¿Cómo se fusionan las ramas de los plátanos de paseo?
Con frecuencia, los jardineros entrelazan las ramas jóvenes de los plátanos para que terminen fusionándose, formando una sola estructura puente entre dos troncos.
En los parques y jardines de muchas ciudades se lleva a cabo una práctica estética y muy particular con los plátanos de sombra (Platanus × hispanica). Durante el invierno, y tras la poda, se dejan algunas ramas jóvenes sin cortar, y se entrelazan dos de ellas, de árboles distintos, una con otra. Se sujetan entonces, con cuerdas o cintas, y se dejan durante todo el año.
Al año siguiente se cambia la cuerda, para que no cause daño a los árboles, y se repite, hasta que, pocos años después, se pueden desatar: ambas ramas ya están unidas. Varios años más tarde, cuando las ramas se han engrosado lo suficiente, ambas han crecido entrelazadas de tal forma que quedan perfectamente fusionadas, como si solo fuese una rama que sale de un tronco y termina en otro, formando arcos muy apreciados por el público, pues a llenarse de hojas, proporcionan una sombra magnífica.
Con esta sencilla técnica, un jardinero habilidoso puede conseguir verdaderas obras de arte entrelazando distintas ramas y formar estructuras espectaculares. Sin embargo, son sucesos que también pueden encontrarse en la naturaleza.
La inosculación
El cómo estas ramas llegan a fusionarse tiene su respuesta en un proceso biológico que se da en las plantas, denominado inosculación. Proceso que facilita no solo esta técnica de fusión de ramas, sino también otras como el injerto.
La inosculación comienza cuando dos ramas entran en contacto la una con la otra. Generalmente, sucede en ramas jóvenes, aunque también puede suceder con ramas más antiguas, e incluso directamente con el tallo, siempre que pase el tiempo suficiente. La simple toma de contacto no es suficiente para que se produzca la unión; en el proceso natural el viento tiene un efecto significativo; al hacer que una planta roce contra la otra, la corteza de una tiene un efecto abrasivo sobre la otra, y viceversa.
A medida que se van desgastando, el cámbium, el tejido que hay bajo la corteza comienzan a estar expuestos. Este tejido y está compuesto por una capa de células embrionarias que son las encargadas de hacer que la rama o el tronco crezca a lo ancho, formando generalmente un nuevo anillo cada año en su crecimiento.

Plátanos de sombra con las ramas inosculadas en Alcalá de Henares (Google Street View)
Cuando el cambium de dos ramas distintas entra en contacto, la capa de células embrionarias puede llegar a fusionarse, formando una sola capa continua que abarca a las dos ramas. Y desde que eso sucede, cualquier crecimiento subsiguiente formará un anillo nuevo de leño que abrazará a las dos ramas. Desde ese momento, pasan a ser una rama sola, compartiendo los haces vasculares más nuevos y exteriores. Aunque si se cortase, se seguirían apreciando en su interior las dos ramas originales.
En estado natural es relativamente raro que dos ramas jóvenes permanezcan en contacto el tiempo suficiente como para que el cámbium de ambas se fusione, y generalmente este proceso de inosculación es más común en tallos firmes, que se mueven mucho menos. Por otro lado, en este caso la corteza es mucho más gruesa, por lo que conseguir que se desgaste lo suficiente lleva mucho tiempo. Cuando los jardineros entrelazan dos ramas de dos plátanos de sombra, están forzando a que se produzca la unión, y al estar en permanente contacto una rama con la otra, la inosculación termina produciéndose, aunque solo sea por el mero crecimiento a lo ancho de las ramas.
¿Se pueden inoscular otros árboles?
En general, las plantas tienen muchísima más tolerancia y plasticidad a este tipo de procesos, por lo que no es raro encontrar bastantes especies entre las que puede lograrse una inosculación de ramas o tallos. Muchos de los árboles de la familia de las rosáceas, como el manzano, el melocotonero, el peral, el ciruelo o el almendro, son relativamente fáciles de inoscular. También puede conseguirse en el chopo, el avellano, el haya, el castaño, el cornejo, el olmo, los arces, los ficus, los sauces o los laburnos.

Dos hayas inosculadas de forma natural
La técnica del injerto, como se ha mencionado, sigue el mismo principio. En este caso, una rama de un árbol es cortada y su borde es afilado, e introducido en una herida inclinada realizada sobre el tronco o la rama de otro árbol. Tras uno o dos años de cuidados, con el área bien sujeta para favorecer la inosculación, la nueva rama se comportará normalmente, como si fuese una rama que siempre estuvo ahí. Esta técnica no solo se emplea para conseguir plantas de jardinería con sistemas de raíces fuertes, propios de plantas silvestres —como en el caso del rosal—, sino también para conseguir que determinados árboles crezcan eficazmente en lugares inhóspitos, al ser injertados en sistemas de raíces de otros árboles adaptados a ese clima.
Incluso algunos jardineros consiguen disponer de una sola planta que produzca tipos de frutos diferentes en ramas distintas, como un manzano que dé distintas variedades de manzana, o una vid dividida en dos mitades, que dé un tipo de uva distinto en cada mitad.
Inosculación entre especies
Generalmente, estos procesos se dan en dos plantas de la misma especie. Pero en algunos casos se puede conseguir injertar plantas de especies distintas con éxito. Un naranjo que tenga una rama de limón, o un membrillo con una parte de la planta que de manzanas son ejemplos curiosos que, aunque requieren de una mezcla de experiencia y suerte, es posible obtenerlos.
Y también puede darse en el medio silvestre, Generalmente sucede cuando dos árboles crecen muy cerca, uno junto a otro, y llega un momento en que su grosor les hace entrar en contacto, aunque puede haber otras causas. Una inosculación fascinante entre dos troncos de dos especies distintas, sucedido hace mucho tiempo, puede observarse en el Jardín Botánico de Gijón. Allí, se cree, unos fuertes vientos, derribaron parcialmente a uno de los árboles, que quedó apoyado sobre el otro. Aún con vida, ambos continuaron creciendo, uno apoyado sobre el otro, y como si de dos ramas entrelazadas de plátano se tratasen, se terminaron fusionando en un abrazo mutuo inseparable.
Referencias:
Lievestro, T. 2020. Living Trees as Structural Elements for Vertical Forest Engineering.
Ludwig, F. et al. 2019. Living bridges using aerial roots of ficus elastica – an interdisciplinary perspective. Scientific Reports, 9(1), 12226. DOI: 10.1038/s41598-019-48652-w
Pérez Morales, C. 1999. Morfología de espermatófitos. Ed. Celarayn.
Vallas, T. et al. 2017. Using nature in architecture: Building a living house with mycelium and trees. Frontiers of Architectural Research, 6(3), 318-328. DOI: 10.1016/j.foar.2017.05.003