5 curiosidades de los pulpos
El pulpo es sin duda uno de los animales más fascinantes que existen, debido a sus complejas características físicas, su forma de reproducirse o su gran inteligencia.

En el renio animal hay criaturas increíbles y extraordinarias, pero pocas despiertan tanto la curiosidad como el pulpo. A pesar de ser un molusco, como la lapa, la almeja o el caracol, se trata de uno de los animales más inteligentes que existen, capaz de resolver problemas y con habilidades excepcionales.
Existen unas 300 especies conocidas de pulpos y habitan prácticamente en todos los mares del mundo. En las costas de España se encuentran varias especies, como el pulpo común (Octopus vulgaris), el patudo (O. macropus) o el pulpo rizado (Eledone cirrhosa).

Pulpo de anillos azules.
Uno de los animales más venenosos es un pulpo
En las costas del océano Pacífico, con una distribución que se extiende desde Japón hasta Australia, habita el pulpo de anillos azules (género Hapalochlaena). Es un animal de pequeño tamaño, con la piel de tono amarillo, y unas marcas circulares o lineares de un azul eléctrico, bordeadas de negro que les confiere un gran contraste. Y es uno de los animales más venenosos del mundo.
Aunque esta afirmación es matizable.
El pulpo en sí no fabrica ninguna toxina, son bacterias que viven en la piel y en la saliva del pulpo las que producen y secretan un potente cóctel químico altamente tóxico, basado en la tetrodotoxina, una neurotoxina que provoca parálisis al bloquear los canales de sodio de las neuronas y los cardiomiocitos —las células musculares del corazón—. Se trata de la misma toxina que contiene el fugu, el pez globo japonés, que exige tanto cuidado a la hora de cocinarlo para evitar el envenenamiento.

Pulpo dumbo (NOAA - Ocean Exploration).
Desde el litoral hasta los fondos abisales
Muchas especies de pulpos habitan ecosistemas litorales, algunas incluso pueden salir del agua durante cortos períodos de tiempo y reptar por el suelo con ayuda de sus ocho brazos. Pero también hay algunas especies que viven a grandes profundidades, donde la luz del sol nunca llega; el que ostenta el récord de profundidad es el pulpo dumbo (género Grimpoteuthis), que debe su nombre a su divertido aspecto, con dos lóbulos que recuerdan las grandes orejas de Dumbo.
Se trata de un grupo misterioso de pulpos, del que aún se conoce muy poco. De hecho, recientemente, en febrero de 2022, se describieron dos nuevas especies de este género desconocidas hasta entonces para la ciencia. Actualmente, se conocen 13 especies, de las cuales, la mayoría puede vivir por debajo de los 2000 metros de profundidad. Las dos especies encontradas vivas a mayor profundidad son G. wuelkeri y G. discoveryi. En una investigación llevada a cabo por el zoólogo Martin A. Collins, de la Universidad de Aberdeen, Reino Unido, localizó ejemplares de ambas especies en el nordeste del océano Atlántico, a unos 4 800 metros de profundidad.

Hembra de argonauta.
El argonauta: el pulpo con concha
Con la excepción del nautilo, y a diferencia de otros moluscos, como los bivalvos o los gasterópodos, los cefalópodos no suelen tener concha. Sepias y calamares normalmente disponen de una estructura interna que es, en sí, el vestigio evolutivo de las conchas de sus antepasados. Pero en los pulpos ni siquiera ese vestigio permanece. No hay pulpos con conchas.
Con esta premisa, la existencia del argonauta (género Argonauta) parecería paradójica. Es un pulpo, con los rasgos habituales de cualquier otro, pero en ocasiones, las hembras cargan con una especie de concha espiral, frágil y de aspecto apergaminado.
La respuesta es clara: no se trata de una auténtica concha; no es una estructura evolutivamente homóloga a la concha de caracoles, bivalvos o nautilos. Las conchas auténticas de los moluscos están compuestas de aragonito, mientras que la estructura de la hembra de argonauta es de calcita, con alto contenido en carbonato de magnesio. Además, esa estructura no la presentan al nacer, sino que la desarrollan en vida para alojar la puesta de huevos. No es, por tanto, una concha, sino una cámara de cría.
La hipótesis más aceptada sobre el origen evolutivo de esta estructura es una convergencia evolutiva que se inició antes de la extinción de finales del Cretácico. Según esta hipótesis, las hembras de argonauta comenzaron a utilizar conchas de ammonites muertos como elementos protectores para la puesta de huevos, y secretaban carbonato cálcico y magnésico como sustrato para la reparación de estas estructuras. Con el paso del tiempo, la presión selectiva favoreció la secreción de esta estructura, que recubriría completamente el interior de la concha, hasta que la cámara de cría por sí sola fue suficiente y la concha del ammonite dejó de ser necesaria.

