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Descubre a Iberomesornis, el ave prehistórica de Cuenca

Descubierto en el año 1985 en Cuenca, conocemos un poco más de cerca a la considerada como más icónica de las aves prehistóricas de España.

Descubre a Iberomesornis, el ave prehistórica de Cuenca (Alvaro Bayon)
Cuando se piensa en animales que vivieron hace 125 millones de años, lo primero que viene a la mente son los grandes dinosaurios, que dominaron la Tierra desde hace 210 millones de años hasta su extinción, hace 66 millones de años. Sin embargo, existían otros muchos animales en el mesozoico y la mayoría eran de pequeño tamaño.
Es más, ni siquiera es correcto ese pensamiento de que todos los dinosaurios se extinguieron. Hubo un grupo de dinosaurios, que se originó a finales del Jurásico, que sobrevivió a la gran extinción, y se diversificó ampliamente tras ese evento, y que ha llegado hasta nuestros días con más de 9000 especies conocidas: las aves.
Desde que el considerado como primer ave del registro fósil, Archaeopteryx, viviese hace unos 150 millones de años, las aves fueron adquiriendo múltiples formas. Algunas se especializaron en hábitats acuáticos, mientras que otros desarrollaron adaptaciones anatómicas para volar con destreza. Este es el caso de la más icónica de las aves prehistóricas de España: Iberomesornis.
Descubre a Iberomesornis, el ave prehistórica de Cuenca

Reconstrucción de ‘Iberomesornis’ en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.Wikimedia / J.B. Benito

El descubrimiento de Iberomesornis

En el año 1985, el coleccionista local Armando Díaz Romeral encontró, en las calizas de la formación La Huérguina, en Las Hoyas, Cuenca, un fósil pequeño de lo que parecía un ave primitiva, del tamaño de un gorrión. El espécimen, codificado como LH022R, fue generosamente donado a la Unidad de Paleontología de la Universidad Autónoma de Madrid, donde los paleontólogos Jose Luis Sanz, José Fernando Bonaparte y Antoni Lacasa comenzaron a estudiarlo con curiosidad e interés.
Una primera descripción del fósil, aún sin nombre, fue publicada en la prestigiosa revista científica Nature, en 1988. En esta publicación, los paleontólogos describen un ave con rasgos primitivos relacionados con el célebre Archaeopteryx, especialmente la cintura pélvica, el sacro y las patas posteriores, pero con características más modernas. Entre ellas el pigóstilo– conjunto de vértebras de la cola, acortadas y fusionadas–, algo que tienen todas las aves modernas, pero que no tenía Archaeopteryx, que disponía de una larga cola ósea similar a la de los demás dinosaurios terópodos. También tenía el coracoides propio de un ave moderna, un hueso que forma parte de la articulación del hombro en todos los vertebrados excepto los mamíferos, y que en las aves está altamente especializado y es esencial en el batir de alas durante el vuelo. Aunque en Iberomesornis, este hueso estaba orientado de forma distinta a las aves actuales.
Para los paleontólogos, este nuevo fósil, hallado en calizas de principios del Cretácico, de hace entre 130 y 125 millones de años, representaba un nuevo nivel de organización de las aves, hasta entonces desconocido, una forma intermedia entre Archaeopteryx de finales del Jurásico y las aves más modernas.
El nombre de Iberomesornis lo recibió unos años más tarde, en 1992, en una nueva publicación de Sanz y Bonaparte, en la cual entraban más en detalle en la descripción del animal. Tras varios descubrimientos adicionales, de fósiles peor preservados e inciertos, asignados a Iberomesornis pero sin mucha confianza, en el año 2000, el prestigioso Paul Sereno reevalúa su posición filogenética, estableciendo las relaciones evolutivas entre este primer ave fosil de España y el resto de las aves prehistóricas.
Sereno incluye a Iberomesornis en el gran grupo de los Enantiornithes, un clado de aves, la mayoría de ellas voladoras, que surgieron a principios del cretácico y se extinguieron con el resto de dinosaurios no avianos. Eran animales con rasgos más modernos que Archaeopteryx pero más primitivos que las aves modernas (Neornithes).
Iberomesornis

Ilustración de ‘Iberomesornis’ sobre una rama.Wikimedia / CC BY-SA – Durbed

¿Cómo era Iberomesornis?

