¿Cómo se produjo la invasión de conejos en Australia?
Una reciente investigación muestra que, de las más de 90 introducciones de estos animales en la isla, solo una de ellas es la responsable de la invasión
Cada vez que se habla de especies exóticas invasoras, el ejemplo que sale a colación es el evento de invasión que sucedió en Australia con la introducción de los conejos europeos. No solo se trata de uno de los episodios más icónicos de la historia de las invasiones biológicas en el mundo, sino además de uno de los sucesos ecológicamente más traumáticos de que se tiene constancia.

Invasión de conejos europeos en Australia (M.Letnic)
La llegada del conejo a Australia
Los primeros conejos llegaron a Australia en 1788. Fueron cinco ejemplares de conejo doméstico que desembarcaron en la Bahía Botánica; viajaban en los once navíos de la Primera Flota —y con ellos, también se introdujeron otros animales nuevos, como las ratas—. Su origen eran las islas británicas, territorio que, además, había sido colonizado por conejos varios siglos antes, desde el continente europeo.
Desde aquel desembarco, continuó la introducción de conejos domésticos en Australia hasta en 90 ocasiones distintas y durante más de 70 años.
Se pensaba que estas introducciones de conejos domésticos fueron el origen de la invasión sucedida después, un evento devastador para los ecosistemas australianos. Sin embargo, un estudio reciente publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) ha podido arrojar luz sobre estos sucesos, y ha mostrado que la mayoría de estas introducciones de conejos domésticos no tuvieron un peso real en la invasión.

Mapa con las principales introducciones de conejos en Australia y su expansión e invasión (Alves et al., 2022)
El problema de la domesticación
Es importante diferenciar aquellas especies o variedades de animales domésticos, de los animales silvestres que viven en un entorno doméstico. El proceso de domesticación no se logra en unas pocas generaciones, requiere de mucho tiempo y de una fuerte selección artificial por el ser humano.
Es decir, un animal silvestre no se convierte en doméstico solo por sacarlo del medio salvaje e introducirlo en un entorno de cautividad. Son animales domésticos el perro, el gato, el caballo o, en el caso del que hablamos, el conejo. A pesar de que existen animales silvestres que pertenecen a la misma especie —el lobo, el gato montés, o los caballos y conejos salvajes—.
Lamentablemente, la tenencia de animales silvestres en entornos domésticos como mascotas es relativamente común. Loros, tortugas, mapaches, zorros, o incluso petauros del azúcar, animales que no han pasado por el proceso de domesticación, se han vuelto compañeros habituales en muchos hogares.
En general, un animal doméstico, que desciende de cientos o miles de generaciones sometidas a la selección artificial de la mano humana, ha desarrollado ciertas adaptaciones que lo hacen más amigable para el ser humano, no solo en forma de rasgos fisiológicos más suavizados y agradables que su homólogo silvestre, sino también en un comportamiento más manso y amable.

Conejo doméstico, con rasgos característicos seleccionados artificialmente
Habitualmente, el proceso de domesticación aleja al animal de sus hábitos silvestres y lo hace dependiente de la mano humana. Ese es el motivo por el que la mayoría de los animales domésticos que son abandonados en el medio natural no sobreviven mucho tiempo. Concretamente, es el principal motivo por el que, de momento, no hay una invasión de periquitos —a pesar de la enorme cantidad que se escapan todos los años—, mientras que las cotorras argentinas y de Kramer están invadiendo varias ciudades en España.
Por supuesto, hay excepciones a esta norma. Por un lado, las especies exóticas invasoras ya establecidas pueden interactuar con especies domésticas, facilitándoles su supervivencia, su establecimiento, e incluso su invasión; un fenómeno que se empieza a ver, volviendo al último ejemplo, con periquitos que se están asociando con las cotorras invasoras. Y en ocasiones, las liberaciones son tan masivas, o los animales son tan adaptables, que algunos consiguen sobrevivir. Si estos animales domésticos consiguen reproducirse y formar poblaciones, pueden volverse ferales y se pueden convertir en un problema medioambiental como el que hemos observado con perros y con gatos, y es el motivo por el cual las colonias felinas son tan peligrosas para el medioambiente.
Sin embargo, como se ha indicado, en general, los animales domésticos que acaban en el medio natural terminan muriendo sin descendencia. Y esto es lo que sucedió en Australia con todas esas introducciones de conejos durante tantos años.
Hasta que todo cambió.
La invasión por conejos silvestres
La mayor parte de las especies de animales invasores que han sido introducidos como mascotas no son verdaderamente domésticos, sino especies o variedades silvestres capturadas del medio natural para ser empleadas como mascotas.
En el proceso de captura, transporte e introducción se produce un fuerte sesgo de carácter selectivo que favorece la presencia de ciertos rasgos en la población introducida; por ejemplo, tener una alta tolerancia a factores de estrés, ser más generalistas en su alimentación, una elevada resiliencia o una mayor capacidad de competencia. Todos estos rasgos favorecen el proceso de la invasión.

Conejo europeo silvestre
Tal y como muestra el reciente estudio citado, a fecha de 25 de diciembre de 1859, llegó a Melbourne un grupo de conejos que viajaba a bordo de un navío, de nombre Lightning. Los conejos fueron trasladados hasta Barwon Park, en Victoria, propiedad del explorador y vicealmirante Horatio Thomas Austin. En total llegaron 24 conejos, aunque solo 13 habían salido de Inglaterra 80 días antes. A diferencia de los conejos introducidos previamente en la isla, seis de los conejos que embarcaron en el Lightning no eran domésticos, eran conejos silvestres que procedían de los campos del condado de Somerset, en Inglaterra.
Tal y como revelan los análisis genéticos, todos los conejos que entre finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX invadieron Australia descienden de esos 24 ‘conejos de Austin’. Aunque muchas veces, el evento disparador de una invasión biológica es la presión de los propágulos —la cantidad de individuos que se introducen en un mismo lugar—, en este caso el desencadenante parece ser otro muy distinto. Y es que esta población ancestral de conejos era genéticamente mucho más propensa a la invasión que cualquier población doméstica liberada anteriormente.
Referencias:
Alves, J. M. et al. 2022. A single introduction of wild rabbits triggered the biological invasion of Australia. Proceedings of the National Academy of Sciences, 119(35), e2122734119. DOI: 10.1073/pnas.2122734119
Lee, C. E. 2002. Evolutionary genetics of invasive species. Trends in Ecology & Evolution, 17(8), 386-391. DOI: 10.1016/S0169-5347(02)02554-5
Palma, E. et al. 2021. Introduction bias: Imbalance in species introductions may obscure the identification of traits associated with invasiveness [Preprint]. Ecology. DOI: 10.1101/2021.03.22.436397
Zeder, M. A. 2012. The Domestication of Animals. Journal of Anthropological Research, 68(2), 161-190. DOI: 10.3998/jar.0521004.0068.201