El cenote, un ecosistema subterráneo único
Escondidos en el subsuelo de la selva de Yucatán, se encuentran unas cavidades kársticas únicas, llenas de fauna endémica, amenazadas por la actividad humana.
Saliendo de las carreteras y caminos en la Riviera Maya, México, todo a su alrededor es selva. Una densa y frondosa selva que, hacia el continente, se extiende hasta el horizonte cubriendo casi toda la península de Yucatán, hasta casi la línea de costa. Vista desde la altura del templo de Nohoch Mul, en el complejo arqueológico maya de Cobá, la llana superficie del mar verde que representa el dosel arbóreo de la jungla se encuentra salpicada aquí y allá por montículos que rompen la uniformidad, son otros templos mayas antiguos que, olvidados por la historia, la selva ha reclamado.
Pero no todos los tesoros son visibles desde las alturas. Dispersos por la costa, se esconde toda una serie de cámaras y galerías, producidas por el agua que se infiltra en el subsuelo calizo, abriendo enormes grutas. Algunas bóvedas, en un momento dado, se derrumban, abriendo la cavidad al exterior, y se inundan gracias a la entrada del agua de lluvia y de acuíferos. Estas cavidades, de distinto tamaño y antigüedad, son los cenotes. Y conforman un tipo de ecosistema único.

Cenote Sambulá, en Motul de Carrillo Puerto, Yucatán (México)
El cenote como ecosistema
El cenote es el ecosistema acuático más peculiar de la península de Yucatán. En esta región, el suelo de la selva se asienta sobre una enorme plataforma de carbonato cálcico. Las fuertes lluvias que caracterizan a esta zona disuelven, lenta, pero constantemente, la roca caliza y genera un sistema de cavernas que se denominan kársticas.
La mayoría de los cenotes están llenos de agua dulce, procedente de la lluvia directa o de la infiltración del agua subterránea. Aunque, en los más cercanos al mar, el agua salada se infiltra desde la costa, y bajo el agua dulce hay agua salada. En estos cenotes, denominados anquihalinos por la mezcla de aguas, se produce una condición llamada meromixis, una forma de estratificación del agua donde la que está en superficie no se mezcla con la que se encuentra en profundidad.
El agua de los cenotes que están bien comunicados con el resto del acuífero subterráneo permanece clara y cristalina durante la mayor parte del año y es común encontrar plantas acuáticas, que extienden sus hojas flotantes por la superficie del agua. Allí se puede encontrar fauna, sobre todo crustáceos y de peces. No obstante, aunque tienen sus redes tróficas propias, estas tienden a ser relativamente simples.
Sin embargo, en aquellos cenotes que están más aislados, las aguas son más turbias, aparecen llenas de algas verdes, dinoflagelados, diatomeas y cianobacterias. En estos cenotes más estancados, se acumula la materia orgánica, apenas hay oxígeno disponible en el agua, y abundan las bacterias anaerobias en el fondo.

Cenote Ik Kil, cerca de Chichén Itzá, en Yucatán (México)
Endemismos en los cenotes de Yucatán
Si bien existe un flujo de agua entre distintos cenotes, este se produce a través de las infiltraciones de las rocas, por donde los animales no pueden pasar, de ahí que, en términos prácticos, cada cenote funciona como una isla de biodiversidad, con sus especies endémicas propias.
Además de peces y crustáceos, los cenotes cuentan con una abundante presencia de rotíferos, un grupo de invertebrados microscópicos que forman parte del zooplancton, y de los que apenas se conocen unas 2200 especies en todo el mundo. En los cenotes de Yucatán se han llegado a describir 102 de ellas.
Otras especies endémicas de estas cavidades pertenecen al grupo de los copépodos, unos crustáceos de tamaño muy pequeño, de los que se han descubierto 35 especies únicas, y ninguna de ellas presente, ni siquiera, en todos los cenotes de la península.
Vale la pena mencionar también a los remipedios, otros crustáceos típicos de cuevas saladas, completamente ciegos, y de los más primitivos que existen. En Yucatán están representados por la especie Xibalbanus tulumensis, el primer crustáceo venenoso conocido. Este animal hermafrodita es propio de los cenotes anquihalinos cercanos a la antigua ciudad maya de Tulum, y cuyo nombre genérico nos habla de Xibalbá, el ‘mundo oculto’ de la mitología maya, un supuesto mundo subterráneo o inframundo donde vivían los dioses de la muerte. Según su mitología, los cenotes funcionaban como puertas a ese mundo.

Dos Ojos, cerca de Tulum, en Quintana Roo (México)
Los riesgos de los cenotes
El gran aumento de la población de las ciudades de la península, especialmente Cancún, unido a la cada vez mayor afluencia de turistas, ha incrementado las actividades domésticas, agrícolas e industriales de la zona, lo que ha tenido como resultado un manejo deficiente de los desechos, tanto de las basuras como de aguas residuales.
La consecuencia de todo esto es un aumento en la concentración de contaminantes de los acuíferos y la proliferación de bacterias fecales, como Escherichia coli. Así lo revela un estudio llevado a cabo en 2020 por investigadores de la Universidad de Quintana Roo, en México. El análisis de las aguas de diez cenotes de Cancún dejó al descubierto la existencia de abundantes bacterias fecales en todos ellos.
Además, con la masificación del turismo de la zona aumentan también los transportes. Otro estudio del mismo año analizó la contaminación por hidrocarburos en 11 cenotes de Quintana Roo, hallando hidrocarburos aromáticos policíclicos asociados al diésel, la gasolina y el asfalto, y cuyo aumento se asocia con el incremento del tráfico turístico.
Los autores de estos trabajos proponen la toma de medidas inmediatas para luchar contra estos graves problemas, que pasan desde incrementar la educación y conciencia ecológica de los habitantes de Yucatán y de los visitantes, e implementar restricciones al uso de cenotes o áreas cercanas como basureros.
Referencias:
Borbolla-Vazquez, J. et al. 2020. Total and faecal coliforms presence in cenotes of Cancun; Quintana Roo, Mexico. BioRisk, 15, 31-43. DOI: 10.3897/biorisk.15.58455
León-Borges, J. A. et al. 2020. Hydrocarbon Contamination Patterns in the Cenotes of the Mexican Caribbean: The Application of Principal Component Analysis. Bulletin of Environmental Contamination and Toxicology, 105(5), 758-763. DOI: 10.1007/s00128-020-03026-1
Schmitter-Soto, J. J. et al. 2002. Hydrogeochemical and biological characteristics of cenotes in the Yucatan Peninsula (SE Mexico). Hydrobiologia, 467(1), 215-228. DOI: 10.1023/A:1014923217206
von Reumont, B. M. et al. 2014. The First Venomous Crustacean Revealed by Transcriptomics and Functional Morphology: Remipede Venom Glands Express a Unique Toxin Cocktail Dominated by Enzymes and a Neurotoxin. Molecular Biology and Evolution, 31(1), 48-58. DOI: 10.1093/molbev/mst199