Pulpo abriendo un tarro… ¡¡Desde dentro!! (Acuario de Enoshima)
Habilidades de los pulpos
Los pulpos poseen una inteligencia asombrosa. Cada cierto tiempo, como fenómeno recurrente, se descubre una nueva habilidad fascinante que algún pulpo ha conseguido llevar a cabo en un laboratorio. Existen pulpos capaces de escapar por orificios mucho más pequeños que su cuerpo. Pueden manipular presas y objetos con sus brazos.
Se han puesto a prueba la habilidad, destreza e inteligencia de los pulpos en experimentos controlados de todo tipo. Algunos consiguen abrir tarros en cuyo interior hay comida o en los que están encerrados ellos —y sí, los abren desde el interior—. Son capaces de resolver problemas complejos, experimentar con distintas soluciones y pueden demostrar su frustración cuando no consiguen sus retos. Incluso se ha observado a pulpos creando y manipulando herramientas, un hecho insólito para un invertebrado.
En general, presentan lo que en el estudio del comportamiento se denomina una elevada plasticidad conductual.

Pulpo hallando refugio en la concha abandonada de un gasterópodo.
El mito de los cerebros múltiples
A pesar de lo que dice el mito, los pulpos no tienen ocho, ni diez, ni once cerebros, solo tienen uno, como los vertebrados. Pero lo que sí es cierto es que la organización del sistema nervioso del pulpo es muy diferente a la de los animales con cráneo.
Un pulpo tiene en torno a 500 millones de neuronas, muchísimas más que la mayoría de moluscos, y más que muchos vertebrados. El sistema nervioso del pulpo es extraordinariamente complejo y funciona de forma jerárquica. El cerebro central domina sobre el resto, tiene forma de anillo, rodea el esófago, y está compuesto por nada menos que 64 lóbulos, con distintas funciones. Sin embargo, apenas alberga el 10 % de las neuronas del pulpo.
Al margen del cerebro central se encuentran los lóbulos ópticos, que contienen una cuarta parte de las neuronas totales, y cada uno recibe, procesa, reconoce y reenvía al cerebro central la información visual de un ojo. De forma similar, en la base de cada brazo el pulpo tiene un ganglio que, de manera independiente, obtiene y procesa la información sensorial táctil para enviarla al cerebro central, y controla la musculatura de los brazos. Los ganglios de los brazos contienen, entre todos, más de la mitad de las neuronas totales del pulpo.
Ese es, probablemente, el hecho más fascinante del sistema nervioso del pulpo, y sin duda, el que ha dado lugar al mito de los cerebros múltiples: la conexión entre los ganglios o los lóbulos ópticos y el cerebro central es muy delgada, de modo que el cerebro recibe de ellos la información ya procesada. El sistema sigue estando dominado por el cerebro central, pero cada ganglio y cada lóbulo óptico goza de una alta autonomía, con un funcionamiento relativamente independiente y mucho más complejo que el del cerebro de otros animales.
Referencias:
- COLLINS, M. A. 2003. The genus Grimpoteuthis (Octopoda: Grimpoteuthidae) in the north-east Atlantic, with descriptions of three new species. Zoological Journal of the Linnean Society, 139(1), 93-127. DOI: 10.1046/j.1096-3642.2003.00074.x
- Finn, J. K. et al. 2009. Defensive tool use in a coconut-carrying octopus. Current Biology, 19(23), R1069-R1070. DOI: 10.1016/j.cub.2009.10.052
- Hewitt, R. A. et al. 2003. Recurrences of hypotheses about ammonites and Argonauta. Journal of Paleontology, 77(4), 792-795. DOI: 10.1666/0022-3360(2003)0772.0.CO;2
- Hochner, B. 2004. Octopus nervous system. Elsevier.
- Shashar, N. et al. 1996. Polarization contrast vision in Octopus. Journal of Experimental Biology, 199(4), 999-1004. DOI: 10.1242/jeb.199.4.999
- Wu, Y.-J. et al. 2014. Toxin and species identification of toxic octopus implicated into food poisoning in Taiwan. Toxicon, 91, 96-102. DOI: 10.1016/j.toxicon.2014.09.009