otras están mejor a la sombra.
Las plantas necesitarán un tiempo de aclimatación a su entorno; durante las primeras semanas es conveniente abrir el recipiente unas horas al día, cada vez menos, hasta que se adapten al entorno totalmente cerrado.
Además, es recomendable vigilar el comportamiento del ecosistema, sobre todo en cuanto al agua. Si tiene poca agua, las plantas no podrán mantenerse sanas, y será necesario regar un poco más. Si, por el contrario, tiene demasiada, el agua se condensará en el vidrio y favorecerá la proliferación de hongos; en este último caso, conviene dejar el recipiente abierto durante unas horas, o incluso un par de días, hasta que se pierda ese exceso por evaporación.Y si las plantas crecen demasiado, puede ser recomendable una poda de vez en cuando.
Con la atención adecuada a las señales que da el mismo ecosistema, si se coloca en el lugar adecuado y se gira de vez en cuando para evitar que las plantas crezcan siempre en la misma dirección, se puede mantener un jardín embotellado con muy pocos cuidados. Una forma original, curiosa y enriquecedora de mantener un pedazo de naturaleza en casa.
Referencias:
- Armentrout, B. et al. 2020. Studies in Closed Ecological Systems: Biosphere in a Bottle. Third Annual HEDS-UP Forum, Human Exploration and Development of Space-University Partners.
- Henriques, L. 2000. Earth systems in a bottle. The Science Teacher, 67(6), 48-51.
- Taub, F. B. 1974. Closed Ecological Systems. Annual Review of Ecology and Systematics, 5(1), 139-160. DOI: 10.1146/annurev.es.05.110174.001035