‘The Great Green Wall’: más muros verdes y menos muros de hormigón
La Gran Muralla Verde es una iniciativa que pretende luchar contra la desertificación creando más de 8.000 kilómetros de corredor verde que atraviesen África de este a oeste.
A mediados de los 80, una terrible sequía asoló el Sahel, una franja que atraviesa África desde el mar Rojo hasta el océano Atlántico y que se sitúa entre el desierto del Sáhara y las sabanas y selvas del golfo de Guinea y del África central. Los habitantes del Sahel, una zona en la que viven alrededor de 150 millones de personas, sufrieron una terrible hambruna y muchos tuvieron que emigrar.
No era la primera sequía que se sufría en esta zona de África, y ya desde hacía años se hablaba del problema de la desertificación. En el año 1996 entró en vigor la Convención de las Naciones Unidad para la Lucha contra la Desertificación, que define la misma como “la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas”.
Esta definición es importante, pues indica expresamente que la sobreexplotación de los recursos y el pastoreo intensivo eran también responsables de las sequías recurrentes que sufría el Sahel, una idea en la que ya había incidido la FAO cuando se desató la hambruna de 1984: “…la sequía por sí sola no produce a corto plazo una degradación de los recursos. Intervienen otros factores como el crecimiento demográfico, la expansión de la agricultura que entraña la deforestación y la rápida urbanización (que aumenta la demanda de leña). Además, los cambios en las instituciones políticas, económicas y sociales, tanto a nivel nacional como regional, han reducido la autonomía local y la capacidad de emprender proyectos conjuntos”, indicaba un artículo, firmado por Jean Gorse, director del grupo de trabajo del Banco Mundial sobre desertificación en el África occidental, en la Revista internacional de silvicultura e industrias forestales editada por la FAO.
La Gran Muralla Verde
The Great Green Wall es una iniciativa que se puso en marcha en el año 2007 y que pretende, literalmente, crear un gran muro verde de más de 8.000 kilómetros que recorra el Sahel y contribuya a frenar el avance de la desertificación, restaurando ecosistemas dañados y recuperando tierras fértiles. La idea partió de la Unión Africana y ha sido apoyada por la FAO, la Unión Europea y el Banco Mundial, y recoge en parte la herencia de la líder ecologista keniata Wangari Maathai (1940-2011), que recibió en 2004 el Premio Nobel de la Paz y fundó el Movimiento Cinturón Verde, un proyecto que tiene a la mujer africana como protagonista y gracias al cual ya se han plantado millones de árboles en Kenia.
Según se explica en este artículo de Nobbot, desde sus inicios hace algo más de diez años, la iniciativa ha logrado cubrir cerca de un 15% del terreno, se han restaurado millones de hectáreas de tierra degradada y también se han generado muchos empleos asociados al proyecto The Great Green Wall.
La recuperación de tierras fértiles, la posibilidad de recuperar el pastoreo, la función de los árboles como agentes reguladores de las temperaturas y el secuestro de carbono como medida para mitigar el cambio climático con algunos de los beneficios derivados de este macroproyecto.

desertificación
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU
Como se explica en la página del proyecto The Great Green Wall, esta iniciativa contribuye directamente a la consecución de casi todos los Objetivos de Desarrollo sostenible marcados por la ONU para el año 2030. “La creación de un muro verde a través del Sahel es mucho más que restaurar tierras degradadas. Esta iniciativa combate la pobreza y el hambre, genera resistencia local al cambio climático, mejora la salud y el bienestar, crea empleos, aumenta las oportunidades económica y un largo etcétera”, se explica en su web.
Críticas a La Gran Muralla Verde
Una de las principales críticas que recibió el proyecto en sus orígenes provenía de la comunidad científica, que recordó que, aunque en el imaginario colectivo parece que plantar árboles es la solución a todos los problemas ambientales, la realidad es que la vegetación natural en muchas zonas del planeta está compuesta por especies no arbóreas. Más que plantar árboles al tuntún, es más recomendable identificar la flora local para protegerla y favorecer la regeneración natural de estas especies.
Críticas similares ha recibido en nuestro país el proyecto “La Gran Bellotada Ibérica”, una iniciativa que pretende sembrar millones de bellotas por toda la península. Se trata de un proyecto lleno de buena voluntad y que visibiliza enormemente los problemas ambientales actuales pero que, como indica un panel de expertos en este artículo de The Conversation, “falla en comunicar que ni en todos sitios hacen falta árboles, ni todos los ecosistemas son arbolados. Esto puede inducir a confundir restauración con forestación (aunque ambas puedan implicar mejora de servicios ecosistémicos)”.
La solución pasaría, en definitiva, por realizar acciones de restauración de ecosistemas, planificadas con el asesoramiento de expertos en la materia, algo que el proyecto The Great Green Wall ha sabido integrar pues, como ya hemos comentado, en estos años no solo se han plantado árboles, sino que se han restaurado también millones de hectáreas de tierra degradada.
Un proyecto inspirador
En agosto de 2019 los asistentes al Festival Internacional de Cine de Venecia pudieron asistir al estreno del documental The Great Green Wall, dirigido por Jared P. Scott, que ha contribuido a dar más visibilidad a la iniciativa.
Pocas semanas después, la FAO anunciaba un nuevo plan de apoyo a las soluciones al cambio climático basadas en la naturaleza: La Gran Muralla Verde para las Ciudades, que pretende restaurar y crear nuevos bosques urbanos en diversas ciudades del Sahel y Asia central.
Se acaban de cumplir 30 años de la caída del Muro de Berlín, pero muchas organizaciones defensoras de los derechos humanos denuncian la existencia de muchos más muros que dividen al mundo en pleno siglo XXI. Con sus más y sus menos, y en un contexto de política mundial y relaciones internacionales tan convulsas como el actual, quizás la creación de más muros verdes y menos muros de hormigón sea la solución a nuestros problemas.