La invasión de ratas puede alterar la biodiversidad de los arrecifes
Aunque pueda parecer increíble, la invasión de las ratas negras podría acabar afectando a aves marinas (como las gaviotas) y los arrecifes.
En un ecosistema, una gran cantidad de especies distintas interactúan entre sí y con el medio que les rodea. Pero además los ecosistemas también tienen interacciones unos con otros. Cuando la materia o la energía es transportada de un lugar a otro, los ciclos de un ecosistema pueden afectar a los del ecosistema vecino. Por ejemplo, alterar el cauce de un río en su tramo alto o medio seguramente tendrá consecuencias en las inmediaciones de la desembocadura.
Estas situaciones llevan a que cambios ambientales locales inducidos por el hombre tengan consecuencias, no solo en las funciones del ecosistema, sino a una escala más amplia. En general, estas interconexiones son difíciles de estudiar, y aún son relativamente desconocidas. La mayoría de las que se conocen tienen que ver con los cambios en la estructura de los ecosistemas —como los cambios ya citados en el cauce de un río— o con vertidos de contaminantes. Y la introducción de especies exóticas también puede tener efectos semejantes.

Rata negra
La rata como especie invasora
Probablemente la rata negra (Rattus rattus) sea una de las primeras especies que la humanidad transportó involuntariamente. Su origen es incierto, aunque es muy posible que proceda del sudeste asiático. Se adaptó rápidamente al comensalismo con el ser humano. Se alimentaba de sus sobras, y aprovechaba sus medios de transporte para colonizar nuevos territorios. Se extendió por Europa con la expansión del Imperio Romano; penetró en las islas británicas en el siglo I; en el siglo XVI se extendió por América a la vez que los conquistadores europeos; y desembarcó en Australia con los once barcos de la Primera Flota, en la Bahía Botánica en 1788.
Se trata de un animal que se ha naturalizado en todos los continentes excepto en la Antártida. En muchos lugares está considerada como especie invasora, incluyendo los territorios insulares de España. Es la causante de una gran cantidad de impactos sobre los ecosistemas: desplaza especies de pequeños mamíferos, aves y reptiles, reduce su capacidad reproductiva y, de hecho, ha provocado la extinción de múltiples especies de vertebrados, insectos y plantas.
Actualmente, la rata negra está considerada como una de las 100 especies invasoras más dañinas del mundo.

Bandada de gaviotas
Influencia de la rata sobre las aves marinas
La rata es un animal omnívoro, muy inteligente y con una capacidad de socialización elevada, capaz de cooperar y de resolver problemas complejos. Aunque las aves marinas acostumbran a disponer sus nidos en riscos y zonas poco accesibles, para una rata ese es un reto fácil de superar.
La depredación sobre los nidos y los huevos es una forma de impacto que afecta directamente a la reproducción de las aves, pero no es la única. Con frecuencia, ratas y aves compiten por los mismos recursos, y puesto que la rata es mucho más prolífica, tiene ventaja en la competencia. Además, la rata es transmisora de enfermedades como la gripe aviar, la listeriosis, la salmonelosis, o ácaros parásitos como Ornithonyssus, con efectos mucho más graves en las aves.
Estos impactos son significativamente más negativos en los ecosistemas insulares, debido a la mayor vulnerabilidad de estos entornos. Un estudio reciente liderado por la investigadora Rachel Gunn, de la Universidad de Lancaster, Reino Unido, ha estimado que, en el archipiélago de Chagos, en el océano Índico, la densidad de aves marinas en las islas libres de ratas puede ser hasta 720 veces mayor que en las islas invadidas.
La forma en la que las ratas desplazan e incluso eliminan a las poblaciones de aves marinas no es distinta a los efectos sobre otros animales, pero sus consecuencias sí pueden ser diferentes, al desencadenar un evento en cascada trófica.

Arrecife de coral
La cascada trófica: de ratas a arrecifes
Las aves marinas viven entre dos ecosistemas distintos, la tierra firme y el mar. Dividen su tiempo y sus actividades entre ambos entornos, y, por lo tanto, representan un nexo de unión entre ellos. Del mismo modo que un río conecta los ecosistemas de la cabecera con los de la desembocadura, las aves actúan como un corredor, transportando materia y energía entre la costa y el mar.
Uno de los roles de las aves marinas se relaciona con el transporte de nutrientes. Obtienen la comida en el mar abierto, y depositan después el guano en tierra firme. Las precipitaciones proporcionan luego estos nutrientes al fondo litoral, donde se nutren las plantas acuáticas, algas, corales y fauna asociada.
Este flujo de nutrientes de alta mar a la costa, y de ahí a los arrecifes de coral, gracias a las aves marinas, es el que resulta interrumpido por la presencia de las ratas. En el estudio realizado por Gunn y sus colaboradores, publicado en la revista científica Nature ecology and evolution, han comprobado que la cantidad de nutrientes que proporcionan las aves al ecosistema litoral en las islas sin ratas es más de 250 veces superior a las islas invadidas.
De este modo, las ratas en tierra firme, a través del desplazamiento de las aves marinas, alteran los ecosistemas del arrecife, y con ello, modifican el comportamiento de los peces que habitan en ellos. Es un ejemplo más de cómo un problema generado por el ser humano, en este caso, una especie invasora, causa impactos negativos sobre la biodiversidad, más allá del lugar donde se generó el problema.
Referencias:
- Gunn, R. L. et al. 2023. Terrestrial invasive species alter marine vertebrate behaviour. Nature Ecology & Evolution, 7(1), 82-91. DOI: 10.1038/s41559-022-01931-8