Se trataba de un ave de muy pequeño tamaño, similar a un gorrión moderno. Aunque estaba completamente emplumado, conservaba una garra primitiva curva en cada ala. Habitaba en bosques densos y cálidos y, muy probablemente, descansaba en las ramas de los árboles. Las adaptaciones para llevar a cabo este comportamiento, con tres dedos largos, curvos y prensiles dirigidos hacia adelante y uno más hacia atrás, volverían a surgir de forma independiente mucho tiempo después, en el Eoceno. Están hoy presentes en algunos grupos de aves especializados en habitar árboles, como los Passeriformes —los que coloquialmente llamamos ‘pájaros’, como el cuervo, el petirrojo o el gorrión—.
Aunque se han encontrado varios restos fósiles, no se ha hallado ningún cráneo de Iberomesornis hasta la fecha, por lo que no podemos estar seguros de qué comía. Basándose en las proximidades evolutivas, los científicos piensan que tendría un hocico fino y alargado, con dientes afilados con los que cazaría insectos, lagartos y otros animales pequeños.
Tampoco tenemos claro cuál era el aspecto del plumaje, pues no se ha conservado en los fósiles. Dados su hábitat y sus relaciones evolutivas, probablemente tuviera las alas relativamente cortas, y no alcanzara los 20 centímetros de envergadura. Y en cuanto a su coloración, al menos de momento solo se puede especular.
Fosil LH022R

Fosil LH022R, el holotipo de Iberomesornis hallado en 1985 en Las Hoyas, Cuenca.Sanz et al., 2009

Iberomesornis como fósil bandera

Durante muchos años, prácticamente hasta la publicación en 2010 del descubrimiento de Pepito –el único fósil conocido de Concavenator corcovatus–, Iberomesornis fue casi un icono del tesoro paleontológico de Cuenca. Desde entonces, otras aves se han encontrado en la misma zona, como Concornis lacustris, descrito en 1992, y Eoalulavis hoyasi, en 1996, ambos por el mismo paleontólogo José Luis Sanz.
Estos nuevos descubrimientos también fueron relevantes en el estudio de la evolución del vuelo en aves. Hasta entonces, el enorme hueco que existía en el registro fósil de aves, desde Archaeopteryx hasta las aves modernas, no permitía establecer hipótesis sólidas sobre cómo llegaron a volar. Pero el descubrimiento de estas aves prehistóricas ibéricas, sumado a los yacimientos de Liaoning, en China, donde se hallaron tanto aves como dinosaurios no avianos totalmente emplumados como Microraptor, han dado la oportunidad a la investigación sobre cómo las aves —y otros dinosaurios— alzaron el vuelo (Así es como los dinosaurios aprendieron a volar). Una puerta que se abrió cuando, en 1985, el coleccionista local Armando Díaz Romeral encontró un pequeño fósil del tamaño de un gorrión.
Los restos fósiles originales de Iberomesornis se encuentran expuestos al público y pueden visitarse libremente en el Museo Paleontológico de Castilla - La Mancha, en Cuenca.

Referencias:

  • Sanz, J. L. et al. 1988. Unusual Early Cretaceous birds from Spain. Nature, 331(6155), 433-435. DOI: 10.1038/331433a0
  • Sanz, J. L. et al. 1992. A new order of birds (Class Aves) from the Lower Cretaceous of Spain. Papers in Avian Paleontology Honoring Pierce Brodkorb, 36, 39-49.
  • Sanz, J. L. et al. 1994. An isolated bird foot from the Barremian (Lower Cretaceous) of Las Hoyas (Cuenca, Spain). Geobios, 27, 213-217. DOI: 10.1016/S0016-6995(94)80036-7
  • Sanz, J. L. et al. 1996. An Early Cretaceous bird from Spain and its implications for the evolution of avian flight. Nature, 382(6590), 442-445. DOI: 10.1038/382442a0
  • Sanz, J. L. et al. 2009. Las aves de Las Hoyas (Serranía de Cuenca). Isurus, 2, 14-19.
  • Sereno, P. C. 2000. Iberomesornis romerali (Aves, Ornithothoraces) reevaluated as an Early Cretaceous enantiornithine. Neues Jahrbuch Für Geologie Und Paläontologie - Abhandlungen, 215(3), 365-395. DOI: 10.1127/njgpa/215/2000/365

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