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El ser humano tiene más de 5 sentidos

Vista, oído, olfato, gusto, tacto… aunque se consideran tradicionalmente como los cinco sentidos del ser humano, en realidad hay varios más.

El ser humano tiene más de 5 sentidos (Alvaro Bayon)

Aprendimos desde la infancia que el ser humano tiene 5 sentidos. Y cuando se habla de un Sexto sentido, como en la célebre película de Shyamalan, se hace referencia, generalmente, a alguna capacidad sobrenatural.

Los cinco sentidos clásicos

Se llama ‘sentido’ a la capacidad para percibir un estímulo, mediante determinados órganos, y ser reconocido e interpretado de algún modo por el cerebro.

La vista es la capacidad de percibir a través de los ojos estímulos producidos por ondas electromagnéticas pertenecientes al rango de la luz visible, que cuenta con un tipo de receptores llamados fotoceptores. El sentido del oído percibe ondas de vibración que se transmiten por el aire u otros medios, que nuestro cerebro interpreta como sonidos gracias al órgano del oído, en cuyo interior se encuentran unos mecanoceptores, receptores específicos para percibir señales mecánicas. La complejidad del oído, con el tímpano, la cadena de huesecillos o la cóclea, permite convertir las ondas sonoras que se reciben en esas señales mecánicas.

Los sentidos del olfato y el gusto están íntimamente relacionados; perciben sustancias químicas que se encuentran, bien en suspensión en el aire, que percibimos con la nariz, o bien presentes en sólidos o líquidos, que percibimos con la lengua. Los receptores que caracterizan a estos sentidos son, en ambos casos, quimiorreceptores.

Y finalmente, el sentido del tacto. El órgano receptor es la piel, que percibe la presión, la temperatura, la textura o la dureza de los objetos con los que la piel entra en contacto.

La termocepción

La termocepción es uno de los sentidos en que puede dividirse el tacto. - JulPo/iStock

El tacto: varios sentidos en uno

El caso del tacto es particular. Así como los otros cuatro sentidos son muy específicos en el tipo de estímulo, el tacto puede percibir diferentes tipos de estímulo de forma simultánea. Estrictamente, por lo tanto, no es un solo sentido, sino varios.

En la piel contamos con varios mecanoceptores, que, como en el caso del oído, perciben estímulos mecánicos. Entre ellos, el corpúsculo de Meissner, responsable de la sensibilidad para el tacto suave, como el que se siente al recibir una caricia; el corpúsculo de Pacini, que responde a la presión profunda y a las vibraciones; o el domo táctil de Merkel, que responde a las texturas.

Pero las sensaciones mecánicas no son las únicas percibidas por la piel. Otro sentido que se enmarca dentro de lo que comúnmente se denomina ‘tacto’ es la termocepción, la capacidad de percibir temperaturas. El corpúsculo de Ruffini percibe cambios de temperatura relacionados con el calor —aunque también parece participar en la detección de la rugosidad—, mientras el corpúsculo de Krause, aunque no hay certeza ni consenso respecto a su verdadera función, se piensa que puede estar relacionado con la percepción de frío.

El dolor

El dolor es reconocido por el sentido de la nocicepción. - milan2099/iStock

Y aún hay que añadir al ‘tacto’ un tercer sentido: la nocicepción. Los nociceptores son receptores que se activan específicamente cuando sucede un daño o una agresión. Son los receptores del dolor.

Así pues, al simple contacto con un objeto, no solo reacciona un sentido, sino tres: la mecanocepción, que aporta información sobre presión, textura o forma; la termocepción, que nos indica su temperatura; y, si hay un daño, la nocicepción, que indica cuánto, cómo y dónde duele.

Los sentidos olvidados

Resumiendo la información disponible hasta ahora, vemos que los cinco sentidos clásicos son, en realidad, siete: vista, oído, olfato, gusto, y tres sentidos del tacto: mecanocepción, termocepción y nocicepción. Pero, además, hay aún algunos otros que normalmente no se tienen en cuenta.

Uno de los sentidos que, aunque conocido, no se suele considerar como tal, es el sentido del equilibrio. Su órgano, el aparato vestibular, se encuentra situado en el oído interno, y se encarga de informar de la posición de la cabeza respecto a la dirección gravitatoria. En el sistema vestibular hay tres canales, orientados en distintas direcciones, que están recubiertos por células ciliadas y llenos de fluido, que, en reposo, se mantiene estable y a nivel. Los movimientos de la cabeza causan un desplazamiento de este líquido, con el que se estimulan las células ciliadas, y el cerebro interpreta el cambio de posición.

El equilibrio

El equilibrio permite conocer la posición respecto a la gravedad, y la propiocepción, conocer dónde está cada parte del cuerpo en todo momento. - vm/iStock

Este sistema es el causante de la sensación de mareo que se produce cuando se gira muchas veces y muy rápido. El movimiento brusco y continuado genera turbulencias en este fluido interno, y aún cuando el movimiento se detiene, las turbulencias duran un tiempo hasta que el fluido vuelve al estado de reposo, excitando las células ciliadas durante varios segundos o incluso minutos.

El sentido que queda también está relacionado con la detección de la posición, pero a diferencia del equilibrio, que la detecta en relación con la dirección de la gravedad, la propiocepción detecta la posición relativa de distintas partes del cuerpo respecto al resto. El sentido de la propiocepción, también llamado de conciencia corporal, es el que permite saber dónde está cada parte del cuerpo independientemente de que no salte a la vista. Gracias a la propiocepción, podemos, por ejemplo, tocarnos la nariz con el dedo, sin abrir los ojos.

El sentido de la propiocepción está íntimamente ligado al sistema muscular; entre los órganos propioceptivos más relevantes se encuentra el órgano tendinoso de Golgi, asociado a los tendones, y los husos neuromusculares, que abrazan a los músculos, e informan al cerebro de su estado. Gracias a la información transmitida por estos órganos, el cerebro crea una especie de mapa mental del cuerpo.

Así pues, si contamos con estos dos sentidos olvidados, y disgregamos el sentido del tacto en los tres que realmente representa, podemos afirmar que el ser humano tiene, hasta donde sabemos, nueve sentidos, a saber: vista, oído, olfato, gusto, tacto mecanoceptivo, termocepción, nocicepción, equilibrio y conciencia corporal.

Referencias:

  • Cobo, R. et al. 2021. The Human Cutaneous Sensory Corpuscles: An Update. Journal of Clinical Medicine, 10(2), 227. DOI: 10.3390/jcm10020227
  • Garland, E. L. 2012. Pain Processing in the Human Nervous System: A Selective Review of Nociceptive and Biobehavioral Pathways. Primary Care: Clinics in Office Practice, 39(3), 561-571. DOI: 10.1016/j.pop.2012.06.013
  • Le Huec, J. C. et al. 2011. Equilibrium of the human body and the gravity line: the basics. European Spine Journal, 20(5), 558. DOI: 10.1007/s00586-011-1939-7
  • Parrish, A. C. 2021. Thermoception. En A. C. Parrish (Ed.), The Sensory Modes of Animal Rhetorics: A Hoot in the Light (pp. 189-207). Springer International Publishing. DOI: 10.1007/978-3-030-76712-9_8

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