El cambio climático acaba con los frailecillos
El aumento de las temperaturas y la presión de nuestra especie están destruyendo el hábitat y acabando con el alimento de estas aves, cuyas poblaciones menguan a un ritmo acelerado.
La Lista Roja de especies amenazadas que elabora la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) establece que las poblaciones de frailecillos, Fratercula arctica, se encuentran disminuyendo en prácticamente todos los enclaves donde aún pueden encontrarse estas aves, que habitan las regiones árticas, el Atlántico norte y el occidente del mar Mediterráneo. Según los datos que maneja esta organización, aunque aún subsisten entre 12 y 14 millones de individuos adultos, se estima que hasta el 79% de todos ellos podrían desaparecer a lo largo del próximo medio siglo.
El problema será especialmente significativo en Europa, donde habita más del 90% de ellos. Sus congéneres de la especie Fratercula cirrhata –conocidos como frailecillos coletudos– viven en el Pacífico norte, apenas superan los 3 millones y, como sus parientes, también se encuentran en declive.
Los expertos del UICN lo achacan a una combinación de varios factores, como la introducción de especies invasoras en su hábitat, la contaminación, las muertes que les causan las redes, donde quedan atrapados, y la carencia de alimento que provoca la sobrepesca.
Ahora, un equipo de investigadores de distintas instituciones estadounidenses, coordinados por científicos de la Universidad de Washington, en Seattle, cree que a este último fenómeno también puede contribuir, en parte, el cambio climático. En un ensayo publicado en la revista PLOS ONE, estos indican que al menos así lo sugiere el estudio de cientos de cuerpos de estas aves, hallados en la isla de San Pablo, en el mar de Bering, a unos 400 kilómetros de Alaska.
Los autores señalan que los especímenes fallecieron de inanición, poco después de que se atestiguara un aumento en las temperaturas del mar y un notable cambio en la composición del zooplancton y en la distribución de los peces e invertebrados que se alimentan del mismo; estos, a su vez, constituyen la base de la dieta de los frailecillos.
Un mazazo a los ecosistemas
Este no es el primer trabajo que explora la relación entre el citado aumento de las temperaturas, las importantes alteraciones que ello ocasiona en los ecosistemas oceánicos y los fallecimientos en masa de aves. En este caso, a partir de 2014 se ha observado, además, una disminución de las capas de hielo que se extienden por la zona en invierno. Ello, según estos investigadores, ha propiciado un progresivo descenso en las poblaciones de las especies de las que se suelen nutrir muchos depredadores y la migración de otras hacia regiones más septentrionales. Todo, en conjunto, ha contribuido, por así decirlo, a dejar vacía la despensa de los frailecillos.
Los expertos apuntan, asimismo, que los especímenes que han examinado estaban experimentando la muda de algunas plumas, un proceso que les exige más energía a los animales y, con ello, una mayor ingesta. Por esta razón, los efectos de la hambruna habrían sido aún peores.
A partir del número de cadáveres encontrados en este lugar, los científicos sospechan que entre 3.150 y 8.500 aves habrían muerto como consecuencia de este fenómeno en 2016, cuando comenzaron a estudiarlo.
Referencia: Unusual mortality of Tufted puffins (Fratercula cirrhata) in the eastern Bering Sea. Timothy Jones et al. PLOS ONE (2019). DOI: doi.org/10.1371/journal.pone.0216532
Imagen: Nic McPhee / CC