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Los nativos americanos tenían caballos españoles

Aunque el caballo se extinguió en América hace milenios, el pueblo lakota ya realizaba un culto al caballo antes de que los primeros colonos europeos llegasen a sus tierras.

La historia reciente de la humanidad está íntimamente ligada a algunos animales. El perro, el gato, la vaca, el cerdo, o la oveja domésticos son buenos ejemplos de ello. Uno de los animales que más ha influido social, cultural y biológicamente en el ser humano es el caballo, una criatura fácilmente domesticable, obediente, versátil y fiel. Tradicionalmente utilizado como animal de transporte o como fuerza de trabajo, se llegó a emplear también en la guerra y como fuente de alimento.

Caballo blanco español

Caballo blanco español - Callipso/iStock

Breve historia del caballo en América

El origen evolutivo del caballo se encuentra en Norteamérica. Durante las glaciaciones, cruzó el estrecho de Bering y se expandió por el continente euroasiático, donde fue domesticado. Se cree que en América debió de extinguirse hace unos 10 000 años, a finales del Pleistoceno, aunque es posible que encontrara refugio en zonas árticas en Norteamérica, y sobreviviera hasta hace 5000 años.

Hasta donde se tiene conocimiento, la llegada del primer caballo al continente americano sucedió en Terranova, de manos de Leif Ericsson, hijo de Erik el Rojo, y primer europeo del que hay constancia que llegase a América. Pero no hay pruebas de que este animal llegase a asentarse en territorio continental más allá de los poblados vikingos. Según la mayor parte de los expertos, los primeros caballos fueron reintroducidos con éxito con la llegada de los conquistadores procedentes de España. La expansión del caballo se inició a principios del siglo XVI, con la colonización de México, y durante los siglos siguientes, españoles y, sobre todo, británicos y franceses, importaron una gran cantidad de ejemplares a las regiones de Norteamérica.

Uno de los efectos de la colonización fue, precisamente, la incorporación del caballo a la vida cotidiana. Esto alteró en gran medida la dinámica social, las jerarquías y las formas de vida indígenas, introduciendo cambios en los modos de subsistencia, de transporte y de resoluciones bélicas.

Tatanka Iyotanka

Tatanka Iyotanka, ‘Toro Sentado’, jefe espiritual lakota (1831-1890) - NNehring/iStock

El caballo para los lakota

También es sabido que el caballo tiene una importante presencia en algunas culturas norteamericanas, como los lakota. Para este pueblo, el caballo forma parte de su identidad y espiritualidad, al que atribuyen un estatus nacional igual al suyo propio. De hecho, para los lakota no existe el término para ‘salvaje’ o para ‘domesticado’; tienen, por el contrario, un concepto, Šungwakaŋ, literalmente ‘pueblo caballo’, para hablar del conjunto de estos animales, en torno al que los nativos adaptaban su forma de vida. Para los lakota, decir ‘mi caballo’ no refleja propiedad, sino una especie de responsabilidad por un pariente de la familia, semejante a la expresión ‘mi hermano’.

Esta especie de culto al caballo ya estaba presente en los lakota antes de la llegada de los colonos ingleses y franceses, durante la primera mitad del siglo XVIII. En este punto, la pregunta es casi inmediata: si el caballo había desaparecido de América y fue reintroducido por los europeos, ¿cómo podían los lakota tener esa tradición de culto al caballo y su íntima relación con este animal?

Caben dos explicaciones posibles. La primera hipótesis sería que los caballos no se extinguieron del todo a finales del pleistoceno, y que se hubieran conservado poblaciones relictas en esta región. Sin embargo, los análisis genéticos a las poblaciones de caballos de la zona de los lakota no muestran un origen americano.

Nativo americano a caballo

Nativo americano a caballo - CoreyFord/iStock

Nativos americanos con caballos españoles

La hipótesis alternativa considera que esos caballos fueron introducidos por los conquistadores europeos, y llegaron a la región de los lakota antes que los primeros exploradores. Este es el planteamiento que se ha podido comprobar en un reciente estudio realizado por un equipo de investigación liderado por William T. T. Taylor, de la Universidad de Colorado, y en el que han colaborado numerosos investigadores del pueblo lakota.

Tal y como muestran los resultados del estudio, recientemente publicado en la prestigiosa revista Science, los caballos que ya pertenecían a la comunidad de los lakota antes de la llegada de los colonos ingleses y franceses durante el siglo XVIII, eran de origen europeo, sin conexión genética con los restos arqueológicos de los caballos salvajes del Pleistoceno norteamericano. Pero, tal vez, lo más sorprendente es que no eran caballos de origen inglés o francés, como cabría esperar, sino de origen español.

Según los investigadores, los caballos de las Grandes Llanuras del norte de Estados Unidos debieron de extenderse desde México y por las Montañas Rocosas, durante la primera mitad del siglo XVII, cien años antes de que la expedición de Lewis y Clark entrara en contacto con los lakota. Probablemente, llegaron a través de las redes de intercambio y comercio indígena, y los cheyenes serían los protagonistas principales.

Referencias:

  • Taylor, W. T. T. et al. 2023. Early dispersal of domestic horses into the Great Plains and northern Rockies. Science, 379(6639), 1316-1323. DOI: 10.1126/science.adc9691

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