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El caso de los falsos animales momificados

En el Antiguo Egipto, cadáveres de gatos, perros, monos, pájaros e incluso cocodrilos eran embalsamados para servir como ofrendas religiosas en templos y tumbas.

Pablo Colado

En el Antiguo Egipto, cadáveres de gatos, perros, monos, pájaros e incluso cocodrilos eran embalsamados para servir como ofrendas religiosas en templos y tumbas. Pero, al parecer, la demanda de momias animales superó a la oferta, y los embalsamadores tiraron de la picaresca para complacer a sus clientes.

Como ha descubierto un equipo de investigadores del Museo y la Universidad de Manchester, bajo las vendas de un tercio de aquellas supuestas criaturas embalsamadas había relleno o, simplemente, nada. Este es el más llamativo resultado de un estudio que ha consistido en analizar el contenido de 800 momias con rayos X y tomografías computerizadas.

Los expertos encontraron que un tercio de los vendajes albergaban animales completos; otro tercio, vestigios de sus cuerpos; y el tercio restante eran mera apariencia. Los embalsamadores rellenaban estos últimos con barro, palos, juncos de las orillas del Nilo, cáscaras de huevo o plumas. Otras vendas no contenían objeto alguno.

Los egiptólogos calculan que hasta 70 millones de animales fueron embalsamados y luego vendidos como ofrenda religiosa en el Antiguo Egipto. Era una auténtica industria que, según indica la nueva investigación, se quedó corta de suministros, aunque no está claro si la solución ideada fue un timo o los peregrinos sabían que estaban adquiriendo una falsificación.

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